jueves, 18 de julio de 2013

36.


· Capitulo 36.

|| Narra Tara ||

Podía sentir cómo el aire daba de lleno en mi cara y despeinaba mi larga melena morena. También sentía cómo sus manos apoyadas en las mías mientras íbamos montados en aquella moto a aquel misterioso lugar.

La sensación de sentir su respiración en mi nuca hace que todas las mariposas que están esparcidas por mi cuerpo se concentren en un único punto, mi estómago. Y ahí, comienzan a revolotear creándome cosquillas, y ganas de reír sin motivo alguno. Aunque quizás el motivo de tener ganas de reír es porque solo somos tú y yo ahora mismo, y el lugar, el tiempo o la hora, o incluso todas las personas que nos rodean son segundarias. La sensación de tener a Justin cerca es una de las mejores sensaciones que he vivido a lo largo de toda mi vida. Es como cuando por primera vez te haces independiente, y dejas de tener miedo a la oscuridad. Es algo que te hace sentir grande y a la vez pequeña. Es algo difícil de explicar. Justin es el grano de sal en mi azúcar, y la gota de oxígeno en mi sangre. Es lo que me da fuerzas día a día para seguir luchando por todo. Quizás no salga bien, pero sé que el tiempo que estemos juntos será para no olvidar. Porque ha marcado mi vida.

Al fondo, puedo ver cómo una especie de montaña. Hace cómo diez minutos que hemos dejado atrás las grandes calles llenas de palmeras de Miami. La intriga y el nerviosismo empiezan a hacerse dueña de cada milímetro de mi cuerpo, y la risa nerviosa se está empezando a apoderar de mí también. ¿Por qué tanto misterio?

Sonrió al aire al pensar que quizás él quiere que no sea un día más en nuestro calendario, y quiere que este día sea más especial que todos los demás, aunque para mí con Justin todos los días son especiales, aunque el miedo esté dentro de mí y no esté segura de todo lo que estoy haciendo.

Adoro cuándo él se comporta conmigo cómo un friqui enamorado conmigo, y deja de lado su lado chulesco y prepotente, cuándo intenta hacerme sentir especial y no le importa lo que piensen los demás.

Lo más arriesgado de toda esta relación es que el siente mucho más que yo. Sé que no estoy a su altura, y sé que el da más por mí de todo lo que yo doy por él, pero vivo con la esperanza de que algún día, ambos queramos igual, y ambos sintamos lo mismo.

Ya hemos llegado — dice bajándome de la moto de un salto.
Esto es precioso, Justin — digo dándole un tierno beso en los labios — ¿cómo sabias que esto estaba aquí?
Aquí es donde yo venía cada día de verano después de dejarlo con mi ex novia. Esa que me puteo tanto la vida. Un día cogí mi moto y empecé a andar por la carretera, hasta que terminé aquí. No me preguntes cómo Tara, porque no sé porque razón solo sé que terminé aquí. Y desde ese día, aquí es cuando vengo cuando estoy mal los días de verano. — dice en un susurro.
Esto es precioso Justin. Las cascadas me recuerdan a unas vacaciones que pasé con mi familia antes de que pasara toda la mierda que está pasando. Y el olor a campo me recuerda a cuando era pequeña y vivía en aquella granja pérdida del mundo industrial. — Digo sonriendo — gracias.

Coge mi mano y comenzamos a andar. Subimos una pequeña cuesta y caminando un poco nos colocamos en un pequeño acantilado que da con el marantial. El paisaje es precioso. Los pájaros canturrean. El sol parece divertir. Las nubes son invisibles. El ruido de la cascada relaja. Este sitio es perfecto. Y por cosas así cada día le quiero más, y estoy más segura de que quizás él sea el hombre de mi vida, y el padre de mis hijos. El futuro ahora es lo que menos me importa, solo solos él y yo. Aquí, en este paraíso perdido del mundo.

¿Te gusta? — dice  clavado en mis ojos.
¿Estás de broma? Me encanta. ¿Sabes el tiempo que hacía que no me sentía así de libre? — Carcajeo — me siento cómo un pájaro fuera de una jaula.
—Entonces todo está genial ¿no? — dice dándome un tierno beso.
—El lugar no importa siempre y cuando tú estés conmigo, Justin.
—Aún no logro entender cómo paso todo esto, Tara — dice echándose hacia atrás en aquella especie de césped.
—Yo tampoco sé cuál fue el momento exacto en el que empecé a enamorarme de ti, aquel momento en el que empezaste a enamorarme con odio. — digo tumbándome a su lado mientras apoyo la cabeza en su pecho.
— ¿Te enamoré con odio? — Carcajea.
—Sí, me enamoraste con odio.

Y comienza a dibujar pequeños círculos en mi cabeza al son que toca mi pelo cómo si fuese el último día en el que estaremos juntos. Cómo si no hubiese un mañana y el sol fuese a apagarse para siempre.

Nunca te duerma sin sueño, ni sueñes sin ganas, no bebas agua sin sed, ni comas sin hambre, tampoco corras si no es necesario, y no tengas prisa para encontrar algo que algún día llegará, pero sobre todo nunca digas que odias a algo que al final terminarás amando, porque se puede odiar después de amar, pero también amar después de odiar. Y eso me pasó a mí, me quede enganchada en su sonrisa cuándo días antes era lo que más odiaba de él, o simplemente yo creía eso.

El sol da de lleno en nuestras caras. Estoy tumbada su lado mientras él va dejando rastros de besos por mis mejillas, mi cuello e incluso alguna vez que otra ha rozado mis labios.

¿Te vienes? — dice levantándose y quitándose su camiseta.
¿A dónde? — Carcajeo — No sé porque preguntas, ya sabes que yo contigo me iría al fin del mundo si hiciese falta.
Quítate la ropa, y dame la mano Tara. Venga, confía en mí. — dice guiñándome un ojo.

Y no lo dudo. Dejo mis vaqueros, mi camiseta y mis vans encima de la rama de un árbol, y me agarro a su mano.

Enserio, Justin ¿dónde vamos?
—A ser felices — susurra.

Y cuándo menos me quiero dar cuenta me encuentro suspendida en el aire bajando a toda velocidad por el acantilado hacia abajo. La sensación es increíble siento como si todas mis extremidades estuviesen esparcidas por el aire e incluso alguna se hayan quedado ahí arriba, aunque lo mejor de todo es sentir su mano agarra de la mía.

     No me sueltes nunca — grité.
     Weasly, contigo hasta el final de mundo. Si te estampas tú, yo me estampo contigo.

Y al final hemos llegado abajo. Comienzo a reír tanto que me duele hasta el estómago. Al final, vivir arriesgando es la mejor manera de disfrutar cada paso que vas dando, ya sea en falso o no.

[…]

Estoy en el largo, debajo de la cascada para ser exactos. Justin está haciéndose unos largos según él, y simplemente está de un lado a otro debajo del agua cómo tal carpa. Comienzo a nadar y a nadar, y siento cómo unas manos se posan en mis ojos. Es él, lo sé. Carcajeo de forma inmediata. Las manos desaparecen de mis ojos para colocarse rodeando mi cintura, y apoya su barbilla en el hueco que hay entre el cuello y el hombro. Suelta un beso mojado allí. Y me susurra algo al odio que no logro entender.

Cuando estás enamorada aunque en tu relación hayan pasado mil y una cosa malas y solo novecientas buenas, la parte mala pasa a seguir segundaria, de tal forma que perdonas todo lo que haga. Olvidas si alguna vez te ha humillado, insultado, tratado mal, amenazado u obligado a hacer algo que tú en ese momento no querías hacer. Ya no importa quizás que te haya deseado la muerte, o que te haya llamado puta o fácil, porque él es lo más necesario en tú vida. Es cómo el cigarrito para el fumador, el sol en el cielo, la lluvia en el mes de abril, un grano de cal en una montaña de arena, el oxígeno de tus pulmones, tú estabilidad, él pasa a ser todo. Todo lo que tú crees que necesitas para poder sobrevivir a esto que llamamos vida.

Me encanta cuándo estoy cerca y tú corazón y tu respiración comienzan a ir cómo a doscientos por hora — susurra en mi oído.
A mí me encanta cuándo juegas sucio de esta manera — cojo aire — me encanta cuándo me susurras al oído que te encanto intentando que me estremezca y corra a besarte — digo dándome la vuelta para quedarme mirando a sus ojos miel — pero esta vez no te saldrás con la tuya. — carcajeo de nuevo.
No te puedes resistir a besarme.
Ya lo hice ¿recuerdas? Hace un año, y justo el día que volví a pisar Miami, no me desafíes Bieber, sabes que puedo dejarte cómo tal chicle en el suelo — digo dejando un tierno beso en la comisura de sus labios.
¿Quién está jugando sucio ahora, Weasly? — dice tragando saliva.
No sé, pero te veo algo desesperado ¿no? — susurro esta vez yo en su oreja — desesperado por besarme.
¿Por qué no me besas ya y te callas?
Cállame con un beso — término diciendo divertida.

Y no se lo piensa dos veces. Se lanza a mis besos con ternura, y poco a poco comienza a subir la intensidad, pide paso para hacerse el dueño de mi boca una vez más. Comienzo a reír en su boca. Y él ríe en la mía. Vuelve a rozar nuestros labios, al mismo tiempo acaricia mi espalda. Mis manos están enredadas en su pelo cómo siempre, y acarician su cuello de tal manera que hace que sus pelos se pongan de punta. Suelto un grito ahogado en su boca. Y el ríe.

—¿Para toda la vida? — susurra en mi boca.

—Hasta dónde el destino quiera, pero estoy dispuesta a arriesgar solo por ti — digo mientras apoyo mi cabeza en su pecho.

                     *******                                              

Buenas, primero de todo me quería volver a disculpar por tardar tanto tiempo en subir, pero con esto de que es verano y salgo, a penas tengo tiempo para escribir. Gracias por vuestra paciencia.

Si queréis que os avise, dad RT al enlace que dejo, si no me es imposible recordar todos los users, y es más complicado para mí ¿vale?

DA RT AQUI SI HAS LEIDO EL CAPITULO 36 Y QUIERES QUE TE AVISE.

martes, 9 de julio de 2013

35.


· Capitulo 35.

