lunes, 23 de septiembre de 2013

41.



| Narrador |


Ha pasado un mes desde aquella conversación entre Justin y Tara. No han vuelto a saber nada de Lou. Sus vidas caminan por distintos senderos, hasta el punto en el que el grupo se ha vuelto a separar. Después de aquello los chicos discutieron entre ellos, imaginaros lo enorme que llegó a ser cuándo todos han decidido andar por separado. Alex, sigue su camino de la mano del que es su chico desde hace un año y bastantes meses, Chaz. Kels y Mike también viven por separado, y salen con los hermanos de Kels y alguno de los amigos de su barrio. Por otro lado, Nolan, sigue su día a día con Marie, y Ryan está enganchado a Desirée cómo el primer día. Y todos os preguntareis que ha sido de Tara y Justin. Tara se alejó del grupo mucho antes de que todos discutieran con todos, ella le repetía diariamente a su mejor amiga que no quería cruzarte con Justin, que no quería volver a verle, que le había jodido la vida. Tara ha entablado nuevas amistades con gente del barrio. Ahora camina por las calles de Miami con el grupo de skaters del parque, entre los que se encuentra Steve Blair. Justin, por su parte anda más perdido que antes. Adicciones. Drogas. Alcohol. Velocidad. Y el grupo de los ‘King’ del polígono de Miami. Su vida ha dado un giro de trescientos ochenta grados en tan solo un mes, y no tiene pinta de que todo vuelva a su cauce, y vuelva a ser como antes. Y el calendario sólo marca uno de Agosto.

| Narra Tara |

Queda justo un mes para volver a Nueva York. Volver a una nueva rutina. La universidad. Este año todo será diferente, y por fin he conseguido entrar en la facultad de audiovisuales, lo mejor de todo esto es que compartiré piso con Alexandra, cómo tanto tiempo llevamos deseando y soñando juntas, y viviré por fin alejada de aquella rutina que tanto me ahogaba, Atlanta. Lo peor de todo esto es que pasaré el resto de mi vida sin Caroline, que después de su accidente decidió mudarse a Europa, concretamente a España.

El día está bastante bien. El sol parece brillar con más ganas que nunca, y el calor es más agobiante que de costumbre, los pájaros canturrean cómo cada mañana posados en las ramas de los árboles, y el cielo está completamente despejado, sin ninguna nube.

Tara—dice Mike apoyado en el marco de mi puerta.
¿Sí? —digo dejando a un lado mi guitarra.
Me encanta cuando coges tu guitarracarcajea—me recuerda a cuando éramos críos y le cantabas el cumpleaños feliz a los abuelos en sus cumpleaños, o cuando eran las actuaciones de colegio e ibas con ella a todas partes—dice soltando un pequeño suspiro nostálgico.
Estúpido—digo haciendo a un lado cómo señal de que puede sentarse en la cama.
Oye, Tara—dice sentándose a mi lado. Ha pillado la indirecta.
Dime—digo afinando la guitarra. Suena bastante mal. —Me estas asustado, Michel—digo dándole un pequeño puñetazo en el hombro.
—Me ha llamado Kels.
—Es una novedad, la verdad—digo irónica.
—Estúpida—carcajea—Era por si querías venirte con nosotros hoy a la playa, hemos quedado todos juntos después de este largo mes—digo con algo de tristeza en sus palabras.

Asiento. Punzada en mi estómago. Echo de menos a las chicas, y a los chicos, en especial a Ryan. Echo de menos esas conversaciones sobre cómo no hacerte demasiado daño si caes de un doble salto en la u con el skate. Echo de menos pasarme las tardes muertas con él comiendo pipas. Ryan es más que un amigo, para mí es como mi segundo hermano. Y aun no entiendo porque el jodido destino ha vuelto a poner nuestras vidas patas arriba.

—¿Y? —dice haciendo una mueca bastante graciosa. Hace que ría. —¿Vienes? —Está esperando un ansioso sí, lo sé. Se lo noto en cómo me mira. —Justin no vendrá—sonríe.

