miércoles, 30 de octubre de 2013

Cuarenta y ocho.



· Capitulo 48.

|Narra Tara|

Estoy tumbada en la cama, los parpados me pesan. Siento un montón de ruidos a mí alrededor. Siento punzadas en mi cabeza. Unas manos frías acarician mi mano susurrando algo que no llego a entender. ¿Qué cojones está pasando? Me siento desubicada. Cómo si el mundo empezara de nuevo para mí, cómo si todo lo que he vivido no haya sido nada más que un jodido sueño. Un sueño largo. Demasiado largo. Es como si los últimos años de mi vida no hubiera sido yo la que los ha vivido, si no me simple imaginación.

Intento abrir mis ojos pero no me dejan. Un pitido insoportable vuelve a sonar. ¿Qué está pasando? Quiero abrir mis ojos. Quiero verle a él. Quiero saber dónde estoy situada, y quien es la persona que está agarrando mi mano con tantísima fuerza, mientras deja caer sus lágrimas en ella. ¿Qué le pasa?¿Por qué llora?

Es inútil. Por mucho que luche contra mí misma, esta fuerza me está ganando. Intento apretar mi mano contra la mano de la otra persona, pero no soy capaz. Un intento más, si no puedo paro. Pienso internamente, y suelto un bufido, o eso es lo que yo creo hacer. Y aprieto mi mano contra la de la otra persona con fuerza. Lo he conseguido.

Siento cómo sueltan mi mano, y empiezan a gritar algo que ni yo misma descifro. ¿Qué pasa?¿Por qué gritan cómo locos? Estoy paralitica, no muerta.
Cada noche he rezado interiormente para saber quién es quién me agarra la mano. Para saber si él, es real.

[…]

Abro los ojos. Estoy en un hospital. Las paredes con de color amarillento, y en la ventana hay unas cortinas de color gris algo desgastado. Unas mil máquinas están conectadas a mí, mejor dicho, yo estoy conectada a ellas. ¿Por qué estoy aquí?¿Cuánto tiempo llevo aquí? Me miro de arriba abajo. Mi cuerpo está cambiado. ¿Habré crecido?

Miro de un lado a otro, y veo cómo una mujer de unos cuarenta años sale del cuarto de baño, será la madre de mi compañera a la que no logro ver porque nos separa una cortina. La mujer mira hacia mi cama y empieza a llorar. Ya sé quién es, es mi mamá. Ella camina rápido hacia a mí, y me envuelve en sus brazos. Va de negro, parece estar de luto ¿quién se habrá muerto? Quizás el abuelo debido a su viejez.  O quizás va de negro simplemente porque ella quiere. Su cara está cambiada desde la última vez que la ví, y su pelo tiene alguna que otra cana. ¿Dónde está Mike?¿Y papá?

La miro con los ojos cristalizados, y ella me dedica una sonrisa. El silencio lo dice todo, no es para nada incómodo. Es como cuando te vas de vacaciones, y dejas a tus amigos en tu cuidad, y cuando vuelves solo quieres abrazarles por lo mucho que les has echado de menos. Es así.

