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Capitulo 48.
|Narra Tara|
Estoy tumbada en
la cama, los parpados me pesan. Siento un montón de ruidos a mí alrededor. Siento
punzadas en mi cabeza. Unas manos frías acarician mi mano susurrando algo que
no llego a entender. ¿Qué cojones está pasando? Me siento desubicada. Cómo si
el mundo empezara de nuevo para mí, cómo si todo lo que he vivido no haya sido
nada más que un jodido sueño. Un sueño largo. Demasiado largo. Es como si los
últimos años de mi vida no hubiera sido yo la que los ha vivido, si no me
simple imaginación.
Intento abrir mis
ojos pero no me dejan. Un pitido insoportable vuelve a sonar. ¿Qué está
pasando? Quiero abrir mis ojos. Quiero verle a él. Quiero saber dónde estoy
situada, y quien es la persona que está agarrando mi mano con tantísima fuerza,
mientras deja caer sus lágrimas en ella. ¿Qué le pasa?¿Por qué llora?
Es inútil. Por
mucho que luche contra mí misma, esta fuerza me está ganando. Intento apretar
mi mano contra la mano de la otra persona, pero no soy capaz. Un intento más,
si no puedo paro. Pienso internamente, y suelto un bufido, o eso es lo que yo
creo hacer. Y aprieto mi mano contra la de la otra persona con fuerza. Lo he
conseguido.
Siento cómo
sueltan mi mano, y empiezan a gritar algo que ni yo misma descifro. ¿Qué pasa?¿Por
qué gritan cómo locos? Estoy paralitica, no muerta.
Cada noche he
rezado interiormente para saber quién es quién me agarra la mano. Para saber si
él, es real.
[…]
Abro los ojos.
Estoy en un hospital. Las paredes con de color amarillento, y en la ventana hay
unas cortinas de color gris algo desgastado. Unas mil máquinas están conectadas
a mí, mejor dicho, yo estoy conectada a ellas. ¿Por qué estoy aquí?¿Cuánto
tiempo llevo aquí? Me miro de arriba abajo. Mi cuerpo está cambiado. ¿Habré
crecido?
Miro de un lado a
otro, y veo cómo una mujer de unos cuarenta años sale del cuarto de baño, será
la madre de mi compañera a la que no logro ver porque nos separa una cortina.
La mujer mira hacia mi cama y empieza a llorar. Ya sé quién es, es mi mamá.
Ella camina rápido hacia a mí, y me envuelve en sus brazos. Va de negro, parece
estar de luto ¿quién se habrá muerto? Quizás el abuelo debido a su viejez. O quizás va de negro simplemente porque ella
quiere. Su cara está cambiada desde la última vez que la ví, y su pelo tiene
alguna que otra cana. ¿Dónde está Mike?¿Y papá?
La miro con los
ojos cristalizados, y ella me dedica una sonrisa. El silencio lo dice todo, no
es para nada incómodo. Es como cuando te vas de vacaciones, y dejas a tus amigos
en tu cuidad, y cuando vuelves solo quieres abrazarles por lo mucho que les has
echado de menos. Es así.
-Mamá. —digo
rompiendo el hielo.
Ella sonríe, y me
acerca una botella de agua.
-Bebe—dice
vertiendo un poco en un vaso. —Tienes que estar seca.
-Sí—sonrío—La
verdad es que tengo sed.
Le pego un trago
al vaso de agua, y le suelto en la especie de mesa que hay al lado de mi cama.
-¿Qué hago aquí? —me
atrevo a decir.
-Llevas dos años y
medio en coma, Tara.
-¿Y Mikel? —Suspiro—
¿Y Justin?
-¿Justin? —dice mi
madre mientras pone una cara algo extraña.
-Sí mamá, mi
novio.
-Tara, no tienes
novio.
-Pero si, el
accidente le tuve con él, íbamos en moto… pero ¿cómo que en coma dos años y
medio? Si yo simplemente me quedé paralitica. Esto es una locura.
-No Tara, ibas con
Mikel y papá, de vuelta del colegio. —Dice recogiendo las lágrimas que ahora
caen por sus mejillas.
-¿Y Alexandra?
-Tara, no sé de
quién me hablas.
-¡Joder, mamá!
Justin es el vecino de enfrente, te he hablado de él muchas veces, el que vive
con su madre y sus hermanos, ¿recuerdas?
-Sí. —Dice sentándose
a mi lado— ¿y que me quieres decir?
-Que es mi novio.
-Este chico venía
todos los días a verte, pero dejó de venir cuando hiciste seis meses aquí—suspira—después
empezó a venir otra vez, venía con una chica morena de ojos grises, y esa sí
era su novia—dice agarrándome la mano—y hace un par de meses volvió, venia
todos los días a quedarse contigo mientras yo me iba a casa a ducharme y
cambiarme de ropa, pero él no era tú novio.
-Esto es una
locura, mamá.
-Tara, serán cosas
de tu coma. El médico te explicará todo, ¿si?
-Sí. —río—Pero
quiero ver a Mike, mamá.
-Mike no está
Tara.
-¿Cómo que Mike no
está?
-No.
-¿Dónde está? Ah,
es verdad. Estará en clase.