· Al día siguiente…

A días en los que te arrepientes de haber dado algún paso hacia delante, días en los que piensas que tus decisiones no son las correctas, días en los que solo quieres quedarte encerrada en tu habitación y que todos los recuerdos reboten en las cuatro paredes que la crean, días en los que sólo quieres tumbarte en tu cama y ver cómo las lágrimas empapan tus mejillas. Días en los que aunque el solo haya salido tú día está gris, oscuro, nublado y frío… En los que sabes que no merece la pena sonreír sin motivo.

Tara tiene miedo. Tiene miedo de que esta vez no sea la definitiva. Tiene miedo de volver a perderle para siempre, tiene miedo de volver a enamorarse cómo ya lo hizo hace un año de la misma persona, Justin. Tiene miedo al pensar que Septiembre llegará dentro de nada y volverán las despedidas, las separaciones, los malos tragos, los malos ratos, el echar de menos, las discusiones, las necesidades, llegará el día en el que dejarán una vez más de ser uno para volver a ser dos. Que ya no será un ellos si no un él y ella.

Justin está ilusionado. La vuelve a tener, o eso piensa. Después de todo lo que pasó ayer tiene más claro que nunca que no quiere volver a perderla, aunque él también tiene miedo porque Septiembre asomará cuando menos te lo esperes, y volverán a lo de siempre.

A veces, aunque el destino haga que pase dos veces el mismo tren, lo terminamos perdiendo por estúpidos o por ilusos.

|| Narra Tara ||

Sé que es la hora de levantarme de la cama, pero mi cuerpo me pide que no lo haga. Más bien mi mente. No sé cómo voy a reaccionar al verle. Sé que lo que pasó ayer quizás parece el comienzo o la vuelta a lo que ya habíamos tenido antes, pero no estoy segura de eso. No quiero volver a pasarlo mal. No quiero volver a pasarme las noches llorando porque no le tengo a mi lado cuándo más lo necesito. Sin sus abrazos. Sin sus besos. Sin sus te quiero. Sin él.

Es difícil hacerte a la idea de que algún día tendrás que separarte de lo que más quieres, de que algún día todo esto se volverá a esfumar porque cada uno volverá a su camino. Ahora, todo es bonito. Estamos juntos. Nos queremos. Le puedo ver todos los días con tan solo levantar mi persiana cuándo me despierto cada mañana, le puedo tener cuándo quiera para mí sola. Lo malo viene después. La distancia.

La distancia. Eso que mata sin existir. Eso que te hace sufrir sin apenas saber cómo expresarla o cómo sentirla. Eso que no existe pero se te clava cómo tal cuchillo. Eso que te separa de todo lo que realmente quieres. No es fácil mantener una relación a distancia, aunque tampoco es imposible. Realmente, hoy no es mi día y tan solo son las doce y media de la mañana.

Doy un salto de la cama y en mi radio suena ‘always be together de little mix’.
Ojala todo fuese para siempre. Ojalá no hubiese distancia, y ojalá las despedidas y los finales no existiesen. Pero hay una gran verdad universal que todos debemos afrontar queramos o no, al final todo se acaba. El último día de verano, el último capítulo de un buen libro, separarte de una buena amiga, el café se termina enfriando, el final de tú mejor fiesta, el cigarrillo que se consume en tus manos. Todo termina para dar paso a algo mejor, o quizás no. El invierno termina para dar paso al cálido otoño, el frío se acaba para dar paso al calor, las clases terminan para dar paso a tu verano. Es algo inevitable, y aunque duela todo tiene un final, todo termina para siempre, incluso algún día nuestra propia vida.

Y es inevitable. Mis ojos están llenos de lágrimas que quieren salir, y parecen una piscina. Aprieto los ojos fuerte, e intento aparentar una sonrisa. Es tarde, siento cómo las lágrimas bajan por mis mejillas. Y yo me hago una pregunta, ‘vida, ¿por qué eres tan hija de puta?

     ¿Tara? — dice mi madre mientras golpea varias veces la puerta.
     ¿Si?
Me limpio las lágrimas. Sonrió.
     ¿Puedo pasar?
     Claro, pasa. — digo ‘feliz’


Se acerca a mí y me da un tierno beso en la frente. Mi madre sabe cómo me siento con tan solo mirarla. Ella me entiende. Mi relación con ella es cómo si también fuese parte de mis amigas, una de mis mejores amigas. Mi madre lo sabe todo de mí. Desde mi primer beso, hasta día de hoy.

¿Estás bien pequeña? — dice acomodándose a mi lado. Mientras me acaricia la cabeza de esa forma tan peculiar que ella tiene.
Sí, no es nada — finjo un sonrisa — es sólo que no me encuentro bien — añado — de verdad, no te preocupes. — termino diciendo mientras la doy un tierno beso en la mejilla.
Tara, ¿por qué me mientes? — Dice sonriéndome — te conozco genial.  Sé que no estás bien.
No puedo más, mamá — estallo — ayer Justin y yo nos besamos, pero tengo miedo de seguir dando pasitos, no quiero volver a pasarlo mal cómo este invierno — y rompo de nuevo a llorar.
Eh, cielo. Tranquila. ¿Sabes? Quien no arriesga no gana Tara. De todos modos, tú al año que viene vas a nueva york, y Justin vive allí ¿recuerdas?
Sí mamá, pero es distinto. Yo tengo una universidad, el otra. — sonrío más aliviada.
Sí Tara, pero ya no os separaran tantos kilómetros. Quizás uno, o dos. Él te quiere cielo, se le nota en cómo te mira.
Gracias mamá, eres increíble — digo dándole un tierno abrazo.

|| Narra Justin ||

Es la una y media de la mañana, y aun no sé nada de Tara. Su persiana sigue bajada, y no ha hablado nada por el grupo. Es increíble la necesidad que siento de saber algo de ella. Cómo está, o cómo ha dormido, quizás si ha soñado conmigo. Estoy perdido, estoy enamorado. Y, en serio jamás pensé enamorarme de alguien cómo ella.

Mi tipo siempre han sido las chicas rubias, plásticas sin cerebro. Tara, es distinta a las demás. Si se lo propone puede dejarte mal las veces que quiera, es cabezota incluso más que yo, es prepotente y orgullosa, es inteligente, es todo lo que yo odiaba hace un tiempo, hay un dicho que dice ‘puedes odiar mil cosas hasta que llega alguien que te hace amar todo lo que odiabas’ y eso ha sido lo que me ha pasado con ella.

Para Weasly:

¡Buenos días, idiota! He soñado contigo. Te echo de menos.

De Weasly:

¿Buenos días? Es algo irónico. No son buenos días, Justin. Yo también te echo de menos.

Para Weasly:

Es obvio que no serán buenos días hasta que no vea tú sonrisa. Te quiero.

De Weasly:

Que idiota puedes llegar a ser, Justin. Yo te quiero más.

Para Weasly:

Eso había que comprobarlo, lo de quién quiere más a quien. Sí, soy un idiota. Pero un idiota que te tiene pérdida.

De Weasly:

No sabes lo pérdida que me tienes, desde que has llegado a mí vida la tienes pata arribas. Un poquito más de constancia, por favor. Si no, terminaré volviéndome loca.

Para Weasly:

Yo ya estoy loco por ti.

De Weasly:

Estúpido.

Para Weasly:

Sube la persiana, anda. Quiero verte.
Por cierto, ¿Qué planes tienes para esta tarde?

De Weasly:

Los de siempre ¿y tú?

Para Weasly:

¿Te vienes conmigo?

De Weasly:

¿Esto es una cita? Bieber, estás perdiendo facultades, jaja.

Para Weasly:

¿Quién es la idiota ahora? Contesta, sí o no.

De Weasly:

No, es que ya tengo planes ¿sabes? He quedado con mi vecino. El de la acera de enfrente, está de bueno… Ya quizás otro día, ¿vale?

Para Weasly:

Vale. Tú vecino te pasará a recoger a las cuatro y media ¿no? O eso tengo entendido…

De Weasly:

A las cuatro y media me viene bien. Te amo, Justin.



|| Narra Tara||

Son las tres y media. Y aún no he comido. Odio comer cuándo mi padre está en casa. Mi padre tiene problemas con el juego y el alcohol, e incluso ha hecho sufrir demasiado a nuestra familia, aunque la única que sabe toda esa mierda soy yo.

· Dos años atrás...

Eran las doce de la noche, y Carolina y yo veníamos de la fiesta del Blair. Estefanía Blair. La chica más popular de nuestro instituto. Caminábamos por la calles de Atlanta entre risas y carcajadas, y algún que otro tropezón. El alcohol era dueño del cuerpo de Carol. No podía mantenerse en pie.

Cruzábamos la calle dónde están todos los restaurantes de lujos, y en ellos podíamos ver a parejas reglándose la mejor de sus sonrisas. Pasando por el ‘truffa’ al fondo vi a un hombre bastante parecido a mi padre.

Carol, ese es mi padre — dije aguantándome las lágrimas.
No seas estúpida, Tara. Tu padre debe estar en casa durmiendo, mira la hora que es.
Carol, reconocería a mi padre en cualquier parte del mundo. Y esa forma tan peculiar de arrugar la nariz mientras sonríe. Es él. No hay duda.
—Llámale por teléfono, y si lo coge estarás segura de que es él.

Y no dudé. Necesitaba salir de dudas. Cogí mi teléfono móvil y marqué el número de mi padre. Un tono. Dos tontos. Tres tonos y cuando está a punto de saltarme el contestador, lo coge.

¿Si?
¿Dónde estás, papá?
Estoy en casa, Tara. ¿Dónde voy a estar?
¿Puedes venir a por mí? Estoy enfrente del ‘truffa’
—No Tara, ahora mismo no puedo — dice algo nervioso.

Las lágrimas caían de mis mejillas. No cabía duda, era él. Él estaba sentado en aquella mesa al fondo del restaurante con otra mujer, haciéndole caricias y quizás regalándole algún que otro ‘te quiero’

Entré en el bar y le busqué con la mirada. No se había levantado de aquella mesa. Corrí hasta dónde estaba, y comencé a bufar de rabia y a llorar. Todo el mundo nos miraba y sé que estaba haciendo un espectáculo pero aquel cabrón, el que decía llamarse mi padre, estaba agarrado a las manos de otra mujer, y no era ningún familiar. Conozco a toda mi familia a la perfección.