-Mamá. —digo rompiendo el hielo.
Ella sonríe, y me acerca una botella de agua.
-Bebe—dice vertiendo un poco en un vaso. —Tienes que estar seca.
-Sí—sonrío—La verdad es que tengo sed.
Le pego un trago al vaso de agua, y le suelto en la especie de mesa que hay al lado de mi cama.
-¿Qué hago aquí? —me atrevo a decir.
-Llevas dos años y medio en coma, Tara.
-¿Y Mikel? —Suspiro— ¿Y Justin?
-¿Justin? —dice mi madre mientras pone una cara algo extraña.
-Sí mamá, mi novio.
-Tara, no tienes novio.
-Pero si, el accidente le tuve con él, íbamos en moto… pero ¿cómo que en coma dos años y medio? Si yo simplemente me quedé paralitica. Esto es una locura.
-No Tara, ibas con Mikel y papá, de vuelta del colegio. —Dice recogiendo las lágrimas que ahora caen por sus mejillas.
-¿Y Alexandra?
-Tara, no sé de quién me hablas.
-¡Joder, mamá! Justin es el vecino de enfrente, te he hablado de él muchas veces, el que vive con su madre y sus hermanos, ¿recuerdas?
-Sí. —Dice sentándose a mi lado— ¿y que me quieres decir?
-Que es mi novio.
-Este chico venía todos los días a verte, pero dejó de venir cuando hiciste seis meses aquí—suspira—después empezó a venir otra vez, venía con una chica morena de ojos grises, y esa sí era su novia—dice agarrándome la mano—y hace un par de meses volvió, venia todos los días a quedarse contigo mientras yo me iba a casa a ducharme y cambiarme de ropa, pero él no era tú novio.
-Esto es una locura, mamá.
-Tara, serán cosas de tu coma. El médico te explicará todo, ¿si?
-Sí. —río—Pero quiero ver a Mike, mamá.
-Mike no está Tara.
-¿Cómo que Mike no está?
-No.
-¿Dónde está? Ah, es verdad. Estará en clase.
-Sí, está en clase.

[…]

Mi madre me ha dejado sola porque ha ido a casa a coger ropa limpia para mí. Mañana me darán el alta. Son las cinco y media, y Mikel aún no ha venido a visitarme. Necesito verle. Mi hermano mayor, es todo el apoyo que tengo, además de Caroline, que a la única que mi madre parece conocer.

Cojo el móvil y le escribo un mensaje a mi hermano ‘¡HOLA, MIKE! YA HE DESPERTADO, SUPONGO QUE TE LO HABRÁ DICHO MAMÁ AHORA CUANDO HA IDO A CASA. ESTOY ANSIOSA POR VERTE, TE QUIERO MUCHO, FEO’. Suelto el móvil de nuevo en la mesita.

Cuando estoy a punto de intentar quedarme dormida la puerta de la habitación se abre. Se escuchan unos pasos silenciosos y el chico suelta el ramo de rosas blancas encima del asiento. Camina hasta a mí, y yo cierro los ojos haciéndome la dormida.

-Hola, Tara—dice mientras deposita un suave beso en mi mejilla.
Mi corazón va a mil por hora, es él. Es Justin. El que yo creía que era mi novio pero mi madre me ha dicho que no. Estoy confusa.
-Ya me ha dicho tu madre que has despertado—carcajea—Pero, para es mucho mejor que estés descansando, creo que no sería capaz de hablarte si estas despierta. —dice riendo una vez más.
Una sonrisa se escapa de mi boca, invisible e insonora.
-Tara, no te hagas la dormida—dice tambaleándome—te he visto reír.
¡Mierda! Me ha pillado, y debo estar como un tomate.
-Lo siento—confieso—Creí que lo más fácil era hacerme la dormida—digo tímida.
-Por un momento creí que era así—dice sentándose a mi lado—pero cuando vi como te ponías colorada, y la sonrisa supe que me estabas mintiendo.

Y el silencio se apodera de la habitación, este silencio si es incómodo comparado con el de mamá. El está dispuesto a hablar cuando mi móvil vibra.
Cojo el móvil y miro el mensaje, es de Mike. ‘MAMÁ, SI ES UNA BROMA NO TIENE GRACIA’ y no pone nada más. Mi cara se vuelve triste de un momento a otro, y Justin lo nota.

-¿Qué te pasa? Deberías estar feliz.
-Es mi hermano, no se cree que estoy despierta—susurro.
-Ay, Mikel—carcajea—Espera.

Se acerca a mí, y pone su cámara enfrente de nosotros. Sonríe-susurra- y un flash capta nuestras sonrisas. Envía un mensaje a mi hermano con la foto, y justo abajo pone ‘ELLA ESTÁ ANSIOSA POR VERTE, MIKE.’

