sábado, 28 de septiembre de 2013

42.






· Capitulo 42.

| Narrador |

Hay veces en la vida en las que el amor no obceca tanto que no nos damos cuenta de lo que tenemos más allá de nuestras jodidas narices. Hace que no veamos más allá de esa personas, de sus virtudes y sus defectos, más allá de todo lo bueno que nos hace sentir y de todas las mariposas que sentimos en el estómago. No nos damos cuenta de que estamos siendo engañados por mil palabras bonitas sin ningún significado que tarde o temprano el viento se hará dueña de ellas, que no hay un ‘te quiero’ valido si después no es demostrado. No nos damos cuenta de que el cielo no es tan bonito cómo todos creemos, y que casi siempre hay que tener miedo a la altura porque el golpe puede hacernos demasiado pequeños. Tampoco nos damos cuenta de que las corazas no sirven para nada, porque todos saben nuestras debilidades en el brillo de nuestros ojos, en el color de nuestra sonrisa, y en el tamaño de nuestras ojeras. Que cuando ese amor se va, todo se vuelve gris y que por mucho que intentemos convencer al mundo de que ya no nos importa, y en el cielo haya un sol de color amarillo chillón nuestro cielo se vuelve gris de momento.

[…]

—Apaga el móvil o contesta.
—No.
—¿Por qué?
—Quiero estar contigo, no me importa quién sea, ya llamará más tarde.
—Me está poniendo nerviosa—susurra Tara.
—¿Por qué? —carcajea Justin rompiendo de nuevo la tensión que hay en el ambiente.
—No sé, intento hablar contigo y ese maldito ruido no me deja. —bufa y hace una mueca divertida.

Justin se pone en pie y se aleja. Deja su móvil donde estaban los chicos. Mira la pantalla de su móvil, otra vez ella. No es capaz de sacarla de su vida, ni con agua caliente. Le sigue en cada movimiento, y a cada momento le mensajea o le llama por teléfono. Controla su vida contra su propia voluntad.

—Ya está—carcajea esta vez el rubio sentándose de nuevo. — ¿Por dónde íbamos?
—Íbamos por la parte en la que yo te decía que estaba harta. —dice Tara bajando la vista al suelo.
— ¿Por qué estas harta, Tara?
— ¿Qué por qué estoy harta? —Dice irónica —No sé Justin, cuéntamelo tú.
—Vale, sé que hemos tenido mil subidas, y mil bajadas—se calla—Sé que no te estoy dando una relación de cuento de hadas cómo te prometí, pero Tara no soy perfecto.
—No lo entiendes,  a mí que seas perfecto o no me la suda.
— ¿Entonces?
—El problema es que apareces en mi vida en el momento menos necesario. Llegas. La vuelves a poner patas arriba con mil palabras bonitas, y después por algún motivo te vuelves a largar. Estoy harta. Necesito estabilidad, Justin. —Sisea—Necesito alguien que me cuide y esté pendiente de mí, no que se vaya fijando en el culo de mis amigas—dice esta vez limpiando las lágrimas con sus puños.

| Narra Tara |

 Justin se queda callado después de mis últimas palabras. Y ahí estas en frente mía. Con la mirada pérdida vete tú a saber dónde. Tus ojos han vuelto a perder brillo. Ese brillo que tenían la primera vez que te vi. Ese brillo que hacía que el peor de mis días pareciese el mejor mientras estaba contigo, y después volvía a la jodida rutina de echarte de menos. Te echo de menos, y lo sabes. Te necesito. Eres mi droga, esa droga que mata. Lo más insano para mí. Me destrozas por dentro haciendo que pierda todos mis sentidos, y me destrozas por fuera porque mis lágrimas no dejan de caer. No hay solución para esto.

Te acercas a mí. Te aferras contra mí, y me haces sentir un poco más grande. Tus brazos envuelven mi pequeño y débil cuerpo. Depositas un tierno beso en mi frente, y un suspiro se escapa de tu boca. Sé que te sientes mal, y también que estás cansado de esta mierda cómo yo. No entiendo que me pasa contigo, pero siento empatía con tan solo mirarte a los ojos, puedo sentir todo lo que sientes e incluso todo lo que se pasa por tú cabeza. Eres yo pero en chico. Yo soy tú pero en chica. Solo hay algo que nos diferencia,  y es que tú jamás serás capaz de sentir por mi todo lo que yo siento por ti.

Sigues aferrado a mí. Un abrazo cálido, sin ánimo de respuesta. Estoy pérdida porque he vuelto a caer. Créeme que me iría al fin del mundo contigo sin importarme volver a darme de bruces contra el suelo solo para que nos dejen ser felices. Estoy segura, estamos hecho el uno para otro.  

Te separas de mí y levantas mi cabeza. Con la yema de tu dedo pulgar recoges cada lágrima de mí cara. Sonríes. ¿Por qué sonríes, estúpido? No hay motivo. Me contagias tu sonrisa. Estamos sonriendo, los dos. Sin importarnos el dolor que llevamos dentro. Tú mirada se clava en mis labios, y viceversa. Llámame loca, pero me muero de ganas por besarte. Porque estando contigo me siento masoca.

| Narra Justin |

Tengo la mirada pérdida en tus labios, estoy deseando besarte. Hacerte mía. Hacerte saber que te necesito, que eres la heroína de mi vida. Mi droga. Esa que te hace dependiente de ella. Lo que está claro, es que te necesito en mi vida.

Rompo la distancia de nuevo. Me acerco a ti. A penas dos milímetros nos separan. Siento tu respiración en mi cara. Ese aroma a vainilla que desprendes, y el olor a menta que desprende tu pelo. Sonrío en tu boca. Me devuelves la sonrisa. Dos mil impulsos eléctricos recorren mi columna. Rompo un milímetro más. Y de repente te veo sobre mis labios, capturando mi sonrisa con tus labios. Un beso lento, con sentimientos. Llevas el ritmo, pero ahora manejo yo. Le pido paso a tu boca para introducir la mía y ambas se baten en un duelo de quién tenía más ganas de quién. Yo gano por supuesto. Te separas. Coges aire. Y vuelves. Ahora es un beso virgen, rozas mis labios y sonríes.
—¿Ves? —dice soltando una pequeña pero visible sonrisa. —A esto es a lo que yo me refería—dice recogiendo el mechón que sale de su trenza detrás de la oreja—A que cuando te veo tengo ganas de pegarte. —Carcajea— Pero cuando estamos solos te transformas, Justin—dice ahora algo más seria—Eres dulce y parece que te importo más de lo que demuestras, que me quieres—dice soltando un suspiro—Y al final me voy a volver loca, porque no sé qué quieres.
—Te quiero a ti—digo sin pensarlo. —Te quiero, Tara—digo rompiendo de nuevo la distancia y dejando un beso fugaz en sus labios.
No, no mientas—dice ella volviendo a recuperar la distancia—Tú me quieres a mí y a mil más—sonríe.
Pero a ninguna como a ti. Porque a ti te quiero de noche y de día, cuando haga frio o calor, en Enero o en Junio, los 365 días del año, a mi lado. Entre mis sabanas o entre las tuyas. digo sonriendo.
—¿Sabes? No te pega nada el rollito cursi—carcajea—Si Ryan te escucha, pensará que te has vuelto gay—digo riendo.
—Estúpida—digo dándole un pequeño golpe en el hombro—Encima—bufo.
—Sabes que me encanta. —sonríe tímida.

Se pone en pie, y camina para quedarse justo encima de mí. Se sienta entre mis piernas, y coge mis brazos envolviéndolos alrededor de su cintura. Sonríe. Y besa tiernamente mi mejilla. Carcajeo ante la situación. La echaba mucho de menos.

—¿Y eso? —digo apoyado en su hombro.
—Por que dure lo que dure esta nueva locura, no quiero despegarme de ti—sonríe—Quiero que estemos juntos todo el tiempo, hasta que esto vuelva a explotar—dice dándose la vuelta y quedando justo enfrente de mí—Porque aunque a mí me duela más que a ti, ambos sabemos que volverá a estallar, y si no es hoy, será mañana—suspira—Porque aunque estemos hecho para estar juntos, no podemos estar juntos. Somos tan iguales, pero a la vez tan distintos—sonríe irónica.

Y no me lo pienso más, capturo esa sonrisa con mis labios. Muerdo tu labio inferior. Y sonrió de nuevo en tu boca. Te echaba demasiado de menos.

—Vamos con los demás, creo que nos están empezando a echar de menos—ríe.

Y solo me limito a caminar junto a su lado. Coge mi mano y entrelaza nuestros dedos.

—Te quiero.
—Deja de decir mentiras—escupe—Y  vayamos con los demás—sonríe.


[…]

| Narrador |

Tara está sentada en la toalla mientras sus amigas la bombardean a preguntas y ella solo se limita a reír.

—¿Qué ha pasado? —dice Marie dándole un trago a la Coca-Cola.
—Pues lo de siempre—ríe Tara.
—¿Qué es lo de siempre? —dice esta vez Desirée.
—Tía, pues me he hecho la dura pero he terminado llorando, y al final pues cómo siempre nos hemos besado—dice bajando la mirada.
—¿Estáis juntos? —dice esta vez Alex.
—No. Yo en ningún momento le he dicho que estemos juntos—sonríe.
—Quizás el piensa que sí—dice Kels haciendo una mueca graciosa—El parece que te quiere.
—Esto es lo de siempre chicas. —dice robándole la Coca-Cola a Marie.
—¿A qué te refieres? —Dice Alex sin pillar lo que su amiga quiere decir—Es lo de siempre porque tú vuelves como una tonta.
—Me refiero a que es cómo el disco que se ralla cuando vas en el coche y siempre suenan las mismas canciones, o el típico recorrido que hacéis en vuestras cosas cuándo tenéis que volver a casa después del verano, o como cuando estáis mal y camináis por ese sitio que os trae buenos recuerdos y os hace sonreír sin daros cuenta—sonríe—Es la misma historia de siempre. Y aunque sé que a mí no me hace bien, quiero disfrutar del día que estamos bien, aunque después me tire un mes llorando, porque me merece la pena. —suspira.

Tara camina hasta sus amigas dándolas un abrazo. No sabe que haría sin ellas. Son las que realmente la soportan y se siente estúpida por haberla dejado de lado por no encontrarse a Justin, cómo un sabio dijo hace muchos años ‘los miedos se superan afrontándolos y no huyendo como un cobarde’.

—Lo que tengo claro esta vez es que aunque todo vuelva a ir mal—sisea—no me volveré a alejar de vosotras, esta vez cogeré el toro por los cuernos.
—¿Estas segura? —Dice Kels—Me refiero a que quizás no es tan fácil como crees. Si algún día Justin se presenta con su novia, ¿lo soportarás?
—Sí.