—Eres un grandísimo hijo de puta ¿sabías?
—Controla tu lenguaje, señorita.
No te mereces mi más mínimo respeto. Tienes una familia, mujer e hijos. ¿Qué haces con esta perra aquí?
Controla tu lenguaje Tara Weasly.
¿O qué? ¿Me vas a pegar? No será la primera vez que lo haces.
Cállate, estúpida. Estas formando un numerito.
Es lo mínimo que te mereces, por cabrón.
—Mañana hablaremos sobre el tema, Tara.
Yo no tengo nada que hablar contigo. Yo no tengo padre.

Y en aquel momento sentí como su mano, ardiente, llena de odio tocaba mi piel. Estaba furioso, pero yo lo estaba más. Agarré a Carol fuerte de la mano, y salimos corriendo de allí. Fue, el peor día de mi vida.


|| Narra Tara ||

Desde aquel día no puedo mirar a mi padre a la cara. Mamá sabe que mi relación con él nunca ha sido perfecta. Yo nunca he sido la hija pija que él esperaba, ni una chica de sobresalientes alto. Siempre he sido la típica chica que usa vaqueros y vans, y de notables. Para él, el claro ejemplo a seguir es mi hermano Michel, o hasta hace tiempo lo era.

¿Tara no vas a comer? — pregunta el estúpido desde el otro lado de la puerta.
Mientras estés tú no, ya comeré algo por ahí, ahora largo. Déjame vivir.
Te comportas cómo una cría.
Me comporto cómo yo quiero, tú no eres nadie en mi vida ¿recuerdas? Te lo dejé muy claro el día que te vi dándote el lote con otra.
Cállate.
¡Olvídame! Que para mí, estás muerto.

Y se hace el silencio. Por el silencio sé que ha bajado a comer con los demás. Sólo me queda media hora para prepararme, he quedado con Justin en media hora, y aún no sé ni que ponerme, sinceramente hoy es uno de esos días en los que es mejor no levantarse de la cama.

|| Narra Justin ||

Son las cuatro y media. Salgo de casa y en un minuto estoy en casa de Tara. Estoy nervioso. Hoy no saldremos con los demás. Hoy haremos algo especial, sólo de nosotros.

Llamo al timbre, un toque. Y espero a que abran la puerta. Una mujer de estatura media, pelo moreno y ojos azul cielo está enfrente de mí. Tiene una sonrisa amplia, y en sus ojos se refleja la humildad. Es la madre de Tara.

—Pasa, cielo — dice dejándome paso — Tara bajará en unos cinco minutos. Michel está en el salón.
—Gracias Alisson — digo devolviéndole la sonrisa.

Camino hasta el salón. Y escucho como Alisson avisa a Tara de qué ya he llegado. Michel está sentando mientras juega con sus primos pequeños. Sus abuelos miran el telediario, y su padre se fuma un cigarrillo rubio mientras le da un trago a una copa de whisky.

— ¿Tú debes ser el amigo de Tara no? — dice la viejecita.
—Sí, soy yo. Encantado. — sonrió tímidamente.
—Trátala bien, Tara se merece lo mejor del mundo.
—Sí, señora. Tara es increíble, créeme. La cuidaré cómo si de oro se tratara.
—Llámame, Marta, por favor. Ahora eres cómo de la familia — carcajea.
—Marta, no molestes al chico — dice esta vez el hombre calvo con pinta de veinteañero.
—Tranquilo, señor. No molesta.
— ¿Señor? ¡Oh, no! Aunque no fueses parte de esta familia, llámame John.
—Vale, John — y carcajeo.

La situación es algo incómoda. El padre de Tara me mira de arriba abajo, y me estoy empezando a incomodar demasiado. La madre de Tara, Ali, cómo le llaman en su casa entra al salón.

—Justin, veo que ya conoces a los abuelos. Aquel, el de la mesa con cara de perro ahora mismo, es el padre de Tara, se llama Marco.
—Ajá — asiento y luego sonrió — no le tomes en cuenta sus caras, ya sabes…
—Sí, Tara me contó algo hace tiempo.
—Y bueno a Michel ya le conoces, y aquellas dos pequeñas son Marie y Jade. — dice sonriendo.
—Está bien, gracias Alisson. Ahora, me quedo mucho más tranquilo — bromeo.

Y en ese momento aparece mi salvación. Tara baja las escaleras con unos shorts vaqueros desgastados, una camiseta de ‘chicago 23’ y unas vans. Esta preciosa.

|| Narra Tarra ||

—¿Dónde me llevas?
—Es una sorpresa, Tara.
—No me gustan las sorpresas.
—Sí, te encantan.
—De este tipo no, y encima pretendes que me suba en la moto.
—Sí.
—Me niego.
—Venga, Tara. No seas aguafiestas.
—Pf — bufa — es que me da miedo.
—Mira, tú te montas delante y yo iré detrás. Yo conduciré, pero así estarás más segura, ¿de acuerdo?
—Si no queda más remedio.

Justin se acerca a mí y deja un beso mojado en mis labios. Sabe cómo hacerme sentirme bien cuando mi día estás más nublado que la vista de un tipo que camina sin gafas por miedo a que se rían de él.

— ¿Estás lista?
—Ajá — sonríe —  confío en ti. Espero que me guste el lugar que sea.
—Te encantará, estúpida.


Y vuelve a besar mis labios. Parad el tiempo por favor. Me quedaría en este momento el resto de mi vida.

                                                    *********************
Hola. Bueno, primero de todo quería pedir perdón por tardar tanto en subir, pero es que con esto del verano, pues salgo más de casa y por las mañanas estudio para Septiembre, y a penas tengo tiempo de escribir. Intento subir lo antes que puedo. Enserio.
Y después, lo siento, sé que este capitulo no ha sido gran cosa por mi imaginación está por los suelos, os compensaré con uno mucho mejor, os lo prometo.
Gracias por leer. Sí queréis opinar sobre mi novela, ya sabéis. 
Mi twitter es:  @biebsdrauhl_
Mi tuenti: Arianne Brandon
Y si no podéis dejarme un comentario ahí abajo.

Dad RT a este tweet y así podré avisaros. 

¡GRACIAS POR LEER UN CAPITULO MÁS! <3

martes, 2 de julio de 2013

34.



Capitulo 34.

|| Narra Tarra ||

El olor a café se cuela por mis fosas nasales haciendo que me despierte con una sonrisa. Amo el olor a café por la mañana, junto al olor de las tortitas que mi abuela prepara. Están demasiado ricas y son algo irresistibles.

Me levanto de la cama de un pequeño salto. Y camino hasta el ventanal para subir las persianas y abrir la ventana para ver el día que hace hoy. Aunque por el ambiente que hay en mi habitación parece hacer más calor que de costumbre. Y así es, no me equivoco un día más soleado en Miami, un día más de verano.

Y al fondo estás tú. Sentado en tu ventanal mirando hacia mi ventana. Lo sé. Te presiento. Sonríes al verme recién levantada, sé que te gusta verme así. Me quedo observando diez minutos tu ventana, y estoy enganchada en tú sonrisa. Cuando de repente, sacas papel escrito a rotulador rojo en el que pone ‘bésame, estúpida’ y no puedo evitar reír. Me doy la vuelta en busca de un papel y un folio para poder contestarte, y al final lo encuentro y en él escribo ‘Bieber, suplicar no es lo tuyo. Déjalo’ al que me contestas con un ‘bésame, y cállate ya’ y no puedo evitar carcajear. Lanzo un beso al aire, y cojo de nuevo el folio ‘date por besado, idiota’ y me voy dejándote con una sonrisa de oreja a oreja que yo misma he creado de forma inconsciente.

Bajo las escaleras dando pequeños saltos y tarareando una de mis canciones favoritas ‘let it be’ de The Beatles. Amo esa canción, y me ha acompañado a lo largo de la vida. Es cómo mi banda sonora. Mi mamá me la cantaba de pequeña, y yo recuerdo que me quedaba colgada en su mirada. Recuerdo que brillaba, y que ella se sentía feliz cantándola. Y ahora, se siente feliz cuando soy yo quien la canto.

- ¡Buenos días! - digo dándole un muerdo a una de las tortitas.
- Hola, fea - dice Michel.
- ¿Y mamá? - pregunto confusa - O sea, yo creía que era ella la que estaba haciendo café.
- Y lo era, pero hace diez minutos Tara. - carcajea.
- ¿Y dónde han ido?
- Han ido al pueblo de al lado a hacer una compras, volverán por la noche.
- Todo el día fuera de casa estos cuatro - carcajeo de nuevo.

Sigo conversando con mi hermano. Carcajadas. Risas. Más carcajadas. Ataques de cosquillas. Contestaciones graciosas. Y así durante una hora y media.

[…]

-¿Vas a venir al parque?
-Sí, supongo.
- Te espero.
- Sí, dame diez minutos.
- No tardes, Tara.
- Que pesado eres, hijo mío

Y ambos carcajeamos.  Michel es lo mejor de mi vida. Él está cuando caigo. Está cuando me equivoco. Está cuando río. Está cuando lloro. Está en cada uno de los pasos que doy. Lo que más adoro de mi relación con él, es que me dice todo tal cual lo piensa. Él es sincero conmigo, y eso es lo que más valoro de todo esto. Sí. Tuvimos nuestra época mala, pero gracias a Dios todo terminó. Aquellos días eran completos infiernos para mí. Cuando le decía que le odiaba, o que me daba real asco me dolía más a mí que a él, nunca he sentido odio hacia él. ¿Cómo voy a odiar a la persona que es capaz de mantenerme de pie aunque me estén pegando golpes para caerme? Es algo imposible, bueno improbable. El día que tenga separarme de él, lo pasaré mal. Estamos creciendo y está claro que en nuestro destino no está escrito que tengamos que vivir ambos bajo el mismo techo.

Salgo de la ducha, y solo me quedan dos minutos y medio para arreglar. Sólo dos minutos para ahorrarme las voces de mi hermano mayor gritándome que baje corriendo o él se va. Sé que son amenazas insignificantes, y sé que no se irá sin mí, pero la presión me agobia y me pone de mala leche. Cosa que es muy común en él. Sí me regala los mejores días, pero también me hace ponerme cabreada con sólo dos palabras.