-Gracias—susurro y me escondo tímida detrás de mí pelo.
-No es nada, supongo—ríe.
-¿Te puedo hacer una pregunta?
-Relativamente ya me la estás haciendo—bromea.
-Estúpido—digo poniéndome aún más roja.
-Cómo sigas poniéndote así, créeme que vas a estallar—bromea de nuevo—Venga, pregúntame.
-¿Por qué has estado viniendo aquí? Si creo que esta es la segunda vez que hablamos.
-Es raro y algo largo de explicar. —Ahora es él el que se pone rojo— Si quieres, mañana por la tarde quedamos y te cuento todo.
-Eso está hecho, pero esto no es una cita—aclaro.
-Lo sé, Weasly.

Y sonrió ante el ‘Weasly’. Me recuerda a todo lo que he ‘vivido’ estos últimos dos años y medio en mi imaginación. Porque al final, mi madre tenía razón y todo lo que he vivido ha sido un simple fruto de mi imaginación.

| Narrador |

Tara pasa la tarde hablando con Justin. Él le roba alguna que otra sonrisa, y viceversa. Está realmente a gusto cuando está con él.

Justin está a punto de irse cuándo su teléfono móvil suena. Es un mensaje de Mike. Saca el móvil de su bolsillo y mira el mensaje ‘DILE A MI HERMANA QUE EN UN RATO VOY A VERLA, Y QUE LO SIENTO MUCHISIMO’.

-Tu hermano—sonríe.
-¿Qué pasa con él?
-Viene un rato, y que te pide disculpas.
-Ah, gracias—sonríe esta vez ella.
-Bueno Tara, yo me tengo que ir, se me hace tarde.
-Adiós, Justin.

Y Justin camina hacia ella. Se quedan enganchados en los ojos. No pueden dejar de mirarse. Se acerca ella, y deposita un suave beso en su frente. Después, mira sus labios relamiéndose los suyos mismo, y contagia a Tara. Se acerca más y más. Unos dos centímetros les separan. Justin se acerca aún más rompiendo la distancia, y atrapa sus labios.

Un beso dulce, pausado. Tara ríe. Justin se contagia. Y quizás aquí está el principio de todo lo que ella lleva soñando dos años y medio.

-Hasta mañana.
-Nos vemos.


Y se dedican la última sonrisa.

****

<- Si quieres seguir leyendo, pasa a la siguiente página.

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miércoles, 30 de octubre de 2013

Cuarenta y ocho.



· Capitulo 48.

|Narra Tara|

Estoy tumbada en la cama, los parpados me pesan. Siento un montón de ruidos a mí alrededor. Siento punzadas en mi cabeza. Unas manos frías acarician mi mano susurrando algo que no llego a entender. ¿Qué cojones está pasando? Me siento desubicada. Cómo si el mundo empezara de nuevo para mí, cómo si todo lo que he vivido no haya sido nada más que un jodido sueño. Un sueño largo. Demasiado largo. Es como si los últimos años de mi vida no hubiera sido yo la que los ha vivido, si no me simple imaginación.

Intento abrir mis ojos pero no me dejan. Un pitido insoportable vuelve a sonar. ¿Qué está pasando? Quiero abrir mis ojos. Quiero verle a él. Quiero saber dónde estoy situada, y quien es la persona que está agarrando mi mano con tantísima fuerza, mientras deja caer sus lágrimas en ella. ¿Qué le pasa?¿Por qué llora?

Es inútil. Por mucho que luche contra mí misma, esta fuerza me está ganando. Intento apretar mi mano contra la mano de la otra persona, pero no soy capaz. Un intento más, si no puedo paro. Pienso internamente, y suelto un bufido, o eso es lo que yo creo hacer. Y aprieto mi mano contra la de la otra persona con fuerza. Lo he conseguido.

Siento cómo sueltan mi mano, y empiezan a gritar algo que ni yo misma descifro. ¿Qué pasa?¿Por qué gritan cómo locos? Estoy paralitica, no muerta.
Cada noche he rezado interiormente para saber quién es quién me agarra la mano. Para saber si él, es real.

[…]

Abro los ojos. Estoy en un hospital. Las paredes con de color amarillento, y en la ventana hay unas cortinas de color gris algo desgastado. Unas mil máquinas están conectadas a mí, mejor dicho, yo estoy conectada a ellas. ¿Por qué estoy aquí?¿Cuánto tiempo llevo aquí? Me miro de arriba abajo. Mi cuerpo está cambiado. ¿Habré crecido?