[…]

Todos están en el agua. Todos menos Tara. Ella está tumbada en la toalla, con sus cascos puestos escuchando música. ¡Bendita música! Esa que hace que se olvide de los malos momentos, aunque a veces su reproductor esté también en su contra.

Siente cómo alguien se tumba encima de ella, dejando pequeños besos desde su espalda hasta su cuello. Tara se gira, y Justin se tumba a su lado quedando esta vez ambos boca arriba.

—¡IDIOTA! —Dice haciéndose la enfadada—Ya estaba seca—y ahora hace un puchero.
—Lo siento—dice  Justin robándole un beso.

Y de nuevo aquel mágico momento dónde sus miradas están clavadas la una en la otra, y la otra en la una es interrumpido por el ruido del móvil de Justin.

—Cógelo tú, o lo cojo yo. —amenaza Tara.
—Cógelo tú. No me apetece levantarme de la toalla—carcajea.
Tara se levanta de la toalla y camina hasta donde están las mochilas. Después de dos minutos encuentra la mochila de Justin, y el móvil ha dejado de sonar un segundo. Quien sea es demasiado insistente.

Saco el móvil del bolsillo pequeño, y desbloqueo la pantalla. Mi cara se vuelve pálida. La sonrisa se ha borrado de momento y las lágrimas luchan de nuevo por salir de mis ojos. Desbloqueo, y descuelgo en teléfono.

—¿Sí? —dice Tara con un nudo en la garganta.
—¿Eres Tara? —dice la chica que está en la otra línea.
—¡Sí! —Suspira—¿Qué quieres?
—¿Estás con Justin?
—Sí.
—¿Se puede poner?
—Supongo.
—Vale.

Tara camina luchando contra ella misma por las lágrimas no caigan. Lucha contra no ponerse a gritar cómo una estúpida, y lucha por no matarle a puñetazos. Ahora mismo sus sentimientos se resumen en decepción, dolor, rabia y coraje.

—Toma, tu amiga Lou—sonríe Tara.
—Tara, espera…—dice Justin.
—No quiero saber nada, Justin. Tú y yo no estamos juntos.

Y se aleja de allí. Dejándole allí. Abandonado y roto, una vez más.

| Narra Tara |


Cojo el teléfono de Justin, y miro la pantalla. ‘Lou Collins’. Me quedo en shock y mi cara se vuelve pálida, puedo notarlo. Un escalofrío recorre mi cuerpo de arriba abajo. Mis ojos se encharcan de lágrimas que están deseando salir. Hago fuerzas para que se queden allí. Me lleno de fuerzas, y desbloqueo el teléfono. Y descuelgo.

—¿Sí? —digo con un nudo en la garganta. Y mi voz suena ronca.
—¿Eres Tara? —dice Lou
—¡Sí! —Suspiro —¿Qué quieres?
—¿Estás con Justin?
—Sí.
—¿Se puede poner?
—Supongo.
—Vale.

Camino hasta donde está Justin. Camino luchando contra mis ojos para que no dejen que las lágrimas caigan de nuevo. Lucho contra mí misma para no ponerme a gritar y salir corriendo cómo hago siempre. Yo sabía que esto no podía ir tan bien, que siempre hay algo que jode la tranquilidad.

—Toma, tu amiga Lou—sonrío Tara.
—Tara, espera…—dice Justin.
—No quiero saber nada, Justin. Tú y yo no estamos juntos—digo mientras camino a la playa.

Las chicas viene hacia a mí y me vuelve a avasallar a preguntas. Yo solo me limito a contestarlas con monosílabos. Esto rota una vez más.

[…]

—Puedo explicártelo—dice mientras carga la mochila en su espalda.
—No quiero saber nada, Justin—sonrió.
—Pe…pero…
—Pero nada. Que nos hayamos dado dos besos tontos, y nos hayamos dedicados palabras bonitas no significa que seamos nada, Justin.
—Tara…
—En serio, espero que te ella te haga la mitad de feliz que te hice yo. —Digo dándole un beso en la mejilla—Te deseo lo mejor—sonrió.
—Yo te quiero a ti.
—Recuerda, hay personas que están destinada a enamorarse pero no están destinadas a estar juntas.

Y me alejo de él. Suelto la mochila en el maletero del todo-terreno de mí hermano, y entro en el coche.

| Narrador |

Justin camina hasta su coche. Se quita las gafas de sol y tirando de los extremos de su pelo suelta un grito ahogado que solo puede escuchar él. Las lágrimas comienzan a caer por sus mejillas. La ha vuelto a perder de nuevo.

Saca el teléfono móvil de su bolsillo, y busca su número.

Para Weasly:

Sé feliz, estúpida.

Por el otro lado Tara siente cómo su móvil vibra. Saca el móvil de su bolsillo, y sonríe.

Para Bieber:

Seré feliz, créeme. No me eches de menos, ¡eh!

Justin espera ansioso una respuesta. Y cuando su móvil suena, sonríe.

Para Weasly:

Te echaré de menos, pequeña. Te quiero, y mucho Weasly.

Tara siente de nuevo su móvil vibrar.

Para Bieber:

Yo también te echaré de menos, estúpido. Yo más, y ya sabes que esta vez no puedes llevarme la contraria, es más creo que me atrevería a decir que… Te amo.

Justin mira en mensaje y no puede evitar sonreír una y otra vez.

Para Weasly:

Te prometo que aunque tenga que estar con mil tías más, llegará el momento en el que encuentre una solución para que tú y yo podamos estar juntos. Yo también, te amo aunque menos.

Una lágrima recorre la cara de Tara siendo calmada por una sonrisa al leer al mensaje.

Para Bieber:

Créeme que sí, que algún día encontraremos la manera de estar juntos. Adiós, Bieber. Te quiero.

Justin lee el mensaje, y sonríe. Está seguro de que moverá cielo y tierra para encontrar la solución de poder estar con ella.

Para Weasly:

‘Recuerda que me enamoraste con odio’. Te quiero, Weasly.

‘Weasly’
‘¿Sí?
‘Tienes un bonito culo’
‘Piérdete, Bieber’
‘En tus sueños’

Tara saca el móvil del bolsillo, y sonríe. Un montón de imágenes pasan por su mente de un momento a otro. Será duro, pero lo superará. Sonríe de nuevo al aire.

Justin por su parte guarda el móvil en el bolsillo, y arranca su moto. Dejando en aquella playa quizás uno de los mejores días de su vida.


—Está claro que eres para mí—piensa él.
Y suspira.
—Espero que cumplas tu promesa, estaré esperándote—piensa ella.
Y suspira de nuevo al aire, regándole también una sonrisa.

****

¡BUENAS! Sé que el último capitulo fue un caos, porque se me olvidó poner lo del tweet, y demás, xd. Es que iba con prisa, como hoy, JAJAJA. Espero que no me mateis por no subir tan seguido, pero es que tengo otras cosas que hacer, xd.

Bueno, como soy demasiado tardona subiendo capitulos os voy a dejar una adelanto DA AQUI PARA VER EL ADELANTO. Espero que os guste.

Y si quieres que te avise para el proximo capitulo dale RT AQUÍ♥.

¡GRAAAAAAAAAAAAAAAAACIAS POR LEEEEER! OS QUIERO♥


lunes, 23 de septiembre de 2013

41.



| Narrador |


Ha pasado un mes desde aquella conversación entre Justin y Tara. No han vuelto a saber nada de Lou. Sus vidas caminan por distintos senderos, hasta el punto en el que el grupo se ha vuelto a separar. Después de aquello los chicos discutieron entre ellos, imaginaros lo enorme que llegó a ser cuándo todos han decidido andar por separado. Alex, sigue su camino de la mano del que es su chico desde hace un año y bastantes meses, Chaz. Kels y Mike también viven por separado, y salen con los hermanos de Kels y alguno de los amigos de su barrio. Por otro lado, Nolan, sigue su día a día con Marie, y Ryan está enganchado a Desirée cómo el primer día. Y todos os preguntareis que ha sido de Tara y Justin. Tara se alejó del grupo mucho antes de que todos discutieran con todos, ella le repetía diariamente a su mejor amiga que no quería cruzarte con Justin, que no quería volver a verle, que le había jodido la vida. Tara ha entablado nuevas amistades con gente del barrio. Ahora camina por las calles de Miami con el grupo de skaters del parque, entre los que se encuentra Steve Blair. Justin, por su parte anda más perdido que antes. Adicciones. Drogas. Alcohol. Velocidad. Y el grupo de los ‘King’ del polígono de Miami. Su vida ha dado un giro de trescientos ochenta grados en tan solo un mes, y no tiene pinta de que todo vuelva a su cauce, y vuelva a ser como antes. Y el calendario sólo marca uno de Agosto.

| Narra Tara |

Queda justo un mes para volver a Nueva York. Volver a una nueva rutina. La universidad. Este año todo será diferente, y por fin he conseguido entrar en la facultad de audiovisuales, lo mejor de todo esto es que compartiré piso con Alexandra, cómo tanto tiempo llevamos deseando y soñando juntas, y viviré por fin alejada de aquella rutina que tanto me ahogaba, Atlanta. Lo peor de todo esto es que pasaré el resto de mi vida sin Caroline, que después de su accidente decidió mudarse a Europa, concretamente a España.

El día está bastante bien. El sol parece brillar con más ganas que nunca, y el calor es más agobiante que de costumbre, los pájaros canturrean cómo cada mañana posados en las ramas de los árboles, y el cielo está completamente despejado, sin ninguna nube.

Tara—dice Mike apoyado en el marco de mi puerta.
¿Sí? —digo dejando a un lado mi guitarra.
Me encanta cuando coges tu guitarracarcajea—me recuerda a cuando éramos críos y le cantabas el cumpleaños feliz a los abuelos en sus cumpleaños, o cuando eran las actuaciones de colegio e ibas con ella a todas partes—dice soltando un pequeño suspiro nostálgico.
Estúpido—digo haciendo a un lado cómo señal de que puede sentarse en la cama.
Oye, Tara—dice sentándose a mi lado. Ha pillado la indirecta.
Dime—digo afinando la guitarra. Suena bastante mal. —Me estas asustado, Michel—digo dándole un pequeño puñetazo en el hombro.
—Me ha llamado Kels.
—Es una novedad, la verdad—digo irónica.
—Estúpida—carcajea—Era por si querías venirte con nosotros hoy a la playa, hemos quedado todos juntos después de este largo mes—digo con algo de tristeza en sus palabras.