Me coloco mis pitillos vaqueros de color amarillo. Las converse bajas blancas y una camiseta de mangas cortas que deja mi barriga un poco al descubierto. Me desenredo el pelo, y me coloco una diadema blanca a conjunto con la camiseta y las zapatillas, y me echo un poco de mi perfume favorito. Estoy lista. Tiempo récord. Dos minutos.

- ¿Te queda mucho?
- No, pesado. Cojo las cosas y nos vamos.
- Vale.

Cojo las gafas de sol, y todas las demás cosas para meterlas en la mochila. Y hoy, no sé porque me apetece sacarme la cámara. Quizás, surja un día de fotos. No hay nada mejor que hace.

|| Narra Justin ||

Estoy en el parque sentado con Chaz, Nolan, Ryan y Chris. Estamos esperando a las chicas y a Michel que no terminan de venir. Nuestra conversación es mínima ya que estamos o con el móvil, o fumando.

- Tío, esto parece un velatorio.
- Nos espera así toda la tarde, no hay planes mejores, bro - añade Somers.
- Me niego - dice Ryan dándole la última calada a su cigarro.
- Yo también me niego, esto es insoportable - dice Nolan.
- Bueno, yo ya sabéis lo que pienso - digo yo sacando un cigarrillo de mi mochila.
- ¿Y qué hacemos? - dice Chaz.
- No sé, man. Algo. Tú eres un perezoso.

Y se me viene una idea a la cabeza. Esta tarde será divertida. Carcajeo por mis adentros.

|| Narra Tara ||

Michel está enfadado conmigo. Al final, he decidido ponerme un short vaquero y he tardado dos minutos más de lo acordado. Le miro con carita de cachorro, y hago que termine carcajeando. Está listo, me ha perdonado. Michel es de enfado rápido, es decir se enfada por todo y al rato se le ha olvidado que estaba enfadado. Otra cualidad más de él que me encanta. A días, me encantaría parecerme un poquito más a mi hermano en muchos aspectos, lo que está claro es que yo soy mucho más guapa.


Llegamos al parque y al fondo se encuentran todos. Ya solo faltamos Michel y yo. Ryan llama a Michel porque tiene algo que contarle.  Traman algo y puedo notarlo en la mirada de Justin. Le conozco y sé que tiene algo entre manos, y algo no muy bueno. Me asusta.

- Taaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaara - dice Desirée a lo lejos.
- Voy chicas. Un momento.

Camino hasta dónde está mi hermano con Ryan, y le miro de una manera algo cómplice. Cojo mi móvil de su bolsillo, y camino hasta dónde están las chicas.

[…]

Los chicos vienen hacía nosotras. Michel corre hasta Kels para cogerla en brazos y darle un beso. Es su forma de recibirse. Ryan camina hasta Desi para hacer lo mismo. Chaz camina hasta Alex para decirle algo al oído que hace que esta se sonroje. Sí, Alex y Chaz están juntos. Llevan juntos todo el invierno. Él iba a verla a California, y nadie sabía nada. Ni yo, que soy la mejor amiga de Alex. Y por último, Nolan. Que no es Nolan Murray el mejor amigo de Justin, es Nolan Smith camina hasta Marie también para saludarla. Y entre todos esos, estoy yo que me encuentro mirándoles como una estúpida mientras pienso en lo maravilloso que sería que tú y yo estuviésemos juntos, y estas tu que te encuentras cómo yo o en peores condiciones.

- ¿Estáis listos? - pregunta Justin.
- Sí. - dicen los demás.

Cuando menos me quiero dar cuenta estoy en volandas. Justin me ha cogido y se dirige hasta la fuente. Espero que no se atreva a tirarme al agua, si no él y yo tendremos algo más que palabras. Los cinco corren al mismo ritmo. Y cuentan tres. Y sí, ha tenido el valor de tirarme al agua con ropa.

|| Narra Justin ||

Dije que esta tarde iba a ser divertida. Estoy sentado en el banco enfrente a la fuente con un ataque de risa que está haciendo que se me salten hasta las lágrimas. Tara está realmente sexy mojada. Esa camiseta hace que se le transparente el sujetador. Es azul, de encaje. Y le rellena bastante bien.

Las chicas salen de la fuente, todas ríen menos Tara. Este asunto ya es algo más personal. Todas corren hacia sus novios, o mejor dichos llamémosle relaciones de verano con una sonrisa de oreja a oreja.

- ¡Bieber! Corre.
- ¿O si no que?
- Si no te mataré - dice divertida.

Se desprende de sus converse blanca y empieza a correr detrás de mí por el césped. Mi respiración está agitada porque no puedo dejar de reírme, y no sé si aguantaré mucho más corriendo sin que me pille.

|| Narra Tara ||

Llevo diez minutos corriendo detrás de Justin. Se me ha olvidado el motivo de porque lo estoy haciendo. Sólo sé que me siento bien. Estoy cómoda. No puedo parar de reírme. Me siento feliz.

Justin se tropieza y cae al suelo. Cojo velocidad e intento llegar hasta dónde está él, cuando de repente caigo. Justo a su lado.

- Vale, me rindo - dice en un suspiro.
- Sabía que terminarías rindiéndote. Quizás no sea demasiado buena cogiendo velocidad, pero tengo mucha resistencia ¿sabes? - digo cogiendo una bocanada de aire - Venga, vamos con los demás. No estarán esperando. Llevamos diez minutos dando vueltas a este parque cómo estúpidos.
- Dos estúpidos enamorados.
- Estúpidos, sin más. La gente no sabe si estamos enamorados o no, para ellos somos simples estúpidos. Venga, levántate.
- No. Yo me quedo aquí.
- Está bien.

Me levanto de un impulso. Cuando siento que mi cuerpo vuelve a caer. Esta vez cae encima de él.

Hacía demasiado tiempo que no le sentía tan cerca. Puedo notar su agitada respiración en mi cuello. Escucho a su corazón latir cada vez más rápido. Está nervioso. Lo sé. Lo presiento. A penas nos separan dos centímetros  y medio.

- Echaba de menos ver tus ojos desde tan cerca.
Y se acerca un poco más a mí. Ahora estamos sentado uno enfrente del otro. Estoy colgada en sus ojos. Esos ojos miel. Esos ojos miel que me vuelven completamente loca y que cada vez que se cruzan en mi vida, terminan poniéndola patas arriba.
- Yo realmente digo sincera echo de menos tus besos.
- Estas tardando en darme un, Weasly.
Y ¡boom! Un millón de mariposas vuelven a retomar mi estómago. Cuando él me llama Weasly suena un poco mejor, incluso.
-Eh, Bieber — digo recortando la distancia — para que te de un beso, tienes que merecértelo.
- Te encanta hacerme sufrir — dice él acercándose a mí un poco más. Ahora solo nos separa medio centímetro. Nuestras respiraciones agitadas chocas - tú también lo estás deseando - termina añadiendo.
- Quizás sí.
- ¿Quizás?
- Venga, Bieber.
- Tara, bésame ya — dice ahogado — por favor.
- ¿Es una orden?

Y cuando menos me quiero dar cuenta. Sus labios han capturado los míos. Son besos dulces. Besos con sabor a ‘te necesitaba’. Besos lentos.

- No sabes la falta que me haces.
- Cállate.

Y esta vez soy yo la que se lanza a sus labios. Ahora, nuestras lenguan se encuentran en un duelo de haber quién es la que se apodera de la boca del otro. Un duelo de pasión. Una lucha por no abandonar la boca del otro. Podría pasarme así pegada a él toda mi vida.

-Tara, déjame decirte una cosa — dice dándome un tierno beso en los labios — te quiero.
- Y yo.

Y de nuevo una ronda más de besos.

|| Narrador ||

Hay días en los que la necesidad de tener una persona a tu lado que día a día te demuestre lo mucho que le importas es mayor a cualquier otra necesidad, incluso a la necesidad de respirar. Cuando esa persona está lejos de ti sientes que tu mundo se va haciendo más y más pequeño. Es más, sientes que tu vida no tiene ningún tipo de sentido si él no forma parte de ella. El motivo por el que se termina es igual, lo único que importa es que ya no está esa persona haciéndote tus días más especiales, o diciéndote que te quiere entre besos y beso. Que ya no habrá más despedidas a las doce de la noche cuándo cada uno vuelve a casa, y no habrá esas eternas ganas de tenerle a tu lado, en tú cama las veinticuatro horas del día, que ya no habrás más noche de lujuria desenfrenada y que tú ya no serás el motivo de sus sonrisas.

Pero por algún motivo, el destino vuelve a poner en tu camino a una persona que te haga sentir lo mismo, o incluso parecido, incluso a veces vuelve a ponerte a la misma persona. Porque la vida está llena de segunda oportunidades, de trenes que vuelven a pasar para que esta vez no los dejes escapar.

Tara y Justin tiene otra oportunidad. La oportunidad de volver a hacer feliz el uno al otro, y el otro al uno. La oportunidad de tener que dejar de echar de menos lo que un día necesitaron. La oportunidad de quererse hasta que el sol se apague, o el oxígeno sea lo menos importante de nuestra existencia.

-Te quiero — dijo él robándole otro beso más.
-No más que yo — replicó ella apoyada en su pecho con la mirada pérdida en cualquier lugar, y una sonrisa inconsciente en su boca.
-Te prometo que recuperaremos todo el tiempo perdido dijo el sonriendo.
- No me defraudes, idiota.


Y otro beso más. 

Da RT AQUÍ. si has leído el capitulo treinta y cuatro de 'me enamoraste con odio' para poder avisarte.

*****

Hola. Soy Inés, la gran mayoría me conocéis por Hini. Bueno, os quería dar las gracias por leer mi novela. Sé que este invierno he subido de mil en mil, pero he estado demasiado ocupada. Sé que os he echo sufrir bastante con la separación de los personajes, y también se que dejé la novela aparcada durante un tiempo. 
El caso, es que gracias por leerla. Sin vosotras no sería posible escribir. Porque escribir para que nadie lo lea, es algo estúpido. 

El caso, es que gracias. Si queréis darme vuestra opinión sobre el capitulo, ya sabéis. Mi twitter es @biebsdrauhl_ y si no debajo con un comentario.

jueves, 18 de julio de 2013

36.