-Sí, está en clase.
[…]
Mi madre me ha
dejado sola porque ha ido a casa a coger ropa limpia para mí. Mañana me darán
el alta. Son las cinco y media, y Mikel aún no ha venido a visitarme. Necesito
verle. Mi hermano mayor, es todo el apoyo que tengo, además de Caroline, que a
la única que mi madre parece conocer.
Cojo el móvil y le
escribo un mensaje a mi hermano ‘¡HOLA, MIKE! YA HE DESPERTADO, SUPONGO QUE TE
LO HABRÁ DICHO MAMÁ AHORA CUANDO HA IDO A CASA. ESTOY ANSIOSA POR VERTE, TE
QUIERO MUCHO, FEO’. Suelto el móvil de nuevo en la mesita.
Cuando estoy a
punto de intentar quedarme dormida la puerta de la habitación se abre. Se
escuchan unos pasos silenciosos y el chico suelta el ramo de rosas blancas
encima del asiento. Camina hasta a mí, y yo cierro los ojos haciéndome la
dormida.
-Hola, Tara—dice
mientras deposita un suave beso en mi mejilla.
Mi corazón va a
mil por hora, es él. Es Justin. El que yo creía que era mi novio pero mi madre
me ha dicho que no. Estoy confusa.
-Ya me ha dicho tu
madre que has despertado—carcajea—Pero, para es mucho mejor que estés
descansando, creo que no sería capaz de hablarte si estas despierta. —dice
riendo una vez más.
Una sonrisa se
escapa de mi boca, invisible e insonora.
-Tara, no te hagas
la dormida—dice tambaleándome—te he visto reír.
¡Mierda! Me ha
pillado, y debo estar como un tomate.
-Lo siento—confieso—Creí
que lo más fácil era hacerme la dormida—digo tímida.
-Por un momento
creí que era así—dice sentándose a mi lado—pero cuando vi como te ponías colorada,
y la sonrisa supe que me estabas mintiendo.
Y el silencio se
apodera de la habitación, este silencio si es incómodo comparado con el de
mamá. El está dispuesto a hablar cuando mi móvil vibra.
Cojo el móvil y
miro el mensaje, es de Mike. ‘MAMÁ, SI ES UNA BROMA NO TIENE GRACIA’ y no pone
nada más. Mi cara se vuelve triste de un momento a otro, y Justin lo nota.
-¿Qué te pasa?
Deberías estar feliz.
-Es mi hermano, no
se cree que estoy despierta—susurro.
-Ay, Mikel—carcajea—Espera.
Se acerca a mí, y
pone su cámara enfrente de nosotros. Sonríe-susurra- y un flash capta nuestras
sonrisas. Envía un mensaje a mi hermano con la foto, y justo abajo pone ‘ELLA
ESTÁ ANSIOSA POR VERTE, MIKE.’
-Gracias—susurro y
me escondo tímida detrás de mí pelo.
-No es nada,
supongo—ríe.
-¿Te puedo hacer
una pregunta?
-Relativamente ya
me la estás haciendo—bromea.
-Estúpido—digo poniéndome
aún más roja.
-Cómo sigas poniéndote
así, créeme que vas a estallar—bromea de nuevo—Venga, pregúntame.
-¿Por qué has
estado viniendo aquí? Si creo que esta es la segunda vez que hablamos.
-Es raro y algo largo
de explicar. —Ahora es él el que se pone rojo— Si quieres, mañana por la tarde
quedamos y te cuento todo.
-Eso está hecho,
pero esto no es una cita—aclaro.
-Lo sé, Weasly.
Y sonrió ante el ‘Weasly’.
Me recuerda a todo lo que he ‘vivido’ estos últimos dos años y medio en mi
imaginación. Porque al final, mi madre tenía razón y todo lo que he vivido ha
sido un simple fruto de mi imaginación.
| Narrador |
Tara pasa la tarde
hablando con Justin. Él le roba alguna que otra sonrisa, y viceversa. Está
realmente a gusto cuando está con él.
Justin está a
punto de irse cuándo su teléfono móvil suena. Es un mensaje de Mike. Saca el
móvil de su bolsillo y mira el mensaje ‘DILE A MI HERMANA QUE EN UN RATO VOY A
VERLA, Y QUE LO SIENTO MUCHISIMO’.
-Tu hermano—sonríe.
-¿Qué pasa con él?
-Viene un rato, y
que te pide disculpas.
-Ah, gracias—sonríe
esta vez ella.
-Bueno Tara, yo me
tengo que ir, se me hace tarde.
-Adiós, Justin.
Y Justin camina
hacia ella. Se quedan enganchados en los ojos. No pueden dejar de mirarse. Se
acerca ella, y deposita un suave beso en su frente. Después, mira sus labios relamiéndose
los suyos mismo, y contagia a Tara. Se acerca más y más. Unos dos centímetros les
separan. Justin se acerca aún más rompiendo la distancia, y atrapa sus labios.
Un beso dulce, pausado. Tara ríe. Justin
se contagia. Y quizás aquí está el principio de todo lo que ella lleva soñando
dos años y medio.
-Hasta mañana.
-Nos vemos.
Y se dedican la
última sonrisa.
****
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