Asiento. Punzada en mi estómago. Echo de menos a las chicas, y a los chicos, en especial a Ryan. Echo de menos esas conversaciones sobre cómo no hacerte demasiado daño si caes de un doble salto en la u con el skate. Echo de menos pasarme las tardes muertas con él comiendo pipas. Ryan es más que un amigo, para mí es como mi segundo hermano. Y aun no entiendo porque el jodido destino ha vuelto a poner nuestras vidas patas arriba.

—¿Y? —dice haciendo una mueca bastante graciosa. Hace que ría. —¿Vienes? —Está esperando un ansioso sí, lo sé. Se lo noto en cómo me mira. —Justin no vendrá—sonríe.

Y vuelve a cagarla. Cuatro edificios enteros se acaban de desplomar en mi espalda. Ese ‘Justin no vendrá’ pesa más que cuatro toneladas de hierro fundido. Duele más que una puñalada trapera, más que las mil y una puñaladas que Justin me ha pegado.  El silencio se apodera de mi habitación de paredes blancas y verde. Y solo suena en canturreo de los pájaros acompañado de tres acordes de mi canción favorita con mi guitarra acústica.


Es obvio que cuando estás enamorado de alguien, o de algo luchas por tenerlo a tu lado hasta el punto de desgarrarte las rodillas en cada arrastre, en cada pérdida de orgullo, pero llega una pérdida definitiva. Esa que sabes que ni por h, ni por b, volverás a conseguir. Aunque luches, aunque llores, aunque des todo día a día por volver a tener a esa personas para ti, que esa personas sea de tu propiedad otra vez. Esa que no cicatriza ni con una enorme cantidad de agua oxigenada, ni mucho menos con una tirita de esas que nuestras mamás nos poniendo cuándo éramos pequeñas, esas que eran de color rosa con princesas. Ni con el tierno beso que nuestras mamás daban en nuestra frente después de habernos pegado la hostia del siglo. Para mí, perder a Justin es cómo esa herida que aún sigue abierta, que se cierra en falso, que se hace la fuerte. Y es obvio, que sigue sangrando.

Cojo aire. Respiro. Pienso. Suelto otro suspiro, este algo más largo. Y miro de nuevo a mi hermano que está esperando una respuesta.

—Si queréis que venga, avisadle. Me da igual, en serio—digo sonriendo fríamente.
—Le ha llamado ya Ryan. —dice cabizbajo.
—¿Y? —soltando la guitarra y poniéndome en pie.
—No quiere venir, dice que tiene cosas mejores que hacer. Por lo visto, ya no somos tan importantes para él.
—Eh, no seas estúpido Mike. Claro que seguís siendo igual de importante, pero las cosas han cambiado. Conozco a Justin, y se bien el motivo por el que no viene, Mike.
—¿Por qué?
—Por mí.

Y suspiro.

Mi hermano coge la guitarra y comienza a tocar. Dos acordes, y sigue. Se lanza. Hace demasiado tiempo que no coge una guitarra, concretamente desde aquel día que se lesionó la mano derecha, y no podía agarrarla bien. Mi habitación está llena de notas sueltas, de música, acordes y sobre todo de recuerdos. Suena la base de ‘let it be’. Esta es nuestra canción favorita, de pequeños la cantábamos juntos. La mirada de mi hermano, y el sonido de la canción piden a gritos que alguien empiece a cantarla. Y me lanzo. Comienzo a cantar. Cierro los ojos y me dejo llevar por el momento. Los ojos se me llenan de lágrimas, lágrimas de felicidad. Las escaleras de mi casa retumban cómo si una manada de elefantes las subiera, y en mi casa solo se escucha el sonido de la guitarra y de mi voz. Abro los ojos, mi hermano se encuentra llorando de felicidad, y mis padres y mis abuelos nos aplauden desde la puerta. Sonrío.

—A las dos. —dice Mike.
—Vale, empiezo a cambiarme—rio.
—Te echaba de menos, así—carcajea.
—Te quiero, Mike.

| Narra Justin |

Entro en la ducha, y hoy me acompaña una melodía algo particular. Escucho una dulce voz acompañada de una guitarra acústica algo desafinada. No sé de donde viene esa canción, pero me relaja. Me gusta. Me siento cómodo escuchándola. Es tan pegadiza que termino tarareándola. Y cuando menos me quiero dar cuenta estoy acompañando a esa voz femenina formando un perfecto dueto, siendo sinceros.

Salgo de la ducha y me envuelvo una toalla en el cuerpo, y con mis manos sostengo una con la que secarme el pelo. Salgo al balcón. En frente está su casa, el ventanal de cortinas verdes está abierto de par en par. Está de pie cantando. Mike la acompaña tocando la guitarra. Es ella, es su voz. Hace un mes que todos los días me siento en la silla que tengo aquí para observar lo que hace. Realmente, y siendo sincero conmigo mismo últimamente está más guapa, más viva, más feliz. Su sonrisa brilla más, y puedo apreciar el color de ojos verdes cristalinos desde aquí. Lo que está claro es que está mucho mejor sin mí.

—Justin—dice mi hermana pequeña sosteniendo mi mano.
—¿Si? —digo cogiéndola en brazos.
—¿Qué haces aquí? —dice haciendo una mueca graciosa—Cómo mamá vea que estas en toalla en el balcón te va a regañar—carcajea.
—Acabo de salir de la ducha—digo dejándola encima de mi cama.
—Manito—dice mirando el corcho dónde tenía todas las fotos con Tara—Echas de menos a Tara ¿a que sí? —dice cabizbaja.
Sí, enana. Y mucho. —sonrió.

Mil mariposas recorren mi estómago. Cien mi punzadas electicas suben por mi columna vertebral. Miles de recuerdos están ahora mismo en mi mente. Aguanto las lágrimas. Cada vez que recuerdo aquella conversación, aquellas tres semanas el corazón se me encoje de tal manera que asfixia. De tal manera que ahoga.

—¿Por qué no se lo dices? Vivimos al lado. —dice ella poniéndose de pie y dando con la mano a alguien que parece saludarla desde la otra punta.
—¿A quién saludas, Jazzy?
—A Tara. —sonríe—No me has contestado, Justin—dice poniendo las manos en su cadera en forma de jarra y un puchero.
—Es más difícil de lo que crees, pequeña. Ya tendrás tiempo para comprenderlo. Son cosas de mayores. —digo dándole un tierno y virgen beso en la frente. —¿Por qué me has preguntado esto?
—Cada noche, cuando subo a dormir te veo sentado allí—dice señalando mi vieja butaca de madera—y sé que la miras a ella. Tengo seis años, pero no soy tonta, manito—carcajea.

Me da un beso en la mejilla, y un abrazo. Y sale de mi habitación bufando algo que no logro entender.  Me asomo a la puerta, y veo como baja las escaleras moviendo sus caderas de un lado a otro. Ella sí que será difícil de llevar, y sobre todo de entender. Tiene el mismo carácter que mamá, tranquila hasta que se cabrea, y es una mujer de los pies a la cabeza.


Abro el armario en busca de algo cómodo. Cojo el primer bañador que encuentro. Es negro con estampados en amarillo, una camiseta de pico amarilla, y las vans negras. Cojo las gafas de sol negras, y una gorra negra también. Me echo un par de gotas de colonia, meto una toalla, y comida en la mochila. Y ya estoy listo para pasar el día en la playa.

| Narra Tara |

Cuelgo la guitarra de nuevo en su sitio. Estoy sola en mi habitación. Me acerco al ventanal y me encuentro con la hermana pequeña de Justin, Jazzy. Me dedica una amplia sonrisa, y mueve su mano de un lado a otro esperando a que la vea. Le devuelvo la sonrisa, muevo mi mano a su ritmo, y le lanzo un beso. Carcajea. Y carcajeo. En realidad, echo de menos pasar tiempo con ella. Me recuerda mucho a mi cuando era pequeña.

Cierro la ventana, y abro el armario. Abro el primer cajón el biquini azul y blanco no está, abro el segundo y tampoco, a la tercera dicen que va la vencida pero nada. Pienso. ¿Dónde cojones estará el biquini?

—¡MAMÁ! —grito desde las escaleras.
—¿Qué? —dice asomándose.
—¿Has visto mi biquini azul y blanco? —digo ahora un poco más suave.
—No. Tú sabrás donde lo has dejado.
—¡JODER! —bufo.

Me tumbo en la cama pensando dónde podrá estar. Solo me quedan dos opciones, en casa de Alex y esa está completamente descartada porque la última vez que fui llevaba uno de color rosa chillón, la segunda opción es en casa de Justin. Esa es más probable. Necesito ese biquini, es uno de mis favoritos.
Pienso en cómo poder recuperarle sin encontrarme con él, pero no hay solución es su casa y seguro que está allí. Sigo buscando en mi armario uno que me convenza. Y al fondo encuentro uno blanco con lunares de color negro. Ese mismo.

Entro al baño y me pongo el biquini. Acto seguido el pantalón corto de color rosa, y mi camiseta blanca que pone ‘swag’ ancha que deja ver parte de mi biquini. Las chanclas, me hago una trenza dejando un mechón de mi pelo, me echo unas gotas de colonia, gafas de sol, coloco todo dentro del bolso, y estoy lista para pasar un día en la playa con mis amigos, los de siempre.

[…]

—Están allí al fondo, Michel. —Digo señalando a la famosa sombrilla que Marie traía siempre a la playa de color amarillo chillón. —¿No ves la sombrilla? —carcajeo.
—Sí—carcajea.

Caminamos con otra sombrilla, y los bolsos. Michel intenta decirme algo a base de gestos pero no le entiendo. Hace que me desquicie. Corro hasta donde están estos y me abalanzo encima de Ryan. Le echo de menos.

—¿Tara? —dice quitándose la arena de la cara.
—La misma—digo dando una vuelta sobre mi misma. —¿Qué haces aquí tan solo? —digo soltando las cosas.
—Están todos el agua—dice señalando.

Y siento una punzada en mi estómago, allí está él. Está Justin. Su sonrisa es amplia, y su moreno reluce. Está totalmente negro, su sonrisa se ve desde kilómetros, resalta con el moreno de su cara. Sus ojos miel brillan. Estoy acojolada, las mariposas vuelven a mi estómago. Me sudan las manos, y ahora mismo tengo miedo.