Miro de un lado a otro, y veo cómo una mujer de unos cuarenta años sale del cuarto de baño, será la madre de mi compañera a la que no logro ver porque nos separa una cortina. La mujer mira hacia mi cama y empieza a llorar. Ya sé quién es, es mi mamá. Ella camina rápido hacia a mí, y me envuelve en sus brazos. Va de negro, parece estar de luto ¿quién se habrá muerto? Quizás el abuelo debido a su viejez.  O quizás va de negro simplemente porque ella quiere. Su cara está cambiada desde la última vez que la ví, y su pelo tiene alguna que otra cana. ¿Dónde está Mike?¿Y papá?

La miro con los ojos cristalizados, y ella me dedica una sonrisa. El silencio lo dice todo, no es para nada incómodo. Es como cuando te vas de vacaciones, y dejas a tus amigos en tu cuidad, y cuando vuelves solo quieres abrazarles por lo mucho que les has echado de menos. Es así.

-Mamá. —digo rompiendo el hielo.
Ella sonríe, y me acerca una botella de agua.
-Bebe—dice vertiendo un poco en un vaso. —Tienes que estar seca.
-Sí—sonrío—La verdad es que tengo sed.
Le pego un trago al vaso de agua, y le suelto en la especie de mesa que hay al lado de mi cama.
-¿Qué hago aquí? —me atrevo a decir.
-Llevas dos años y medio en coma, Tara.
-¿Y Mikel? —Suspiro— ¿Y Justin?
-¿Justin? —dice mi madre mientras pone una cara algo extraña.
-Sí mamá, mi novio.
-Tara, no tienes novio.
-Pero si, el accidente le tuve con él, íbamos en moto… pero ¿cómo que en coma dos años y medio? Si yo simplemente me quedé paralitica. Esto es una locura.
-No Tara, ibas con Mikel y papá, de vuelta del colegio. —Dice recogiendo las lágrimas que ahora caen por sus mejillas.
-¿Y Alexandra?
-Tara, no sé de quién me hablas.
-¡Joder, mamá! Justin es el vecino de enfrente, te he hablado de él muchas veces, el que vive con su madre y sus hermanos, ¿recuerdas?
-Sí. —Dice sentándose a mi lado— ¿y que me quieres decir?
-Que es mi novio.
-Este chico venía todos los días a verte, pero dejó de venir cuando hiciste seis meses aquí—suspira—después empezó a venir otra vez, venía con una chica morena de ojos grises, y esa sí era su novia—dice agarrándome la mano—y hace un par de meses volvió, venia todos los días a quedarse contigo mientras yo me iba a casa a ducharme y cambiarme de ropa, pero él no era tú novio.
-Esto es una locura, mamá.
-Tara, serán cosas de tu coma. El médico te explicará todo, ¿si?
-Sí. —río—Pero quiero ver a Mike, mamá.
-Mike no está Tara.
-¿Cómo que Mike no está?
-No.
-¿Dónde está? Ah, es verdad. Estará en clase.
-Sí, está en clase.

[…]

Mi madre me ha dejado sola porque ha ido a casa a coger ropa limpia para mí. Mañana me darán el alta. Son las cinco y media, y Mikel aún no ha venido a visitarme. Necesito verle. Mi hermano mayor, es todo el apoyo que tengo, además de Caroline, que a la única que mi madre parece conocer.

Cojo el móvil y le escribo un mensaje a mi hermano ‘¡HOLA, MIKE! YA HE DESPERTADO, SUPONGO QUE TE LO HABRÁ DICHO MAMÁ AHORA CUANDO HA IDO A CASA. ESTOY ANSIOSA POR VERTE, TE QUIERO MUCHO, FEO’. Suelto el móvil de nuevo en la mesita.

Cuando estoy a punto de intentar quedarme dormida la puerta de la habitación se abre. Se escuchan unos pasos silenciosos y el chico suelta el ramo de rosas blancas encima del asiento. Camina hasta a mí, y yo cierro los ojos haciéndome la dormida.