· Capitulo 36.

|| Narra Tara ||

Podía sentir cómo el aire daba de lleno en mi cara y despeinaba mi larga melena morena. También sentía cómo sus manos apoyadas en las mías mientras íbamos montados en aquella moto a aquel misterioso lugar.

La sensación de sentir su respiración en mi nuca hace que todas las mariposas que están esparcidas por mi cuerpo se concentren en un único punto, mi estómago. Y ahí, comienzan a revolotear creándome cosquillas, y ganas de reír sin motivo alguno. Aunque quizás el motivo de tener ganas de reír es porque solo somos tú y yo ahora mismo, y el lugar, el tiempo o la hora, o incluso todas las personas que nos rodean son segundarias. La sensación de tener a Justin cerca es una de las mejores sensaciones que he vivido a lo largo de toda mi vida. Es como cuando por primera vez te haces independiente, y dejas de tener miedo a la oscuridad. Es algo que te hace sentir grande y a la vez pequeña. Es algo difícil de explicar. Justin es el grano de sal en mi azúcar, y la gota de oxígeno en mi sangre. Es lo que me da fuerzas día a día para seguir luchando por todo. Quizás no salga bien, pero sé que el tiempo que estemos juntos será para no olvidar. Porque ha marcado mi vida.

Al fondo, puedo ver cómo una especie de montaña. Hace cómo diez minutos que hemos dejado atrás las grandes calles llenas de palmeras de Miami. La intriga y el nerviosismo empiezan a hacerse dueña de cada milímetro de mi cuerpo, y la risa nerviosa se está empezando a apoderar de mí también. ¿Por qué tanto misterio?

Sonrió al aire al pensar que quizás él quiere que no sea un día más en nuestro calendario, y quiere que este día sea más especial que todos los demás, aunque para mí con Justin todos los días son especiales, aunque el miedo esté dentro de mí y no esté segura de todo lo que estoy haciendo.

Adoro cuándo él se comporta conmigo cómo un friqui enamorado conmigo, y deja de lado su lado chulesco y prepotente, cuándo intenta hacerme sentir especial y no le importa lo que piensen los demás.

Lo más arriesgado de toda esta relación es que el siente mucho más que yo. Sé que no estoy a su altura, y sé que el da más por mí de todo lo que yo doy por él, pero vivo con la esperanza de que algún día, ambos queramos igual, y ambos sintamos lo mismo.

Ya hemos llegado — dice bajándome de la moto de un salto.
Esto es precioso, Justin — digo dándole un tierno beso en los labios — ¿cómo sabias que esto estaba aquí?
Aquí es donde yo venía cada día de verano después de dejarlo con mi ex novia. Esa que me puteo tanto la vida. Un día cogí mi moto y empecé a andar por la carretera, hasta que terminé aquí. No me preguntes cómo Tara, porque no sé porque razón solo sé que terminé aquí. Y desde ese día, aquí es cuando vengo cuando estoy mal los días de verano. — dice en un susurro.
Esto es precioso Justin. Las cascadas me recuerdan a unas vacaciones que pasé con mi familia antes de que pasara toda la mierda que está pasando. Y el olor a campo me recuerda a cuando era pequeña y vivía en aquella granja pérdida del mundo industrial. — Digo sonriendo — gracias.

Coge mi mano y comenzamos a andar. Subimos una pequeña cuesta y caminando un poco nos colocamos en un pequeño acantilado que da con el marantial. El paisaje es precioso. Los pájaros canturrean. El sol parece divertir. Las nubes son invisibles. El ruido de la cascada relaja. Este sitio es perfecto. Y por cosas así cada día le quiero más, y estoy más segura de que quizás él sea el hombre de mi vida, y el padre de mis hijos. El futuro ahora es lo que menos me importa, solo solos él y yo. Aquí, en este paraíso perdido del mundo.

¿Te gusta? — dice  clavado en mis ojos.
¿Estás de broma? Me encanta. ¿Sabes el tiempo que hacía que no me sentía así de libre? — Carcajeo — me siento cómo un pájaro fuera de una jaula.
—Entonces todo está genial ¿no? — dice dándome un tierno beso.
—El lugar no importa siempre y cuando tú estés conmigo, Justin.
—Aún no logro entender cómo paso todo esto, Tara — dice echándose hacia atrás en aquella especie de césped.
—Yo tampoco sé cuál fue el momento exacto en el que empecé a enamorarme de ti, aquel momento en el que empezaste a enamorarme con odio. — digo tumbándome a su lado mientras apoyo la cabeza en su pecho.
— ¿Te enamoré con odio? — Carcajea.
—Sí, me enamoraste con odio.

Y comienza a dibujar pequeños círculos en mi cabeza al son que toca mi pelo cómo si fuese el último día en el que estaremos juntos. Cómo si no hubiese un mañana y el sol fuese a apagarse para siempre.

Nunca te duerma sin sueño, ni sueñes sin ganas, no bebas agua sin sed, ni comas sin hambre, tampoco corras si no es necesario, y no tengas prisa para encontrar algo que algún día llegará, pero sobre todo nunca digas que odias a algo que al final terminarás amando, porque se puede odiar después de amar, pero también amar después de odiar. Y eso me pasó a mí, me quede enganchada en su sonrisa cuándo días antes era lo que más odiaba de él, o simplemente yo creía eso.

El sol da de lleno en nuestras caras. Estoy tumbada su lado mientras él va dejando rastros de besos por mis mejillas, mi cuello e incluso alguna vez que otra ha rozado mis labios.

¿Te vienes? — dice levantándose y quitándose su camiseta.
¿A dónde? — Carcajeo — No sé porque preguntas, ya sabes que yo contigo me iría al fin del mundo si hiciese falta.
Quítate la ropa, y dame la mano Tara. Venga, confía en mí. — dice guiñándome un ojo.

Y no lo dudo. Dejo mis vaqueros, mi camiseta y mis vans encima de la rama de un árbol, y me agarro a su mano.

Enserio, Justin ¿dónde vamos?
—A ser felices — susurra.

Y cuándo menos me quiero dar cuenta me encuentro suspendida en el aire bajando a toda velocidad por el acantilado hacia abajo. La sensación es increíble siento como si todas mis extremidades estuviesen esparcidas por el aire e incluso alguna se hayan quedado ahí arriba, aunque lo mejor de todo es sentir su mano agarra de la mía.

     No me sueltes nunca — grité.
     Weasly, contigo hasta el final de mundo. Si te estampas tú, yo me estampo contigo.

Y al final hemos llegado abajo. Comienzo a reír tanto que me duele hasta el estómago. Al final, vivir arriesgando es la mejor manera de disfrutar cada paso que vas dando, ya sea en falso o no.

[…]

Estoy en el largo, debajo de la cascada para ser exactos. Justin está haciéndose unos largos según él, y simplemente está de un lado a otro debajo del agua cómo tal carpa. Comienzo a nadar y a nadar, y siento cómo unas manos se posan en mis ojos. Es él, lo sé. Carcajeo de forma inmediata. Las manos desaparecen de mis ojos para colocarse rodeando mi cintura, y apoya su barbilla en el hueco que hay entre el cuello y el hombro. Suelta un beso mojado allí. Y me susurra algo al odio que no logro entender.

Cuando estás enamorada aunque en tu relación hayan pasado mil y una cosa malas y solo novecientas buenas, la parte mala pasa a seguir segundaria, de tal forma que perdonas todo lo que haga. Olvidas si alguna vez te ha humillado, insultado, tratado mal, amenazado u obligado a hacer algo que tú en ese momento no querías hacer. Ya no importa quizás que te haya deseado la muerte, o que te haya llamado puta o fácil, porque él es lo más necesario en tú vida. Es cómo el cigarrito para el fumador, el sol en el cielo, la lluvia en el mes de abril, un grano de cal en una montaña de arena, el oxígeno de tus pulmones, tú estabilidad, él pasa a ser todo. Todo lo que tú crees que necesitas para poder sobrevivir a esto que llamamos vida.

Me encanta cuándo estoy cerca y tú corazón y tu respiración comienzan a ir cómo a doscientos por hora — susurra en mi oído.
A mí me encanta cuándo juegas sucio de esta manera — cojo aire — me encanta cuándo me susurras al oído que te encanto intentando que me estremezca y corra a besarte — digo dándome la vuelta para quedarme mirando a sus ojos miel — pero esta vez no te saldrás con la tuya. — carcajeo de nuevo.
No te puedes resistir a besarme.
Ya lo hice ¿recuerdas? Hace un año, y justo el día que volví a pisar Miami, no me desafíes Bieber, sabes que puedo dejarte cómo tal chicle en el suelo — digo dejando un tierno beso en la comisura de sus labios.
¿Quién está jugando sucio ahora, Weasly? — dice tragando saliva.
No sé, pero te veo algo desesperado ¿no? — susurro esta vez yo en su oreja — desesperado por besarme.
¿Por qué no me besas ya y te callas?
Cállame con un beso — término diciendo divertida.

Y no se lo piensa dos veces. Se lanza a mis besos con ternura, y poco a poco comienza a subir la intensidad, pide paso para hacerse el dueño de mi boca una vez más. Comienzo a reír en su boca. Y él ríe en la mía. Vuelve a rozar nuestros labios, al mismo tiempo acaricia mi espalda. Mis manos están enredadas en su pelo cómo siempre, y acarician su cuello de tal manera que hace que sus pelos se pongan de punta. Suelto un grito ahogado en su boca. Y el ríe.

—¿Para toda la vida? — susurra en mi boca.

—Hasta dónde el destino quiera, pero estoy dispuesta a arriesgar solo por ti — digo mientras apoyo mi cabeza en su pecho.

                     *******                                              

Buenas, primero de todo me quería volver a disculpar por tardar tanto tiempo en subir, pero con esto de que es verano y salgo, a penas tengo tiempo para escribir. Gracias por vuestra paciencia.

Si queréis que os avise, dad RT al enlace que dejo, si no me es imposible recordar todos los users, y es más complicado para mí ¿vale?

DA RT AQUI SI HAS LEIDO EL CAPITULO 36 Y QUIERES QUE TE AVISE.

martes, 9 de julio de 2013

35.


· Capitulo 35.