—Tara, ¿estás bien?
—No, ahora mismo no lo estoy. Creía que si le veía estaría preparada de nuevo para enfrentarme a su sonrisa, pero Ryan no lo estoy. No estoy lista para volver a cruzar mi mirada con él. —digo sentándome a su lado.
—¿Le quieres?
—No—digo cogiendo aire—Estoy enamorada de él, hasta las trancas. —digo enciendo un malboro que he encontrado en mi bolso.
—¿Y cómo sabes que aun sigues amándole? Él te ha jodido demasiado. —dice estirando su mano para pasarme un mechero.
—Porque sé que en el momento que me roce, o me toque a posta para hacerse notar mi corazón cogerá la velocidad de un coche de fórmula 1 en la competición más importante, porque en el momento que me hable se formará una estúpida sonrisa en mi cara de forma inconsciente, porque cuando suena mi teléfono corro hasta donde está para ver si es él pidiéndome otra oportunidad, porque cada noche cuando me acuesto sueño con que nada ha pasado, que él sigue a mi lado, que estamos juntos comiéndonos el mundo, y comiéndonos con la mirada, porque estoy deseando que venga hasta aquí, y de un impulso me dé un beso, me coja y me vueltas por el aire y grite que me quiere para que todo el mundo nos mire y vea que aunque estemos separados por kilos de mierda y de orgullo aún seguimos enamorados. —digo desprendiéndome de mi ropa y dejando mi cuerpo al aire— Porque apreció de repente poniendo toda mi vida patas arriba y no me importó, porque me ha jodido mil veces pero si pudiera volver a pasar volvería con él desde el primer momento, atándole a mi sin dejarle a escapar, porque me muero por susurrarle al odio lo mucho que le quiero, y porque día a día aunque me haga la fuerte, nadie se imagina lo mucho que le echo de menos. —digo poniéndome en pie y caminando hasta la orilla.
—Sí, estás enamorada—dice mientras camina a mi lado hasta el agua.
­—Estoy enamorada con odio.

-Flashback-

Justin está sentando enfrente de mí en la arena. Me mira con un brillo especial para siempre. Agarra mi mano y la aprieta con fuerzas. Deja un beso suave, y virgen en mis labios. Sin lengua. Solo el roce de nuestros labios.

—No quiero que esto acabe nunca.
—Yo tampoco, pero sabes que los para siempre nunca se cumplen, Justin. —digo acomodándome entre sus piernas.
—Yo te prometo un para siempre, Tara, ¿y tú qué? ¿Tú que me prometes? —dice rodeando mi cuerpo con sus brazos.
—Eso es demasiado tiempo, Justin. Todo se puede torcer y puede que terminemos odiándonos, esta vez de verdad.
—Bueno, aunque te odie si me necesitas, iré. —dice dándome un tierno beso en la frente.
—No creo, Justin. Si me odias, no me querrás ver. No querrás saber nada de mí, deja de decir idioteces—carcajeo.
—Pues cerraré los ojos, e iré.
—No querrás oírme, mis problemas te importarán una mierda, y más si son con otro chico. Imagina que tú y yo lo dejamos, y yo me enamoro de otro y estoy mal por él, recuerdo esta conversación y te llamo, ¿escucharías mis problemas? Piensa bien lo que dices, estúpido—digo robándole un beso.
—Pues claro que iría, y te escucharía. Y no te dejaría a hablar.
— ¿Entonces? Esta conversación es algo absurda—carcajeo.
—Pues iré a tu casa, o a donde sea, correré hasta donde tu estés, y cuando esté  cerca cerraré los ojos, y te pondré el dedo en la boca en señal de silencio, te abrazaré fuerte absorbiendo el aroma a vainilla o mora que desprende tu cuerpo dependiendo del día, y te diré al odio ‘¿te acuerdas cuando te prometí esto hace tiempo? Tenía razón, y tú solo te negabas. Te prometí siempre aunque estemos separados’ y dejaré un tierno beso en tú mejilla.

Carcajeo ante su comentario. Me quedo con la mirada pérdida utilizando mi memoria a modo de cámara de fotos, ojalá el tiempo se congelara en este momento. Ojalá.

Te quiero, Justin.
Yo no te quiero Tara. —Su voz es algo más seria ahora —Yo estoy enamorado de ti hasta el punto, en el que si tú me faltas se me olvidaría hasta respirar. 

-Fin del flashback-

Sacudo mi cabeza de un lado a otro, y camino hasta donde se encuentran todos. Mi cabeza solo se repite para sí misma una y otra vez ‘evita el contacto visual, Weasly, evítalo’. Y así hago, paso por su lado sin cruzar mirada, y mucho menos una palabra.

Y ahí estas, mordiéndote el labio inferior y el interior de tú mejilla, con ese pelo despeinado de punta que te hace aún más sexy de lo que tú normalmente eres. Me muero por correr hacia a ti y devorarte los labios, que por cierto hoy los tienes más rojos y más hinchados de lo normal. Y ahí estas, sonriendo porque sabes que te observo por la rabadilla de mi ojo derecho. Y aquí estoy yo, echándote de menos.

| Narra Justin |

Estoy en el agua, y miro al fondo. Llegas tú. Esa trenza te queda realmente bien, y el moreno hace que tus ojos verdes resalten más. Esta realmente guapa, tu piel se ve más oscura, y tu sonrisa brilla más que de costumbre. Volvemos a lo de hace dos meses, tenerte cerca y echarte de menos. Correr hasta Ryan, y te le abrazas tan fuerte que puedo notar como ambos os estáis poniendo rojos a falta de aire. No sabes cómo le envidio, lo que daría por ser él. Te sientas a su lado, y comenzáis a hablar de algo que no logro entender, quizás por la distancia o por la rapidez en la que hablas. Y te pillo, me miras, te sonrojas sabes que te he pillado. Agachas tu cabeza y sacas un malboro de tu mochila, le enciendes, una calada tras otras, estas realmente sexy cuando fumas. Te deshaces de tu ropa, y comienza a caminar hasta aquí. Entras al agua, y pasas por mi lado ignorándome como si fuese un palo de seguridad, o una boya de distancia. Te pones justo a mi lado, y siento cómo tu mirada se clava en mis labios. Sé que deseas correr hacia a mi tanto cómo yo hacía a ti. Estas ahí, entre risas con tus amigas, y aquí estoy yo, echándote de menos.

[…]

—Mike, necesito tu ayuda, bro—digo encendiendo un cigarro.
—Dime, Bieber. Ya sabes que lo que sea. —dice dándole un trago a la Coca-Cola.

Le explico todo a Mike, y el solo asiente con la cabeza. Una calada tras otra, término mi cigarro, y comienzo a morderme las uñas. Estoy nervioso, demasiado nervioso, creo que hacía tiempo que estas mariposa no revoloteaban por mi estómago. Me tiemblan las piernas, y me sudan las manos.

—Vale—asiente Mike.
—Te debo una, bro—digo dándole un abrazo.

| Narrador |

[…]

—Tara, ven un momento—dice Mike mientras entra al agua.
Tara solo asiente y camina hasta dónde su hermano está. Cruza sus brazos esperando a que este hable pero no obtiene palabra.
—¿Vas a hablar hoy o mañana? —Dice poniendo sus brazos en jarra— Es que empiezan a sonar mis tripas, ¿sabes? —carcajea.
—Sí, un momento.

Justin se acerca por detrás, pone las manos en sus ojos. Tara absorbe su aroma. Ese aroma a ‘one million’ que tanto le gusta. Sabe que es él. El tacto de sus manos le ha delatado desde el primer momento. Un escalofrió recorre su cuerpo, y está deseando sonreír. Esto es a lo que ella se refería cuando le ha dicho a Ryan porque sé que en el momento que me roce, o me toque a posta para hacerse notar mi corazón cogerá la velocidad de un coche de fórmula 1 en la competición más importante’. Es real. Su corazón va a una velocidad increíble, ella misma cree que desde Europa pueden escuchar sus latidos, y este es el efecto que Justin crea en ella.

| Narra Justin |

Veo que Mike aleja a Tara de los demás, y no hay conversación entre ellos. En un momento justo en el que Tara está despistada me hace un gesto con la mano. Camino sin hacer ruido, aunque dentro del agua es algo imposible. Y llego hasta ella, coloco mis manos encima de sus ojos, y siento como respira hondo absorbiendo el aroma de mi cuerpo, su corazón se escucha latir a una velocidad increíble, parece que el corazón se le va a salir del pecho.

Mike aprovecha para irse, haciéndome una mueca y deseándome buena suerte. Asiento y le doy otra vez las gracias. Pararía el tiempo en este momento. Congelaría todos los relojes del mundo solo por estar así contigo toda una vida. En este instante. Este ‘reencuentro’. Forzado, pero bonito. Quito las manos de tus ojos, y te rodeo quedándome ahora delante de ti.

—No te vas, por favor—digo suplicándole.
—Rápido, tengo hambre. —dice haciéndose la dura.
Sé que ahora mismo está como yo, le tiemblan todas las partes de su cuerpo e incluso esa sonrisa que lucha por salir pero por orgullo no saca.
—Si quieres, podemos ir fuera mejor, y así comes algo. —digo agarrándole la mano.
Se deshace de mi agarre, está enfadada aunque por dentro se muera de ganas por besarme y por estar conmigo.
—No me toques, Justin. —dice en un tono duro y serio.

Salimos del agua, y coge su toalla para alejarse de los demás, en realidad, solo se aleja de Ryan y Desirée que están dándose el lote debajo de aquella horrible sombrilla que acompaña a Marie en todos y cada uno de sus días de playa. Hago lo mismo que ella, cogiendo esta vez también mi móvil.

—Empieza a ladrar, Justin, no tengo todo el día—dice abriendo una bolsa de palomitas.
—Déjame explicarte todo, por favor.
—No hay nada que explicar, Justin. Pierdes el tiempo si crees que me voy a creer otra mentira más, te las follastes y ya. ¿Qué más hay que explicar? —dice con voz ronca. Sé que está aguantando sus lágrimas.
—Sí, me tiré a Lou. Me la follé, en mi cama, pero no sentí nada Tara. No fue especial, y mucho menos fue intencionado, simplemente perdí el control. En cada momento pensaba en ti.
—¿Entonces por qué lo hiciste? —dice cogiendo un malboro de su paquete de cigarrillos rubio, y lo enciende de la manera más sexy que puede haber. Exhala el humo una vez y sigue hablando—Yo si me follo a otro, y pienso en ti, lo dejo—termina diciendo.
—No lo sé, no tengo justificación para ello, sinceramente.
—Por lo menos, estas siendo sincero.
—¿Entonces? —digo acortando las distancias.
—Siempre llegas el momento más inesperado, siempre cuando estoy a punto de olvidarte llegas y me pateas el trasero una vez más, yo ya no sé qué hacer, Justin.

Acorto de nuevo la distancia, ahora estoy sentado enfrente de ella, tan solo cinco centímetros nos separan, puedo sentir su corazón ir rápido, y su aliento casi en mi cara. Y sonríe. Ha sonreído. Me acerco más a ella, y nuestros labios se rozan. Le doy un beso virgen en los labios, fugaz. Y justo suena mi móvil.






sábado, 28 de septiembre de 2013

42.