-Hola, Tara—dice mientras deposita un suave beso en mi mejilla.
Mi corazón va a mil por hora, es él. Es Justin. El que yo creía que era mi novio pero mi madre me ha dicho que no. Estoy confusa.
-Ya me ha dicho tu madre que has despertado—carcajea—Pero, para es mucho mejor que estés descansando, creo que no sería capaz de hablarte si estas despierta. —dice riendo una vez más.
Una sonrisa se escapa de mi boca, invisible e insonora.
-Tara, no te hagas la dormida—dice tambaleándome—te he visto reír.
¡Mierda! Me ha pillado, y debo estar como un tomate.
-Lo siento—confieso—Creí que lo más fácil era hacerme la dormida—digo tímida.
-Por un momento creí que era así—dice sentándose a mi lado—pero cuando vi como te ponías colorada, y la sonrisa supe que me estabas mintiendo.

Y el silencio se apodera de la habitación, este silencio si es incómodo comparado con el de mamá. El está dispuesto a hablar cuando mi móvil vibra.
Cojo el móvil y miro el mensaje, es de Mike. ‘MAMÁ, SI ES UNA BROMA NO TIENE GRACIA’ y no pone nada más. Mi cara se vuelve triste de un momento a otro, y Justin lo nota.

-¿Qué te pasa? Deberías estar feliz.
-Es mi hermano, no se cree que estoy despierta—susurro.
-Ay, Mikel—carcajea—Espera.

Se acerca a mí, y pone su cámara enfrente de nosotros. Sonríe-susurra- y un flash capta nuestras sonrisas. Envía un mensaje a mi hermano con la foto, y justo abajo pone ‘ELLA ESTÁ ANSIOSA POR VERTE, MIKE.’

-Gracias—susurro y me escondo tímida detrás de mí pelo.
-No es nada, supongo—ríe.
-¿Te puedo hacer una pregunta?
-Relativamente ya me la estás haciendo—bromea.
-Estúpido—digo poniéndome aún más roja.
-Cómo sigas poniéndote así, créeme que vas a estallar—bromea de nuevo—Venga, pregúntame.
-¿Por qué has estado viniendo aquí? Si creo que esta es la segunda vez que hablamos.
-Es raro y algo largo de explicar. —Ahora es él el que se pone rojo— Si quieres, mañana por la tarde quedamos y te cuento todo.
-Eso está hecho, pero esto no es una cita—aclaro.
-Lo sé, Weasly.

Y sonrió ante el ‘Weasly’. Me recuerda a todo lo que he ‘vivido’ estos últimos dos años y medio en mi imaginación. Porque al final, mi madre tenía razón y todo lo que he vivido ha sido un simple fruto de mi imaginación.

| Narrador |

Tara pasa la tarde hablando con Justin. Él le roba alguna que otra sonrisa, y viceversa. Está realmente a gusto cuando está con él.

Justin está a punto de irse cuándo su teléfono móvil suena. Es un mensaje de Mike. Saca el móvil de su bolsillo y mira el mensaje ‘DILE A MI HERMANA QUE EN UN RATO VOY A VERLA, Y QUE LO SIENTO MUCHISIMO’.

-Tu hermano—sonríe.
-¿Qué pasa con él?
-Viene un rato, y que te pide disculpas.
-Ah, gracias—sonríe esta vez ella.
-Bueno Tara, yo me tengo que ir, se me hace tarde.
-Adiós, Justin.

Y Justin camina hacia ella. Se quedan enganchados en los ojos. No pueden dejar de mirarse. Se acerca ella, y deposita un suave beso en su frente. Después, mira sus labios relamiéndose los suyos mismo, y contagia a Tara. Se acerca más y más. Unos dos centímetros les separan. Justin se acerca aún más rompiendo la distancia, y atrapa sus labios.

Un beso dulce, pausado. Tara ríe. Justin se contagia. Y quizás aquí está el principio de todo lo que ella lleva soñando dos años y medio.

-Hasta mañana.
-Nos vemos.


Y se dedican la última sonrisa.

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