· Al día siguiente…

A días en los que te arrepientes de haber dado algún paso hacia delante, días en los que piensas que tus decisiones no son las correctas, días en los que solo quieres quedarte encerrada en tu habitación y que todos los recuerdos reboten en las cuatro paredes que la crean, días en los que sólo quieres tumbarte en tu cama y ver cómo las lágrimas empapan tus mejillas. Días en los que aunque el solo haya salido tú día está gris, oscuro, nublado y frío… En los que sabes que no merece la pena sonreír sin motivo.

Tara tiene miedo. Tiene miedo de que esta vez no sea la definitiva. Tiene miedo de volver a perderle para siempre, tiene miedo de volver a enamorarse cómo ya lo hizo hace un año de la misma persona, Justin. Tiene miedo al pensar que Septiembre llegará dentro de nada y volverán las despedidas, las separaciones, los malos tragos, los malos ratos, el echar de menos, las discusiones, las necesidades, llegará el día en el que dejarán una vez más de ser uno para volver a ser dos. Que ya no será un ellos si no un él y ella.

Justin está ilusionado. La vuelve a tener, o eso piensa. Después de todo lo que pasó ayer tiene más claro que nunca que no quiere volver a perderla, aunque él también tiene miedo porque Septiembre asomará cuando menos te lo esperes, y volverán a lo de siempre.

A veces, aunque el destino haga que pase dos veces el mismo tren, lo terminamos perdiendo por estúpidos o por ilusos.

|| Narra Tara ||

Sé que es la hora de levantarme de la cama, pero mi cuerpo me pide que no lo haga. Más bien mi mente. No sé cómo voy a reaccionar al verle. Sé que lo que pasó ayer quizás parece el comienzo o la vuelta a lo que ya habíamos tenido antes, pero no estoy segura de eso. No quiero volver a pasarlo mal. No quiero volver a pasarme las noches llorando porque no le tengo a mi lado cuándo más lo necesito. Sin sus abrazos. Sin sus besos. Sin sus te quiero. Sin él.

Es difícil hacerte a la idea de que algún día tendrás que separarte de lo que más quieres, de que algún día todo esto se volverá a esfumar porque cada uno volverá a su camino. Ahora, todo es bonito. Estamos juntos. Nos queremos. Le puedo ver todos los días con tan solo levantar mi persiana cuándo me despierto cada mañana, le puedo tener cuándo quiera para mí sola. Lo malo viene después. La distancia.

La distancia. Eso que mata sin existir. Eso que te hace sufrir sin apenas saber cómo expresarla o cómo sentirla. Eso que no existe pero se te clava cómo tal cuchillo. Eso que te separa de todo lo que realmente quieres. No es fácil mantener una relación a distancia, aunque tampoco es imposible. Realmente, hoy no es mi día y tan solo son las doce y media de la mañana.

Doy un salto de la cama y en mi radio suena ‘always be together de little mix’.
Ojala todo fuese para siempre. Ojalá no hubiese distancia, y ojalá las despedidas y los finales no existiesen. Pero hay una gran verdad universal que todos debemos afrontar queramos o no, al final todo se acaba. El último día de verano, el último capítulo de un buen libro, separarte de una buena amiga, el café se termina enfriando, el final de tú mejor fiesta, el cigarrillo que se consume en tus manos. Todo termina para dar paso a algo mejor, o quizás no. El invierno termina para dar paso al cálido otoño, el frío se acaba para dar paso al calor, las clases terminan para dar paso a tu verano. Es algo inevitable, y aunque duela todo tiene un final, todo termina para siempre, incluso algún día nuestra propia vida.

Y es inevitable. Mis ojos están llenos de lágrimas que quieren salir, y parecen una piscina. Aprieto los ojos fuerte, e intento aparentar una sonrisa. Es tarde, siento cómo las lágrimas bajan por mis mejillas. Y yo me hago una pregunta, ‘vida, ¿por qué eres tan hija de puta?

     ¿Tara? — dice mi madre mientras golpea varias veces la puerta.
     ¿Si?
Me limpio las lágrimas. Sonrió.
     ¿Puedo pasar?
     Claro, pasa. — digo ‘feliz’


Se acerca a mí y me da un tierno beso en la frente. Mi madre sabe cómo me siento con tan solo mirarla. Ella me entiende. Mi relación con ella es cómo si también fuese parte de mis amigas, una de mis mejores amigas. Mi madre lo sabe todo de mí. Desde mi primer beso, hasta día de hoy.

¿Estás bien pequeña? — dice acomodándose a mi lado. Mientras me acaricia la cabeza de esa forma tan peculiar que ella tiene.
Sí, no es nada — finjo un sonrisa — es sólo que no me encuentro bien — añado — de verdad, no te preocupes. — termino diciendo mientras la doy un tierno beso en la mejilla.
Tara, ¿por qué me mientes? — Dice sonriéndome — te conozco genial.  Sé que no estás bien.
No puedo más, mamá — estallo — ayer Justin y yo nos besamos, pero tengo miedo de seguir dando pasitos, no quiero volver a pasarlo mal cómo este invierno — y rompo de nuevo a llorar.
Eh, cielo. Tranquila. ¿Sabes? Quien no arriesga no gana Tara. De todos modos, tú al año que viene vas a nueva york, y Justin vive allí ¿recuerdas?
Sí mamá, pero es distinto. Yo tengo una universidad, el otra. — sonrío más aliviada.
Sí Tara, pero ya no os separaran tantos kilómetros. Quizás uno, o dos. Él te quiere cielo, se le nota en cómo te mira.
Gracias mamá, eres increíble — digo dándole un tierno abrazo.

|| Narra Justin ||

Es la una y media de la mañana, y aun no sé nada de Tara. Su persiana sigue bajada, y no ha hablado nada por el grupo. Es increíble la necesidad que siento de saber algo de ella. Cómo está, o cómo ha dormido, quizás si ha soñado conmigo. Estoy perdido, estoy enamorado. Y, en serio jamás pensé enamorarme de alguien cómo ella.

Mi tipo siempre han sido las chicas rubias, plásticas sin cerebro. Tara, es distinta a las demás. Si se lo propone puede dejarte mal las veces que quiera, es cabezota incluso más que yo, es prepotente y orgullosa, es inteligente, es todo lo que yo odiaba hace un tiempo, hay un dicho que dice ‘puedes odiar mil cosas hasta que llega alguien que te hace amar todo lo que odiabas’ y eso ha sido lo que me ha pasado con ella.

Para Weasly:

¡Buenos días, idiota! He soñado contigo. Te echo de menos.

De Weasly:

¿Buenos días? Es algo irónico. No son buenos días, Justin. Yo también te echo de menos.

Para Weasly:

Es obvio que no serán buenos días hasta que no vea tú sonrisa. Te quiero.

De Weasly:

Que idiota puedes llegar a ser, Justin. Yo te quiero más.

Para Weasly:

Eso había que comprobarlo, lo de quién quiere más a quien. Sí, soy un idiota. Pero un idiota que te tiene pérdida.

De Weasly:

No sabes lo pérdida que me tienes, desde que has llegado a mí vida la tienes pata arribas. Un poquito más de constancia, por favor. Si no, terminaré volviéndome loca.

Para Weasly:

Yo ya estoy loco por ti.

De Weasly:

Estúpido.

Para Weasly:

Sube la persiana, anda. Quiero verte.
Por cierto, ¿Qué planes tienes para esta tarde?

De Weasly:

Los de siempre ¿y tú?

Para Weasly:

¿Te vienes conmigo?

De Weasly:

¿Esto es una cita? Bieber, estás perdiendo facultades, jaja.

Para Weasly:

¿Quién es la idiota ahora? Contesta, sí o no.

De Weasly:

No, es que ya tengo planes ¿sabes? He quedado con mi vecino. El de la acera de enfrente, está de bueno… Ya quizás otro día, ¿vale?

Para Weasly:

Vale. Tú vecino te pasará a recoger a las cuatro y media ¿no? O eso tengo entendido…

De Weasly:

A las cuatro y media me viene bien. Te amo, Justin.



|| Narra Tara||

Son las tres y media. Y aún no he comido. Odio comer cuándo mi padre está en casa. Mi padre tiene problemas con el juego y el alcohol, e incluso ha hecho sufrir demasiado a nuestra familia, aunque la única que sabe toda esa mierda soy yo.

· Dos años atrás...

Eran las doce de la noche, y Carolina y yo veníamos de la fiesta del Blair. Estefanía Blair. La chica más popular de nuestro instituto. Caminábamos por la calles de Atlanta entre risas y carcajadas, y algún que otro tropezón. El alcohol era dueño del cuerpo de Carol. No podía mantenerse en pie.

Cruzábamos la calle dónde están todos los restaurantes de lujos, y en ellos podíamos ver a parejas reglándose la mejor de sus sonrisas. Pasando por el ‘truffa’ al fondo vi a un hombre bastante parecido a mi padre.

Carol, ese es mi padre — dije aguantándome las lágrimas.
No seas estúpida, Tara. Tu padre debe estar en casa durmiendo, mira la hora que es.
Carol, reconocería a mi padre en cualquier parte del mundo. Y esa forma tan peculiar de arrugar la nariz mientras sonríe. Es él. No hay duda.
—Llámale por teléfono, y si lo coge estarás segura de que es él.

Y no dudé. Necesitaba salir de dudas. Cogí mi teléfono móvil y marqué el número de mi padre. Un tono. Dos tontos. Tres tonos y cuando está a punto de saltarme el contestador, lo coge.

¿Si?
¿Dónde estás, papá?
Estoy en casa, Tara. ¿Dónde voy a estar?
¿Puedes venir a por mí? Estoy enfrente del ‘truffa’
—No Tara, ahora mismo no puedo — dice algo nervioso.

Las lágrimas caían de mis mejillas. No cabía duda, era él. Él estaba sentado en aquella mesa al fondo del restaurante con otra mujer, haciéndole caricias y quizás regalándole algún que otro ‘te quiero’

Entré en el bar y le busqué con la mirada. No se había levantado de aquella mesa. Corrí hasta dónde estaba, y comencé a bufar de rabia y a llorar. Todo el mundo nos miraba y sé que estaba haciendo un espectáculo pero aquel cabrón, el que decía llamarse mi padre, estaba agarrado a las manos de otra mujer, y no era ningún familiar. Conozco a toda mi familia a la perfección.