· Capitulo 42.

| Narrador |

Hay veces en la vida en las que el amor no obceca tanto que no nos damos cuenta de lo que tenemos más allá de nuestras jodidas narices. Hace que no veamos más allá de esa personas, de sus virtudes y sus defectos, más allá de todo lo bueno que nos hace sentir y de todas las mariposas que sentimos en el estómago. No nos damos cuenta de que estamos siendo engañados por mil palabras bonitas sin ningún significado que tarde o temprano el viento se hará dueña de ellas, que no hay un ‘te quiero’ valido si después no es demostrado. No nos damos cuenta de que el cielo no es tan bonito cómo todos creemos, y que casi siempre hay que tener miedo a la altura porque el golpe puede hacernos demasiado pequeños. Tampoco nos damos cuenta de que las corazas no sirven para nada, porque todos saben nuestras debilidades en el brillo de nuestros ojos, en el color de nuestra sonrisa, y en el tamaño de nuestras ojeras. Que cuando ese amor se va, todo se vuelve gris y que por mucho que intentemos convencer al mundo de que ya no nos importa, y en el cielo haya un sol de color amarillo chillón nuestro cielo se vuelve gris de momento.

[…]

—Apaga el móvil o contesta.
—No.
—¿Por qué?
—Quiero estar contigo, no me importa quién sea, ya llamará más tarde.
—Me está poniendo nerviosa—susurra Tara.
—¿Por qué? —carcajea Justin rompiendo de nuevo la tensión que hay en el ambiente.
—No sé, intento hablar contigo y ese maldito ruido no me deja. —bufa y hace una mueca divertida.

Justin se pone en pie y se aleja. Deja su móvil donde estaban los chicos. Mira la pantalla de su móvil, otra vez ella. No es capaz de sacarla de su vida, ni con agua caliente. Le sigue en cada movimiento, y a cada momento le mensajea o le llama por teléfono. Controla su vida contra su propia voluntad.

—Ya está—carcajea esta vez el rubio sentándose de nuevo. — ¿Por dónde íbamos?
—Íbamos por la parte en la que yo te decía que estaba harta. —dice Tara bajando la vista al suelo.
— ¿Por qué estas harta, Tara?
— ¿Qué por qué estoy harta? —Dice irónica —No sé Justin, cuéntamelo tú.
—Vale, sé que hemos tenido mil subidas, y mil bajadas—se calla—Sé que no te estoy dando una relación de cuento de hadas cómo te prometí, pero Tara no soy perfecto.
—No lo entiendes,  a mí que seas perfecto o no me la suda.
— ¿Entonces?
—El problema es que apareces en mi vida en el momento menos necesario. Llegas. La vuelves a poner patas arriba con mil palabras bonitas, y después por algún motivo te vuelves a largar. Estoy harta. Necesito estabilidad, Justin. —Sisea—Necesito alguien que me cuide y esté pendiente de mí, no que se vaya fijando en el culo de mis amigas—dice esta vez limpiando las lágrimas con sus puños.

| Narra Tara |

 Justin se queda callado después de mis últimas palabras. Y ahí estas en frente mía. Con la mirada pérdida vete tú a saber dónde. Tus ojos han vuelto a perder brillo. Ese brillo que tenían la primera vez que te vi. Ese brillo que hacía que el peor de mis días pareciese el mejor mientras estaba contigo, y después volvía a la jodida rutina de echarte de menos. Te echo de menos, y lo sabes. Te necesito. Eres mi droga, esa droga que mata. Lo más insano para mí. Me destrozas por dentro haciendo que pierda todos mis sentidos, y me destrozas por fuera porque mis lágrimas no dejan de caer. No hay solución para esto.

Te acercas a mí. Te aferras contra mí, y me haces sentir un poco más grande. Tus brazos envuelven mi pequeño y débil cuerpo. Depositas un tierno beso en mi frente, y un suspiro se escapa de tu boca. Sé que te sientes mal, y también que estás cansado de esta mierda cómo yo. No entiendo que me pasa contigo, pero siento empatía con tan solo mirarte a los ojos, puedo sentir todo lo que sientes e incluso todo lo que se pasa por tú cabeza. Eres yo pero en chico. Yo soy tú pero en chica. Solo hay algo que nos diferencia,  y es que tú jamás serás capaz de sentir por mi todo lo que yo siento por ti.

Sigues aferrado a mí. Un abrazo cálido, sin ánimo de respuesta. Estoy pérdida porque he vuelto a caer. Créeme que me iría al fin del mundo contigo sin importarme volver a darme de bruces contra el suelo solo para que nos dejen ser felices. Estoy segura, estamos hecho el uno para otro.  

Te separas de mí y levantas mi cabeza. Con la yema de tu dedo pulgar recoges cada lágrima de mí cara. Sonríes. ¿Por qué sonríes, estúpido? No hay motivo. Me contagias tu sonrisa. Estamos sonriendo, los dos. Sin importarnos el dolor que llevamos dentro. Tú mirada se clava en mis labios, y viceversa. Llámame loca, pero me muero de ganas por besarte. Porque estando contigo me siento masoca.

| Narra Justin |

Tengo la mirada pérdida en tus labios, estoy deseando besarte. Hacerte mía. Hacerte saber que te necesito, que eres la heroína de mi vida. Mi droga. Esa que te hace dependiente de ella. Lo que está claro, es que te necesito en mi vida.

Rompo la distancia de nuevo. Me acerco a ti. A penas dos milímetros nos separan. Siento tu respiración en mi cara. Ese aroma a vainilla que desprendes, y el olor a menta que desprende tu pelo. Sonrío en tu boca. Me devuelves la sonrisa. Dos mil impulsos eléctricos recorren mi columna. Rompo un milímetro más. Y de repente te veo sobre mis labios, capturando mi sonrisa con tus labios. Un beso lento, con sentimientos. Llevas el ritmo, pero ahora manejo yo. Le pido paso a tu boca para introducir la mía y ambas se baten en un duelo de quién tenía más ganas de quién. Yo gano por supuesto. Te separas. Coges aire. Y vuelves. Ahora es un beso virgen, rozas mis labios y sonríes.
—¿Ves? —dice soltando una pequeña pero visible sonrisa. —A esto es a lo que yo me refería—dice recogiendo el mechón que sale de su trenza detrás de la oreja—A que cuando te veo tengo ganas de pegarte. —Carcajea— Pero cuando estamos solos te transformas, Justin—dice ahora algo más seria—Eres dulce y parece que te importo más de lo que demuestras, que me quieres—dice soltando un suspiro—Y al final me voy a volver loca, porque no sé qué quieres.
—Te quiero a ti—digo sin pensarlo. —Te quiero, Tara—digo rompiendo de nuevo la distancia y dejando un beso fugaz en sus labios.
No, no mientas—dice ella volviendo a recuperar la distancia—Tú me quieres a mí y a mil más—sonríe.
Pero a ninguna como a ti. Porque a ti te quiero de noche y de día, cuando haga frio o calor, en Enero o en Junio, los 365 días del año, a mi lado. Entre mis sabanas o entre las tuyas. digo sonriendo.
—¿Sabes? No te pega nada el rollito cursi—carcajea—Si Ryan te escucha, pensará que te has vuelto gay—digo riendo.
—Estúpida—digo dándole un pequeño golpe en el hombro—Encima—bufo.
—Sabes que me encanta. —sonríe tímida.

Se pone en pie, y camina para quedarse justo encima de mí. Se sienta entre mis piernas, y coge mis brazos envolviéndolos alrededor de su cintura. Sonríe. Y besa tiernamente mi mejilla. Carcajeo ante la situación. La echaba mucho de menos.

—¿Y eso? —digo apoyado en su hombro.
—Por que dure lo que dure esta nueva locura, no quiero despegarme de ti—sonríe—Quiero que estemos juntos todo el tiempo, hasta que esto vuelva a explotar—dice dándose la vuelta y quedando justo enfrente de mí—Porque aunque a mí me duela más que a ti, ambos sabemos que volverá a estallar, y si no es hoy, será mañana—suspira—Porque aunque estemos hecho para estar juntos, no podemos estar juntos. Somos tan iguales, pero a la vez tan distintos—sonríe irónica.

Y no me lo pienso más, capturo esa sonrisa con mis labios. Muerdo tu labio inferior. Y sonrió de nuevo en tu boca. Te echaba demasiado de menos.

—Vamos con los demás, creo que nos están empezando a echar de menos—ríe.

Y solo me limito a caminar junto a su lado. Coge mi mano y entrelaza nuestros dedos.

—Te quiero.
—Deja de decir mentiras—escupe—Y  vayamos con los demás—sonríe.


[…]

| Narrador |

Tara está sentada en la toalla mientras sus amigas la bombardean a preguntas y ella solo se limita a reír.

—¿Qué ha pasado? —dice Marie dándole un trago a la Coca-Cola.
—Pues lo de siempre—ríe Tara.
—¿Qué es lo de siempre? —dice esta vez Desirée.
—Tía, pues me he hecho la dura pero he terminado llorando, y al final pues cómo siempre nos hemos besado—dice bajando la mirada.
—¿Estáis juntos? —dice esta vez Alex.
—No. Yo en ningún momento le he dicho que estemos juntos—sonríe.
—Quizás el piensa que sí—dice Kels haciendo una mueca graciosa—El parece que te quiere.
—Esto es lo de siempre chicas. —dice robándole la Coca-Cola a Marie.
—¿A qué te refieres? —Dice Alex sin pillar lo que su amiga quiere decir—Es lo de siempre porque tú vuelves como una tonta.
—Me refiero a que es cómo el disco que se ralla cuando vas en el coche y siempre suenan las mismas canciones, o el típico recorrido que hacéis en vuestras cosas cuándo tenéis que volver a casa después del verano, o como cuando estáis mal y camináis por ese sitio que os trae buenos recuerdos y os hace sonreír sin daros cuenta—sonríe—Es la misma historia de siempre. Y aunque sé que a mí no me hace bien, quiero disfrutar del día que estamos bien, aunque después me tire un mes llorando, porque me merece la pena. —suspira.

Tara camina hasta sus amigas dándolas un abrazo. No sabe que haría sin ellas. Son las que realmente la soportan y se siente estúpida por haberla dejado de lado por no encontrarse a Justin, cómo un sabio dijo hace muchos años ‘los miedos se superan afrontándolos y no huyendo como un cobarde’.

—Lo que tengo claro esta vez es que aunque todo vuelva a ir mal—sisea—no me volveré a alejar de vosotras, esta vez cogeré el toro por los cuernos.
—¿Estas segura? —Dice Kels—Me refiero a que quizás no es tan fácil como crees. Si algún día Justin se presenta con su novia, ¿lo soportarás?
—Sí.

[…]

Todos están en el agua. Todos menos Tara. Ella está tumbada en la toalla, con sus cascos puestos escuchando música. ¡Bendita música! Esa que hace que se olvide de los malos momentos, aunque a veces su reproductor esté también en su contra.

Siente cómo alguien se tumba encima de ella, dejando pequeños besos desde su espalda hasta su cuello. Tara se gira, y Justin se tumba a su lado quedando esta vez ambos boca arriba.

—¡IDIOTA! —Dice haciéndose la enfadada—Ya estaba seca—y ahora hace un puchero.
—Lo siento—dice  Justin robándole un beso.

Y de nuevo aquel mágico momento dónde sus miradas están clavadas la una en la otra, y la otra en la una es interrumpido por el ruido del móvil de Justin.

—Cógelo tú, o lo cojo yo. —amenaza Tara.
—Cógelo tú. No me apetece levantarme de la toalla—carcajea.
Tara se levanta de la toalla y camina hasta donde están las mochilas. Después de dos minutos encuentra la mochila de Justin, y el móvil ha dejado de sonar un segundo. Quien sea es demasiado insistente.

Saco el móvil del bolsillo pequeño, y desbloqueo la pantalla. Mi cara se vuelve pálida. La sonrisa se ha borrado de momento y las lágrimas luchan de nuevo por salir de mis ojos. Desbloqueo, y descuelgo en teléfono.

—¿Sí? —dice Tara con un nudo en la garganta.
—¿Eres Tara? —dice la chica que está en la otra línea.
—¡Sí! —Suspira—¿Qué quieres?
—¿Estás con Justin?
—Sí.
—¿Se puede poner?
—Supongo.
—Vale.

Tara camina luchando contra ella misma por las lágrimas no caigan. Lucha contra no ponerse a gritar cómo una estúpida, y lucha por no matarle a puñetazos. Ahora mismo sus sentimientos se resumen en decepción, dolor, rabia y coraje.

—Toma, tu amiga Lou—sonríe Tara.
—Tara, espera…—dice Justin.
—No quiero saber nada, Justin. Tú y yo no estamos juntos.

Y se aleja de allí. Dejándole allí. Abandonado y roto, una vez más.

| Narra Tara |


Cojo el teléfono de Justin, y miro la pantalla. ‘Lou Collins’. Me quedo en shock y mi cara se vuelve pálida, puedo notarlo. Un escalofrío recorre mi cuerpo de arriba abajo. Mis ojos se encharcan de lágrimas que están deseando salir. Hago fuerzas para que se queden allí. Me lleno de fuerzas, y desbloqueo el teléfono. Y descuelgo.

—¿Sí? —digo con un nudo en la garganta. Y mi voz suena ronca.
—¿Eres Tara? —dice Lou
—¡Sí! —Suspiro —¿Qué quieres?
—¿Estás con Justin?
—Sí.
—¿Se puede poner?
—Supongo.
—Vale.

Camino hasta donde está Justin. Camino luchando contra mis ojos para que no dejen que las lágrimas caigan de nuevo. Lucho contra mí misma para no ponerme a gritar y salir corriendo cómo hago siempre. Yo sabía que esto no podía ir tan bien, que siempre hay algo que jode la tranquilidad.

—Toma, tu amiga Lou—sonrío Tara.
—Tara, espera…—dice Justin.
—No quiero saber nada, Justin. Tú y yo no estamos juntos—digo mientras camino a la playa.

Las chicas viene hacia a mí y me vuelve a avasallar a preguntas. Yo solo me limito a contestarlas con monosílabos. Esto rota una vez más.

[…]

—Puedo explicártelo—dice mientras carga la mochila en su espalda.
—No quiero saber nada, Justin—sonrió.
—Pe…pero…
—Pero nada. Que nos hayamos dado dos besos tontos, y nos hayamos dedicados palabras bonitas no significa que seamos nada, Justin.
—Tara…
—En serio, espero que te ella te haga la mitad de feliz que te hice yo. —Digo dándole un beso en la mejilla—Te deseo lo mejor—sonrió.
—Yo te quiero a ti.
—Recuerda, hay personas que están destinada a enamorarse pero no están destinadas a estar juntas.

Y me alejo de él. Suelto la mochila en el maletero del todo-terreno de mí hermano, y entro en el coche.

| Narrador |

Justin camina hasta su coche. Se quita las gafas de sol y tirando de los extremos de su pelo suelta un grito ahogado que solo puede escuchar él. Las lágrimas comienzan a caer por sus mejillas. La ha vuelto a perder de nuevo.

Saca el teléfono móvil de su bolsillo, y busca su número.

Para Weasly:

Sé feliz, estúpida.

Por el otro lado Tara siente cómo su móvil vibra. Saca el móvil de su bolsillo, y sonríe.

Para Bieber:

Seré feliz, créeme. No me eches de menos, ¡eh!

Justin espera ansioso una respuesta. Y cuando su móvil suena, sonríe.

Para Weasly:

Te echaré de menos, pequeña. Te quiero, y mucho Weasly.

Tara siente de nuevo su móvil vibrar.

Para Bieber:

Yo también te echaré de menos, estúpido. Yo más, y ya sabes que esta vez no puedes llevarme la contraria, es más creo que me atrevería a decir que… Te amo.

Justin mira en mensaje y no puede evitar sonreír una y otra vez.

Para Weasly:

Te prometo que aunque tenga que estar con mil tías más, llegará el momento en el que encuentre una solución para que tú y yo podamos estar juntos. Yo también, te amo aunque menos.

Una lágrima recorre la cara de Tara siendo calmada por una sonrisa al leer al mensaje.

Para Bieber:

Créeme que sí, que algún día encontraremos la manera de estar juntos. Adiós, Bieber. Te quiero.

Justin lee el mensaje, y sonríe. Está seguro de que moverá cielo y tierra para encontrar la solución de poder estar con ella.

Para Weasly:

‘Recuerda que me enamoraste con odio’. Te quiero, Weasly.

‘Weasly’
‘¿Sí?
‘Tienes un bonito culo’
‘Piérdete, Bieber’
‘En tus sueños’

Tara saca el móvil del bolsillo, y sonríe. Un montón de imágenes pasan por su mente de un momento a otro. Será duro, pero lo superará. Sonríe de nuevo al aire.

Justin por su parte guarda el móvil en el bolsillo, y arranca su moto. Dejando en aquella playa quizás uno de los mejores días de su vida.


—Está claro que eres para mí—piensa él.
Y suspira.
—Espero que cumplas tu promesa, estaré esperándote—piensa ella.
Y suspira de nuevo al aire, regándole también una sonrisa.

****

¡BUENAS! Sé que el último capitulo fue un caos, porque se me olvidó poner lo del tweet, y demás, xd. Es que iba con prisa, como hoy, JAJAJA. Espero que no me mateis por no subir tan seguido, pero es que tengo otras cosas que hacer, xd.

Bueno, como soy demasiado tardona subiendo capitulos os voy a dejar una adelanto DA AQUI PARA VER EL ADELANTO. Espero que os guste.

Y si quieres que te avise para el proximo capitulo dale RT AQUÍ♥.

¡GRAAAAAAAAAAAAAAAAACIAS POR LEEEEER! OS QUIERO♥


lunes, 23 de septiembre de 2013

41.



| Narrador |


Ha pasado un mes desde aquella conversación entre Justin y Tara. No han vuelto a saber nada de Lou. Sus vidas caminan por distintos senderos, hasta el punto en el que el grupo se ha vuelto a separar. Después de aquello los chicos discutieron entre ellos, imaginaros lo enorme que llegó a ser cuándo todos han decidido andar por separado. Alex, sigue su camino de la mano del que es su chico desde hace un año y bastantes meses, Chaz. Kels y Mike también viven por separado, y salen con los hermanos de Kels y alguno de los amigos de su barrio. Por otro lado, Nolan, sigue su día a día con Marie, y Ryan está enganchado a Desirée cómo el primer día. Y todos os preguntareis que ha sido de Tara y Justin. Tara se alejó del grupo mucho antes de que todos discutieran con todos, ella le repetía diariamente a su mejor amiga que no quería cruzarte con Justin, que no quería volver a verle, que le había jodido la vida. Tara ha entablado nuevas amistades con gente del barrio. Ahora camina por las calles de Miami con el grupo de skaters del parque, entre los que se encuentra Steve Blair. Justin, por su parte anda más perdido que antes. Adicciones. Drogas. Alcohol. Velocidad. Y el grupo de los ‘King’ del polígono de Miami. Su vida ha dado un giro de trescientos ochenta grados en tan solo un mes, y no tiene pinta de que todo vuelva a su cauce, y vuelva a ser como antes. Y el calendario sólo marca uno de Agosto.

| Narra Tara |

Queda justo un mes para volver a Nueva York. Volver a una nueva rutina. La universidad. Este año todo será diferente, y por fin he conseguido entrar en la facultad de audiovisuales, lo mejor de todo esto es que compartiré piso con Alexandra, cómo tanto tiempo llevamos deseando y soñando juntas, y viviré por fin alejada de aquella rutina que tanto me ahogaba, Atlanta. Lo peor de todo esto es que pasaré el resto de mi vida sin Caroline, que después de su accidente decidió mudarse a Europa, concretamente a España.

El día está bastante bien. El sol parece brillar con más ganas que nunca, y el calor es más agobiante que de costumbre, los pájaros canturrean cómo cada mañana posados en las ramas de los árboles, y el cielo está completamente despejado, sin ninguna nube.

Tara—dice Mike apoyado en el marco de mi puerta.
¿Sí? —digo dejando a un lado mi guitarra.
Me encanta cuando coges tu guitarracarcajea—me recuerda a cuando éramos críos y le cantabas el cumpleaños feliz a los abuelos en sus cumpleaños, o cuando eran las actuaciones de colegio e ibas con ella a todas partes—dice soltando un pequeño suspiro nostálgico.
Estúpido—digo haciendo a un lado cómo señal de que puede sentarse en la cama.
Oye, Tara—dice sentándose a mi lado. Ha pillado la indirecta.
Dime—digo afinando la guitarra. Suena bastante mal. —Me estas asustado, Michel—digo dándole un pequeño puñetazo en el hombro.
—Me ha llamado Kels.
—Es una novedad, la verdad—digo irónica.
—Estúpida—carcajea—Era por si querías venirte con nosotros hoy a la playa, hemos quedado todos juntos después de este largo mes—digo con algo de tristeza en sus palabras.