—Eres un grandísimo hijo de puta ¿sabías?
—Controla tu lenguaje, señorita.
No te mereces mi más mínimo respeto. Tienes una familia, mujer e hijos. ¿Qué haces con esta perra aquí?
Controla tu lenguaje Tara Weasly.
¿O qué? ¿Me vas a pegar? No será la primera vez que lo haces.
Cállate, estúpida. Estas formando un numerito.
Es lo mínimo que te mereces, por cabrón.
—Mañana hablaremos sobre el tema, Tara.
Yo no tengo nada que hablar contigo. Yo no tengo padre.

Y en aquel momento sentí como su mano, ardiente, llena de odio tocaba mi piel. Estaba furioso, pero yo lo estaba más. Agarré a Carol fuerte de la mano, y salimos corriendo de allí. Fue, el peor día de mi vida.


|| Narra Tara ||

Desde aquel día no puedo mirar a mi padre a la cara. Mamá sabe que mi relación con él nunca ha sido perfecta. Yo nunca he sido la hija pija que él esperaba, ni una chica de sobresalientes alto. Siempre he sido la típica chica que usa vaqueros y vans, y de notables. Para él, el claro ejemplo a seguir es mi hermano Michel, o hasta hace tiempo lo era.

¿Tara no vas a comer? — pregunta el estúpido desde el otro lado de la puerta.
Mientras estés tú no, ya comeré algo por ahí, ahora largo. Déjame vivir.
Te comportas cómo una cría.
Me comporto cómo yo quiero, tú no eres nadie en mi vida ¿recuerdas? Te lo dejé muy claro el día que te vi dándote el lote con otra.
Cállate.
¡Olvídame! Que para mí, estás muerto.

Y se hace el silencio. Por el silencio sé que ha bajado a comer con los demás. Sólo me queda media hora para prepararme, he quedado con Justin en media hora, y aún no sé ni que ponerme, sinceramente hoy es uno de esos días en los que es mejor no levantarse de la cama.

|| Narra Justin ||

Son las cuatro y media. Salgo de casa y en un minuto estoy en casa de Tara. Estoy nervioso. Hoy no saldremos con los demás. Hoy haremos algo especial, sólo de nosotros.

Llamo al timbre, un toque. Y espero a que abran la puerta. Una mujer de estatura media, pelo moreno y ojos azul cielo está enfrente de mí. Tiene una sonrisa amplia, y en sus ojos se refleja la humildad. Es la madre de Tara.

—Pasa, cielo — dice dejándome paso — Tara bajará en unos cinco minutos. Michel está en el salón.
—Gracias Alisson — digo devolviéndole la sonrisa.

Camino hasta el salón. Y escucho como Alisson avisa a Tara de qué ya he llegado. Michel está sentando mientras juega con sus primos pequeños. Sus abuelos miran el telediario, y su padre se fuma un cigarrillo rubio mientras le da un trago a una copa de whisky.

— ¿Tú debes ser el amigo de Tara no? — dice la viejecita.
—Sí, soy yo. Encantado. — sonrió tímidamente.
—Trátala bien, Tara se merece lo mejor del mundo.
—Sí, señora. Tara es increíble, créeme. La cuidaré cómo si de oro se tratara.
—Llámame, Marta, por favor. Ahora eres cómo de la familia — carcajea.
—Marta, no molestes al chico — dice esta vez el hombre calvo con pinta de veinteañero.
—Tranquilo, señor. No molesta.
— ¿Señor? ¡Oh, no! Aunque no fueses parte de esta familia, llámame John.
—Vale, John — y carcajeo.

La situación es algo incómoda. El padre de Tara me mira de arriba abajo, y me estoy empezando a incomodar demasiado. La madre de Tara, Ali, cómo le llaman en su casa entra al salón.

—Justin, veo que ya conoces a los abuelos. Aquel, el de la mesa con cara de perro ahora mismo, es el padre de Tara, se llama Marco.
—Ajá — asiento y luego sonrió — no le tomes en cuenta sus caras, ya sabes…
—Sí, Tara me contó algo hace tiempo.
—Y bueno a Michel ya le conoces, y aquellas dos pequeñas son Marie y Jade. — dice sonriendo.
—Está bien, gracias Alisson. Ahora, me quedo mucho más tranquilo — bromeo.

Y en ese momento aparece mi salvación. Tara baja las escaleras con unos shorts vaqueros desgastados, una camiseta de ‘chicago 23’ y unas vans. Esta preciosa.

|| Narra Tarra ||

—¿Dónde me llevas?
—Es una sorpresa, Tara.
—No me gustan las sorpresas.
—Sí, te encantan.
—De este tipo no, y encima pretendes que me suba en la moto.
—Sí.
—Me niego.
—Venga, Tara. No seas aguafiestas.
—Pf — bufa — es que me da miedo.
—Mira, tú te montas delante y yo iré detrás. Yo conduciré, pero así estarás más segura, ¿de acuerdo?
—Si no queda más remedio.

Justin se acerca a mí y deja un beso mojado en mis labios. Sabe cómo hacerme sentirme bien cuando mi día estás más nublado que la vista de un tipo que camina sin gafas por miedo a que se rían de él.

— ¿Estás lista?
—Ajá — sonríe —  confío en ti. Espero que me guste el lugar que sea.
—Te encantará, estúpida.


Y vuelve a besar mis labios. Parad el tiempo por favor. Me quedaría en este momento el resto de mi vida.

                                                    *********************
Hola. Bueno, primero de todo quería pedir perdón por tardar tanto en subir, pero es que con esto del verano, pues salgo más de casa y por las mañanas estudio para Septiembre, y a penas tengo tiempo de escribir. Intento subir lo antes que puedo. Enserio.
Y después, lo siento, sé que este capitulo no ha sido gran cosa por mi imaginación está por los suelos, os compensaré con uno mucho mejor, os lo prometo.
Gracias por leer. Sí queréis opinar sobre mi novela, ya sabéis. 
Mi twitter es:  @biebsdrauhl_
Mi tuenti: Arianne Brandon
Y si no podéis dejarme un comentario ahí abajo.

Dad RT a este tweet y así podré avisaros. 

¡GRACIAS POR LEER UN CAPITULO MÁS! <3

martes, 2 de julio de 2013

34.



Capitulo 34.

|| Narra Tarra ||

El olor a café se cuela por mis fosas nasales haciendo que me despierte con una sonrisa. Amo el olor a café por la mañana, junto al olor de las tortitas que mi abuela prepara. Están demasiado ricas y son algo irresistibles.

Me levanto de la cama de un pequeño salto. Y camino hasta el ventanal para subir las persianas y abrir la ventana para ver el día que hace hoy. Aunque por el ambiente que hay en mi habitación parece hacer más calor que de costumbre. Y así es, no me equivoco un día más soleado en Miami, un día más de verano.

Y al fondo estás tú. Sentado en tu ventanal mirando hacia mi ventana. Lo sé. Te presiento. Sonríes al verme recién levantada, sé que te gusta verme así. Me quedo observando diez minutos tu ventana, y estoy enganchada en tú sonrisa. Cuando de repente, sacas papel escrito a rotulador rojo en el que pone ‘bésame, estúpida’ y no puedo evitar reír. Me doy la vuelta en busca de un papel y un folio para poder contestarte, y al final lo encuentro y en él escribo ‘Bieber, suplicar no es lo tuyo. Déjalo’ al que me contestas con un ‘bésame, y cállate ya’ y no puedo evitar carcajear. Lanzo un beso al aire, y cojo de nuevo el folio ‘date por besado, idiota’ y me voy dejándote con una sonrisa de oreja a oreja que yo misma he creado de forma inconsciente.

Bajo las escaleras dando pequeños saltos y tarareando una de mis canciones favoritas ‘let it be’ de The Beatles. Amo esa canción, y me ha acompañado a lo largo de la vida. Es cómo mi banda sonora. Mi mamá me la cantaba de pequeña, y yo recuerdo que me quedaba colgada en su mirada. Recuerdo que brillaba, y que ella se sentía feliz cantándola. Y ahora, se siente feliz cuando soy yo quien la canto.

- ¡Buenos días! - digo dándole un muerdo a una de las tortitas.
- Hola, fea - dice Michel.
- ¿Y mamá? - pregunto confusa - O sea, yo creía que era ella la que estaba haciendo café.
- Y lo era, pero hace diez minutos Tara. - carcajea.
- ¿Y dónde han ido?
- Han ido al pueblo de al lado a hacer una compras, volverán por la noche.
- Todo el día fuera de casa estos cuatro - carcajeo de nuevo.

Sigo conversando con mi hermano. Carcajadas. Risas. Más carcajadas. Ataques de cosquillas. Contestaciones graciosas. Y así durante una hora y media.

[…]

-¿Vas a venir al parque?
-Sí, supongo.
- Te espero.
- Sí, dame diez minutos.
- No tardes, Tara.
- Que pesado eres, hijo mío

Y ambos carcajeamos.  Michel es lo mejor de mi vida. Él está cuando caigo. Está cuando me equivoco. Está cuando río. Está cuando lloro. Está en cada uno de los pasos que doy. Lo que más adoro de mi relación con él, es que me dice todo tal cual lo piensa. Él es sincero conmigo, y eso es lo que más valoro de todo esto. Sí. Tuvimos nuestra época mala, pero gracias a Dios todo terminó. Aquellos días eran completos infiernos para mí. Cuando le decía que le odiaba, o que me daba real asco me dolía más a mí que a él, nunca he sentido odio hacia él. ¿Cómo voy a odiar a la persona que es capaz de mantenerme de pie aunque me estén pegando golpes para caerme? Es algo imposible, bueno improbable. El día que tenga separarme de él, lo pasaré mal. Estamos creciendo y está claro que en nuestro destino no está escrito que tengamos que vivir ambos bajo el mismo techo.

Salgo de la ducha, y solo me quedan dos minutos y medio para arreglar. Sólo dos minutos para ahorrarme las voces de mi hermano mayor gritándome que baje corriendo o él se va. Sé que son amenazas insignificantes, y sé que no se irá sin mí, pero la presión me agobia y me pone de mala leche. Cosa que es muy común en él. Sí me regala los mejores días, pero también me hace ponerme cabreada con sólo dos palabras.