Asiento. Punzada en mi estómago. Echo de menos a las chicas, y a los chicos, en especial a Ryan. Echo de menos esas conversaciones sobre cómo no hacerte demasiado daño si caes de un doble salto en la u con el skate. Echo de menos pasarme las tardes muertas con él comiendo pipas. Ryan es más que un amigo, para mí es como mi segundo hermano. Y aun no entiendo porque el jodido destino ha vuelto a poner nuestras vidas patas arriba.

—¿Y? —dice haciendo una mueca bastante graciosa. Hace que ría. —¿Vienes? —Está esperando un ansioso sí, lo sé. Se lo noto en cómo me mira. —Justin no vendrá—sonríe.

Y vuelve a cagarla. Cuatro edificios enteros se acaban de desplomar en mi espalda. Ese ‘Justin no vendrá’ pesa más que cuatro toneladas de hierro fundido. Duele más que una puñalada trapera, más que las mil y una puñaladas que Justin me ha pegado.  El silencio se apodera de mi habitación de paredes blancas y verde. Y solo suena en canturreo de los pájaros acompañado de tres acordes de mi canción favorita con mi guitarra acústica.


Es obvio que cuando estás enamorado de alguien, o de algo luchas por tenerlo a tu lado hasta el punto de desgarrarte las rodillas en cada arrastre, en cada pérdida de orgullo, pero llega una pérdida definitiva. Esa que sabes que ni por h, ni por b, volverás a conseguir. Aunque luches, aunque llores, aunque des todo día a día por volver a tener a esa personas para ti, que esa personas sea de tu propiedad otra vez. Esa que no cicatriza ni con una enorme cantidad de agua oxigenada, ni mucho menos con una tirita de esas que nuestras mamás nos poniendo cuándo éramos pequeñas, esas que eran de color rosa con princesas. Ni con el tierno beso que nuestras mamás daban en nuestra frente después de habernos pegado la hostia del siglo. Para mí, perder a Justin es cómo esa herida que aún sigue abierta, que se cierra en falso, que se hace la fuerte. Y es obvio, que sigue sangrando.

Cojo aire. Respiro. Pienso. Suelto otro suspiro, este algo más largo. Y miro de nuevo a mi hermano que está esperando una respuesta.

—Si queréis que venga, avisadle. Me da igual, en serio—digo sonriendo fríamente.
—Le ha llamado ya Ryan. —dice cabizbajo.
—¿Y? —soltando la guitarra y poniéndome en pie.
—No quiere venir, dice que tiene cosas mejores que hacer. Por lo visto, ya no somos tan importantes para él.
—Eh, no seas estúpido Mike. Claro que seguís siendo igual de importante, pero las cosas han cambiado. Conozco a Justin, y se bien el motivo por el que no viene, Mike.
—¿Por qué?
—Por mí.

Y suspiro.

Mi hermano coge la guitarra y comienza a tocar. Dos acordes, y sigue. Se lanza. Hace demasiado tiempo que no coge una guitarra, concretamente desde aquel día que se lesionó la mano derecha, y no podía agarrarla bien. Mi habitación está llena de notas sueltas, de música, acordes y sobre todo de recuerdos. Suena la base de ‘let it be’. Esta es nuestra canción favorita, de pequeños la cantábamos juntos. La mirada de mi hermano, y el sonido de la canción piden a gritos que alguien empiece a cantarla. Y me lanzo. Comienzo a cantar. Cierro los ojos y me dejo llevar por el momento. Los ojos se me llenan de lágrimas, lágrimas de felicidad. Las escaleras de mi casa retumban cómo si una manada de elefantes las subiera, y en mi casa solo se escucha el sonido de la guitarra y de mi voz. Abro los ojos, mi hermano se encuentra llorando de felicidad, y mis padres y mis abuelos nos aplauden desde la puerta. Sonrío.

—A las dos. —dice Mike.
—Vale, empiezo a cambiarme—rio.
—Te echaba de menos, así—carcajea.
—Te quiero, Mike.

| Narra Justin |

Entro en la ducha, y hoy me acompaña una melodía algo particular. Escucho una dulce voz acompañada de una guitarra acústica algo desafinada. No sé de donde viene esa canción, pero me relaja. Me gusta. Me siento cómodo escuchándola. Es tan pegadiza que termino tarareándola. Y cuando menos me quiero dar cuenta estoy acompañando a esa voz femenina formando un perfecto dueto, siendo sinceros.

Salgo de la ducha y me envuelvo una toalla en el cuerpo, y con mis manos sostengo una con la que secarme el pelo. Salgo al balcón. En frente está su casa, el ventanal de cortinas verdes está abierto de par en par. Está de pie cantando. Mike la acompaña tocando la guitarra. Es ella, es su voz. Hace un mes que todos los días me siento en la silla que tengo aquí para observar lo que hace. Realmente, y siendo sincero conmigo mismo últimamente está más guapa, más viva, más feliz. Su sonrisa brilla más, y puedo apreciar el color de ojos verdes cristalinos desde aquí. Lo que está claro es que está mucho mejor sin mí.

—Justin—dice mi hermana pequeña sosteniendo mi mano.
—¿Si? —digo cogiéndola en brazos.
—¿Qué haces aquí? —dice haciendo una mueca graciosa—Cómo mamá vea que estas en toalla en el balcón te va a regañar—carcajea.
—Acabo de salir de la ducha—digo dejándola encima de mi cama.
—Manito—dice mirando el corcho dónde tenía todas las fotos con Tara—Echas de menos a Tara ¿a que sí? —dice cabizbaja.
Sí, enana. Y mucho. —sonrió.

Mil mariposas recorren mi estómago. Cien mi punzadas electicas suben por mi columna vertebral. Miles de recuerdos están ahora mismo en mi mente. Aguanto las lágrimas. Cada vez que recuerdo aquella conversación, aquellas tres semanas el corazón se me encoje de tal manera que asfixia. De tal manera que ahoga.

—¿Por qué no se lo dices? Vivimos al lado. —dice ella poniéndose de pie y dando con la mano a alguien que parece saludarla desde la otra punta.
—¿A quién saludas, Jazzy?
—A Tara. —sonríe—No me has contestado, Justin—dice poniendo las manos en su cadera en forma de jarra y un puchero.
—Es más difícil de lo que crees, pequeña. Ya tendrás tiempo para comprenderlo. Son cosas de mayores. —digo dándole un tierno y virgen beso en la frente. —¿Por qué me has preguntado esto?
—Cada noche, cuando subo a dormir te veo sentado allí—dice señalando mi vieja butaca de madera—y sé que la miras a ella. Tengo seis años, pero no soy tonta, manito—carcajea.

Me da un beso en la mejilla, y un abrazo. Y sale de mi habitación bufando algo que no logro entender.  Me asomo a la puerta, y veo como baja las escaleras moviendo sus caderas de un lado a otro. Ella sí que será difícil de llevar, y sobre todo de entender. Tiene el mismo carácter que mamá, tranquila hasta que se cabrea, y es una mujer de los pies a la cabeza.


Abro el armario en busca de algo cómodo. Cojo el primer bañador que encuentro. Es negro con estampados en amarillo, una camiseta de pico amarilla, y las vans negras. Cojo las gafas de sol negras, y una gorra negra también. Me echo un par de gotas de colonia, meto una toalla, y comida en la mochila. Y ya estoy listo para pasar el día en la playa.

| Narra Tara |

Cuelgo la guitarra de nuevo en su sitio. Estoy sola en mi habitación. Me acerco al ventanal y me encuentro con la hermana pequeña de Justin, Jazzy. Me dedica una amplia sonrisa, y mueve su mano de un lado a otro esperando a que la vea. Le devuelvo la sonrisa, muevo mi mano a su ritmo, y le lanzo un beso. Carcajea. Y carcajeo. En realidad, echo de menos pasar tiempo con ella. Me recuerda mucho a mi cuando era pequeña.

Cierro la ventana, y abro el armario. Abro el primer cajón el biquini azul y blanco no está, abro el segundo y tampoco, a la tercera dicen que va la vencida pero nada. Pienso. ¿Dónde cojones estará el biquini?

—¡MAMÁ! —grito desde las escaleras.
—¿Qué? —dice asomándose.
—¿Has visto mi biquini azul y blanco? —digo ahora un poco más suave.
—No. Tú sabrás donde lo has dejado.
—¡JODER! —bufo.

Me tumbo en la cama pensando dónde podrá estar. Solo me quedan dos opciones, en casa de Alex y esa está completamente descartada porque la última vez que fui llevaba uno de color rosa chillón, la segunda opción es en casa de Justin. Esa es más probable. Necesito ese biquini, es uno de mis favoritos.
Pienso en cómo poder recuperarle sin encontrarme con él, pero no hay solución es su casa y seguro que está allí. Sigo buscando en mi armario uno que me convenza. Y al fondo encuentro uno blanco con lunares de color negro. Ese mismo.

Entro al baño y me pongo el biquini. Acto seguido el pantalón corto de color rosa, y mi camiseta blanca que pone ‘swag’ ancha que deja ver parte de mi biquini. Las chanclas, me hago una trenza dejando un mechón de mi pelo, me echo unas gotas de colonia, gafas de sol, coloco todo dentro del bolso, y estoy lista para pasar un día en la playa con mis amigos, los de siempre.

[…]

—Están allí al fondo, Michel. —Digo señalando a la famosa sombrilla que Marie traía siempre a la playa de color amarillo chillón. —¿No ves la sombrilla? —carcajeo.
—Sí—carcajea.

Caminamos con otra sombrilla, y los bolsos. Michel intenta decirme algo a base de gestos pero no le entiendo. Hace que me desquicie. Corro hasta donde están estos y me abalanzo encima de Ryan. Le echo de menos.

—¿Tara? —dice quitándose la arena de la cara.
—La misma—digo dando una vuelta sobre mi misma. —¿Qué haces aquí tan solo? —digo soltando las cosas.
—Están todos el agua—dice señalando.

Y siento una punzada en mi estómago, allí está él. Está Justin. Su sonrisa es amplia, y su moreno reluce. Está totalmente negro, su sonrisa se ve desde kilómetros, resalta con el moreno de su cara. Sus ojos miel brillan. Estoy acojolada, las mariposas vuelven a mi estómago. Me sudan las manos, y ahora mismo tengo miedo.