Me coloco mis pitillos vaqueros de color amarillo. Las converse bajas blancas y una camiseta de mangas cortas que deja mi barriga un poco al descubierto. Me desenredo el pelo, y me coloco una diadema blanca a conjunto con la camiseta y las zapatillas, y me echo un poco de mi perfume favorito. Estoy lista. Tiempo récord. Dos minutos.

- ¿Te queda mucho?
- No, pesado. Cojo las cosas y nos vamos.
- Vale.

Cojo las gafas de sol, y todas las demás cosas para meterlas en la mochila. Y hoy, no sé porque me apetece sacarme la cámara. Quizás, surja un día de fotos. No hay nada mejor que hace.

|| Narra Justin ||

Estoy en el parque sentado con Chaz, Nolan, Ryan y Chris. Estamos esperando a las chicas y a Michel que no terminan de venir. Nuestra conversación es mínima ya que estamos o con el móvil, o fumando.

- Tío, esto parece un velatorio.
- Nos espera así toda la tarde, no hay planes mejores, bro - añade Somers.
- Me niego - dice Ryan dándole la última calada a su cigarro.
- Yo también me niego, esto es insoportable - dice Nolan.
- Bueno, yo ya sabéis lo que pienso - digo yo sacando un cigarrillo de mi mochila.
- ¿Y qué hacemos? - dice Chaz.
- No sé, man. Algo. Tú eres un perezoso.

Y se me viene una idea a la cabeza. Esta tarde será divertida. Carcajeo por mis adentros.

|| Narra Tara ||

Michel está enfadado conmigo. Al final, he decidido ponerme un short vaquero y he tardado dos minutos más de lo acordado. Le miro con carita de cachorro, y hago que termine carcajeando. Está listo, me ha perdonado. Michel es de enfado rápido, es decir se enfada por todo y al rato se le ha olvidado que estaba enfadado. Otra cualidad más de él que me encanta. A días, me encantaría parecerme un poquito más a mi hermano en muchos aspectos, lo que está claro es que yo soy mucho más guapa.


Llegamos al parque y al fondo se encuentran todos. Ya solo faltamos Michel y yo. Ryan llama a Michel porque tiene algo que contarle.  Traman algo y puedo notarlo en la mirada de Justin. Le conozco y sé que tiene algo entre manos, y algo no muy bueno. Me asusta.

- Taaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaara - dice Desirée a lo lejos.
- Voy chicas. Un momento.

Camino hasta dónde está mi hermano con Ryan, y le miro de una manera algo cómplice. Cojo mi móvil de su bolsillo, y camino hasta dónde están las chicas.

[…]

Los chicos vienen hacía nosotras. Michel corre hasta Kels para cogerla en brazos y darle un beso. Es su forma de recibirse. Ryan camina hasta Desi para hacer lo mismo. Chaz camina hasta Alex para decirle algo al oído que hace que esta se sonroje. Sí, Alex y Chaz están juntos. Llevan juntos todo el invierno. Él iba a verla a California, y nadie sabía nada. Ni yo, que soy la mejor amiga de Alex. Y por último, Nolan. Que no es Nolan Murray el mejor amigo de Justin, es Nolan Smith camina hasta Marie también para saludarla. Y entre todos esos, estoy yo que me encuentro mirándoles como una estúpida mientras pienso en lo maravilloso que sería que tú y yo estuviésemos juntos, y estas tu que te encuentras cómo yo o en peores condiciones.

- ¿Estáis listos? - pregunta Justin.
- Sí. - dicen los demás.

Cuando menos me quiero dar cuenta estoy en volandas. Justin me ha cogido y se dirige hasta la fuente. Espero que no se atreva a tirarme al agua, si no él y yo tendremos algo más que palabras. Los cinco corren al mismo ritmo. Y cuentan tres. Y sí, ha tenido el valor de tirarme al agua con ropa.

|| Narra Justin ||

Dije que esta tarde iba a ser divertida. Estoy sentado en el banco enfrente a la fuente con un ataque de risa que está haciendo que se me salten hasta las lágrimas. Tara está realmente sexy mojada. Esa camiseta hace que se le transparente el sujetador. Es azul, de encaje. Y le rellena bastante bien.

Las chicas salen de la fuente, todas ríen menos Tara. Este asunto ya es algo más personal. Todas corren hacia sus novios, o mejor dichos llamémosle relaciones de verano con una sonrisa de oreja a oreja.

- ¡Bieber! Corre.
- ¿O si no que?
- Si no te mataré - dice divertida.

Se desprende de sus converse blanca y empieza a correr detrás de mí por el césped. Mi respiración está agitada porque no puedo dejar de reírme, y no sé si aguantaré mucho más corriendo sin que me pille.

|| Narra Tara ||

Llevo diez minutos corriendo detrás de Justin. Se me ha olvidado el motivo de porque lo estoy haciendo. Sólo sé que me siento bien. Estoy cómoda. No puedo parar de reírme. Me siento feliz.

Justin se tropieza y cae al suelo. Cojo velocidad e intento llegar hasta dónde está él, cuando de repente caigo. Justo a su lado.

- Vale, me rindo - dice en un suspiro.
- Sabía que terminarías rindiéndote. Quizás no sea demasiado buena cogiendo velocidad, pero tengo mucha resistencia ¿sabes? - digo cogiendo una bocanada de aire - Venga, vamos con los demás. No estarán esperando. Llevamos diez minutos dando vueltas a este parque cómo estúpidos.
- Dos estúpidos enamorados.
- Estúpidos, sin más. La gente no sabe si estamos enamorados o no, para ellos somos simples estúpidos. Venga, levántate.
- No. Yo me quedo aquí.
- Está bien.

Me levanto de un impulso. Cuando siento que mi cuerpo vuelve a caer. Esta vez cae encima de él.

Hacía demasiado tiempo que no le sentía tan cerca. Puedo notar su agitada respiración en mi cuello. Escucho a su corazón latir cada vez más rápido. Está nervioso. Lo sé. Lo presiento. A penas nos separan dos centímetros  y medio.

- Echaba de menos ver tus ojos desde tan cerca.
Y se acerca un poco más a mí. Ahora estamos sentado uno enfrente del otro. Estoy colgada en sus ojos. Esos ojos miel. Esos ojos miel que me vuelven completamente loca y que cada vez que se cruzan en mi vida, terminan poniéndola patas arriba.
- Yo realmente digo sincera echo de menos tus besos.
- Estas tardando en darme un, Weasly.
Y ¡boom! Un millón de mariposas vuelven a retomar mi estómago. Cuando él me llama Weasly suena un poco mejor, incluso.
-Eh, Bieber — digo recortando la distancia — para que te de un beso, tienes que merecértelo.
- Te encanta hacerme sufrir — dice él acercándose a mí un poco más. Ahora solo nos separa medio centímetro. Nuestras respiraciones agitadas chocas - tú también lo estás deseando - termina añadiendo.
- Quizás sí.
- ¿Quizás?
- Venga, Bieber.
- Tara, bésame ya — dice ahogado — por favor.
- ¿Es una orden?

Y cuando menos me quiero dar cuenta. Sus labios han capturado los míos. Son besos dulces. Besos con sabor a ‘te necesitaba’. Besos lentos.

- No sabes la falta que me haces.
- Cállate.

Y esta vez soy yo la que se lanza a sus labios. Ahora, nuestras lenguan se encuentran en un duelo de haber quién es la que se apodera de la boca del otro. Un duelo de pasión. Una lucha por no abandonar la boca del otro. Podría pasarme así pegada a él toda mi vida.

-Tara, déjame decirte una cosa — dice dándome un tierno beso en los labios — te quiero.
- Y yo.

Y de nuevo una ronda más de besos.

|| Narrador ||

Hay días en los que la necesidad de tener una persona a tu lado que día a día te demuestre lo mucho que le importas es mayor a cualquier otra necesidad, incluso a la necesidad de respirar. Cuando esa persona está lejos de ti sientes que tu mundo se va haciendo más y más pequeño. Es más, sientes que tu vida no tiene ningún tipo de sentido si él no forma parte de ella. El motivo por el que se termina es igual, lo único que importa es que ya no está esa persona haciéndote tus días más especiales, o diciéndote que te quiere entre besos y beso. Que ya no habrá más despedidas a las doce de la noche cuándo cada uno vuelve a casa, y no habrá esas eternas ganas de tenerle a tu lado, en tú cama las veinticuatro horas del día, que ya no habrás más noche de lujuria desenfrenada y que tú ya no serás el motivo de sus sonrisas.

Pero por algún motivo, el destino vuelve a poner en tu camino a una persona que te haga sentir lo mismo, o incluso parecido, incluso a veces vuelve a ponerte a la misma persona. Porque la vida está llena de segunda oportunidades, de trenes que vuelven a pasar para que esta vez no los dejes escapar.

Tara y Justin tiene otra oportunidad. La oportunidad de volver a hacer feliz el uno al otro, y el otro al uno. La oportunidad de tener que dejar de echar de menos lo que un día necesitaron. La oportunidad de quererse hasta que el sol se apague, o el oxígeno sea lo menos importante de nuestra existencia.

-Te quiero — dijo él robándole otro beso más.
-No más que yo — replicó ella apoyada en su pecho con la mirada pérdida en cualquier lugar, y una sonrisa inconsciente en su boca.
-Te prometo que recuperaremos todo el tiempo perdido dijo el sonriendo.
- No me defraudes, idiota.


Y otro beso más. 

Da RT AQUÍ. si has leído el capitulo treinta y cuatro de 'me enamoraste con odio' para poder avisarte.

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Hola. Soy Inés, la gran mayoría me conocéis por Hini. Bueno, os quería dar las gracias por leer mi novela. Sé que este invierno he subido de mil en mil, pero he estado demasiado ocupada. Sé que os he echo sufrir bastante con la separación de los personajes, y también se que dejé la novela aparcada durante un tiempo. 
El caso, es que gracias por leerla. Sin vosotras no sería posible escribir. Porque escribir para que nadie lo lea, es algo estúpido. 

El caso, es que gracias. Si queréis darme vuestra opinión sobre el capitulo, ya sabéis. Mi twitter es @biebsdrauhl_ y si no debajo con un comentario.