—Tara, ¿estás bien?
—No, ahora mismo no lo estoy. Creía que si le veía estaría preparada de nuevo para enfrentarme a su sonrisa, pero Ryan no lo estoy. No estoy lista para volver a cruzar mi mirada con él. —digo sentándome a su lado.
—¿Le quieres?
—No—digo cogiendo aire—Estoy enamorada de él, hasta las trancas. —digo enciendo un malboro que he encontrado en mi bolso.
—¿Y cómo sabes que aun sigues amándole? Él te ha jodido demasiado. —dice estirando su mano para pasarme un mechero.
—Porque sé que en el momento que me roce, o me toque a posta para hacerse notar mi corazón cogerá la velocidad de un coche de fórmula 1 en la competición más importante, porque en el momento que me hable se formará una estúpida sonrisa en mi cara de forma inconsciente, porque cuando suena mi teléfono corro hasta donde está para ver si es él pidiéndome otra oportunidad, porque cada noche cuando me acuesto sueño con que nada ha pasado, que él sigue a mi lado, que estamos juntos comiéndonos el mundo, y comiéndonos con la mirada, porque estoy deseando que venga hasta aquí, y de un impulso me dé un beso, me coja y me vueltas por el aire y grite que me quiere para que todo el mundo nos mire y vea que aunque estemos separados por kilos de mierda y de orgullo aún seguimos enamorados. —digo desprendiéndome de mi ropa y dejando mi cuerpo al aire— Porque apreció de repente poniendo toda mi vida patas arriba y no me importó, porque me ha jodido mil veces pero si pudiera volver a pasar volvería con él desde el primer momento, atándole a mi sin dejarle a escapar, porque me muero por susurrarle al odio lo mucho que le quiero, y porque día a día aunque me haga la fuerte, nadie se imagina lo mucho que le echo de menos. —digo poniéndome en pie y caminando hasta la orilla.
—Sí, estás enamorada—dice mientras camina a mi lado hasta el agua.
­—Estoy enamorada con odio.

-Flashback-

Justin está sentando enfrente de mí en la arena. Me mira con un brillo especial para siempre. Agarra mi mano y la aprieta con fuerzas. Deja un beso suave, y virgen en mis labios. Sin lengua. Solo el roce de nuestros labios.

—No quiero que esto acabe nunca.
—Yo tampoco, pero sabes que los para siempre nunca se cumplen, Justin. —digo acomodándome entre sus piernas.
—Yo te prometo un para siempre, Tara, ¿y tú qué? ¿Tú que me prometes? —dice rodeando mi cuerpo con sus brazos.
—Eso es demasiado tiempo, Justin. Todo se puede torcer y puede que terminemos odiándonos, esta vez de verdad.
—Bueno, aunque te odie si me necesitas, iré. —dice dándome un tierno beso en la frente.
—No creo, Justin. Si me odias, no me querrás ver. No querrás saber nada de mí, deja de decir idioteces—carcajeo.
—Pues cerraré los ojos, e iré.
—No querrás oírme, mis problemas te importarán una mierda, y más si son con otro chico. Imagina que tú y yo lo dejamos, y yo me enamoro de otro y estoy mal por él, recuerdo esta conversación y te llamo, ¿escucharías mis problemas? Piensa bien lo que dices, estúpido—digo robándole un beso.
—Pues claro que iría, y te escucharía. Y no te dejaría a hablar.
— ¿Entonces? Esta conversación es algo absurda—carcajeo.
—Pues iré a tu casa, o a donde sea, correré hasta donde tu estés, y cuando esté  cerca cerraré los ojos, y te pondré el dedo en la boca en señal de silencio, te abrazaré fuerte absorbiendo el aroma a vainilla o mora que desprende tu cuerpo dependiendo del día, y te diré al odio ‘¿te acuerdas cuando te prometí esto hace tiempo? Tenía razón, y tú solo te negabas. Te prometí siempre aunque estemos separados’ y dejaré un tierno beso en tú mejilla.

Carcajeo ante su comentario. Me quedo con la mirada pérdida utilizando mi memoria a modo de cámara de fotos, ojalá el tiempo se congelara en este momento. Ojalá.

Te quiero, Justin.
Yo no te quiero Tara. —Su voz es algo más seria ahora —Yo estoy enamorado de ti hasta el punto, en el que si tú me faltas se me olvidaría hasta respirar. 

-Fin del flashback-

Sacudo mi cabeza de un lado a otro, y camino hasta donde se encuentran todos. Mi cabeza solo se repite para sí misma una y otra vez ‘evita el contacto visual, Weasly, evítalo’. Y así hago, paso por su lado sin cruzar mirada, y mucho menos una palabra.

Y ahí estas, mordiéndote el labio inferior y el interior de tú mejilla, con ese pelo despeinado de punta que te hace aún más sexy de lo que tú normalmente eres. Me muero por correr hacia a ti y devorarte los labios, que por cierto hoy los tienes más rojos y más hinchados de lo normal. Y ahí estas, sonriendo porque sabes que te observo por la rabadilla de mi ojo derecho. Y aquí estoy yo, echándote de menos.

| Narra Justin |

Estoy en el agua, y miro al fondo. Llegas tú. Esa trenza te queda realmente bien, y el moreno hace que tus ojos verdes resalten más. Esta realmente guapa, tu piel se ve más oscura, y tu sonrisa brilla más que de costumbre. Volvemos a lo de hace dos meses, tenerte cerca y echarte de menos. Correr hasta Ryan, y te le abrazas tan fuerte que puedo notar como ambos os estáis poniendo rojos a falta de aire. No sabes cómo le envidio, lo que daría por ser él. Te sientas a su lado, y comenzáis a hablar de algo que no logro entender, quizás por la distancia o por la rapidez en la que hablas. Y te pillo, me miras, te sonrojas sabes que te he pillado. Agachas tu cabeza y sacas un malboro de tu mochila, le enciendes, una calada tras otras, estas realmente sexy cuando fumas. Te deshaces de tu ropa, y comienza a caminar hasta aquí. Entras al agua, y pasas por mi lado ignorándome como si fuese un palo de seguridad, o una boya de distancia. Te pones justo a mi lado, y siento cómo tu mirada se clava en mis labios. Sé que deseas correr hacia a mi tanto cómo yo hacía a ti. Estas ahí, entre risas con tus amigas, y aquí estoy yo, echándote de menos.

[…]

—Mike, necesito tu ayuda, bro—digo encendiendo un cigarro.
—Dime, Bieber. Ya sabes que lo que sea. —dice dándole un trago a la Coca-Cola.

Le explico todo a Mike, y el solo asiente con la cabeza. Una calada tras otra, término mi cigarro, y comienzo a morderme las uñas. Estoy nervioso, demasiado nervioso, creo que hacía tiempo que estas mariposa no revoloteaban por mi estómago. Me tiemblan las piernas, y me sudan las manos.

—Vale—asiente Mike.
—Te debo una, bro—digo dándole un abrazo.

| Narrador |

[…]

—Tara, ven un momento—dice Mike mientras entra al agua.
Tara solo asiente y camina hasta dónde su hermano está. Cruza sus brazos esperando a que este hable pero no obtiene palabra.
—¿Vas a hablar hoy o mañana? —Dice poniendo sus brazos en jarra— Es que empiezan a sonar mis tripas, ¿sabes? —carcajea.
—Sí, un momento.

Justin se acerca por detrás, pone las manos en sus ojos. Tara absorbe su aroma. Ese aroma a ‘one million’ que tanto le gusta. Sabe que es él. El tacto de sus manos le ha delatado desde el primer momento. Un escalofrió recorre su cuerpo, y está deseando sonreír. Esto es a lo que ella se refería cuando le ha dicho a Ryan porque sé que en el momento que me roce, o me toque a posta para hacerse notar mi corazón cogerá la velocidad de un coche de fórmula 1 en la competición más importante’. Es real. Su corazón va a una velocidad increíble, ella misma cree que desde Europa pueden escuchar sus latidos, y este es el efecto que Justin crea en ella.

| Narra Justin |

Veo que Mike aleja a Tara de los demás, y no hay conversación entre ellos. En un momento justo en el que Tara está despistada me hace un gesto con la mano. Camino sin hacer ruido, aunque dentro del agua es algo imposible. Y llego hasta ella, coloco mis manos encima de sus ojos, y siento como respira hondo absorbiendo el aroma de mi cuerpo, su corazón se escucha latir a una velocidad increíble, parece que el corazón se le va a salir del pecho.

Mike aprovecha para irse, haciéndome una mueca y deseándome buena suerte. Asiento y le doy otra vez las gracias. Pararía el tiempo en este momento. Congelaría todos los relojes del mundo solo por estar así contigo toda una vida. En este instante. Este ‘reencuentro’. Forzado, pero bonito. Quito las manos de tus ojos, y te rodeo quedándome ahora delante de ti.

—No te vas, por favor—digo suplicándole.
—Rápido, tengo hambre. —dice haciéndose la dura.
Sé que ahora mismo está como yo, le tiemblan todas las partes de su cuerpo e incluso esa sonrisa que lucha por salir pero por orgullo no saca.
—Si quieres, podemos ir fuera mejor, y así comes algo. —digo agarrándole la mano.
Se deshace de mi agarre, está enfadada aunque por dentro se muera de ganas por besarme y por estar conmigo.
—No me toques, Justin. —dice en un tono duro y serio.

Salimos del agua, y coge su toalla para alejarse de los demás, en realidad, solo se aleja de Ryan y Desirée que están dándose el lote debajo de aquella horrible sombrilla que acompaña a Marie en todos y cada uno de sus días de playa. Hago lo mismo que ella, cogiendo esta vez también mi móvil.

—Empieza a ladrar, Justin, no tengo todo el día—dice abriendo una bolsa de palomitas.
—Déjame explicarte todo, por favor.
—No hay nada que explicar, Justin. Pierdes el tiempo si crees que me voy a creer otra mentira más, te las follastes y ya. ¿Qué más hay que explicar? —dice con voz ronca. Sé que está aguantando sus lágrimas.
—Sí, me tiré a Lou. Me la follé, en mi cama, pero no sentí nada Tara. No fue especial, y mucho menos fue intencionado, simplemente perdí el control. En cada momento pensaba en ti.
—¿Entonces por qué lo hiciste? —dice cogiendo un malboro de su paquete de cigarrillos rubio, y lo enciende de la manera más sexy que puede haber. Exhala el humo una vez y sigue hablando—Yo si me follo a otro, y pienso en ti, lo dejo—termina diciendo.
—No lo sé, no tengo justificación para ello, sinceramente.
—Por lo menos, estas siendo sincero.
—¿Entonces? —digo acortando las distancias.
—Siempre llegas el momento más inesperado, siempre cuando estoy a punto de olvidarte llegas y me pateas el trasero una vez más, yo ya no sé qué hacer, Justin.

Acorto de nuevo la distancia, ahora estoy sentado enfrente de ella, tan solo cinco centímetros nos separan, puedo sentir su corazón ir rápido, y su aliento casi en mi cara. Y sonríe. Ha sonreído. Me acerco más a ella, y nuestros labios se rozan. Le doy un beso virgen en los labios, fugaz. Y justo suena mi móvil.