Y vuelve a cagarla. Cuatro edificios enteros se acaban de desplomar en mi espalda. Ese ‘Justin no vendrá’ pesa más que cuatro toneladas de hierro fundido. Duele más que una puñalada trapera, más que las mil y una puñaladas que Justin me ha pegado.  El silencio se apodera de mi habitación de paredes blancas y verde. Y solo suena en canturreo de los pájaros acompañado de tres acordes de mi canción favorita con mi guitarra acústica.


Es obvio que cuando estás enamorado de alguien, o de algo luchas por tenerlo a tu lado hasta el punto de desgarrarte las rodillas en cada arrastre, en cada pérdida de orgullo, pero llega una pérdida definitiva. Esa que sabes que ni por h, ni por b, volverás a conseguir. Aunque luches, aunque llores, aunque des todo día a día por volver a tener a esa personas para ti, que esa personas sea de tu propiedad otra vez. Esa que no cicatriza ni con una enorme cantidad de agua oxigenada, ni mucho menos con una tirita de esas que nuestras mamás nos poniendo cuándo éramos pequeñas, esas que eran de color rosa con princesas. Ni con el tierno beso que nuestras mamás daban en nuestra frente después de habernos pegado la hostia del siglo. Para mí, perder a Justin es cómo esa herida que aún sigue abierta, que se cierra en falso, que se hace la fuerte. Y es obvio, que sigue sangrando.

Cojo aire. Respiro. Pienso. Suelto otro suspiro, este algo más largo. Y miro de nuevo a mi hermano que está esperando una respuesta.

—Si queréis que venga, avisadle. Me da igual, en serio—digo sonriendo fríamente.
—Le ha llamado ya Ryan. —dice cabizbajo.
—¿Y? —soltando la guitarra y poniéndome en pie.
—No quiere venir, dice que tiene cosas mejores que hacer. Por lo visto, ya no somos tan importantes para él.
—Eh, no seas estúpido Mike. Claro que seguís siendo igual de importante, pero las cosas han cambiado. Conozco a Justin, y se bien el motivo por el que no viene, Mike.
—¿Por qué?
—Por mí.

Y suspiro.

Mi hermano coge la guitarra y comienza a tocar. Dos acordes, y sigue. Se lanza. Hace demasiado tiempo que no coge una guitarra, concretamente desde aquel día que se lesionó la mano derecha, y no podía agarrarla bien. Mi habitación está llena de notas sueltas, de música, acordes y sobre todo de recuerdos. Suena la base de ‘let it be’. Esta es nuestra canción favorita, de pequeños la cantábamos juntos. La mirada de mi hermano, y el sonido de la canción piden a gritos que alguien empiece a cantarla. Y me lanzo. Comienzo a cantar. Cierro los ojos y me dejo llevar por el momento. Los ojos se me llenan de lágrimas, lágrimas de felicidad. Las escaleras de mi casa retumban cómo si una manada de elefantes las subiera, y en mi casa solo se escucha el sonido de la guitarra y de mi voz. Abro los ojos, mi hermano se encuentra llorando de felicidad, y mis padres y mis abuelos nos aplauden desde la puerta. Sonrío.

—A las dos. —dice Mike.
—Vale, empiezo a cambiarme—rio.
—Te echaba de menos, así—carcajea.
—Te quiero, Mike.

| Narra Justin |

Entro en la ducha, y hoy me acompaña una melodía algo particular. Escucho una dulce voz acompañada de una guitarra acústica algo desafinada. No sé de donde viene esa canción, pero me relaja. Me gusta. Me siento cómodo escuchándola. Es tan pegadiza que termino tarareándola. Y cuando menos me quiero dar cuenta estoy acompañando a esa voz femenina formando un perfecto dueto, siendo sinceros.

Salgo de la ducha y me envuelvo una toalla en el cuerpo, y con mis manos sostengo una con la que secarme el pelo. Salgo al balcón. En frente está su casa, el ventanal de cortinas verdes está abierto de par en par. Está de pie cantando. Mike la acompaña tocando la guitarra. Es ella, es su voz. Hace un mes que todos los días me siento en la silla que tengo aquí para observar lo que hace. Realmente, y siendo sincero conmigo mismo últimamente está más guapa, más viva, más feliz. Su sonrisa brilla más, y puedo apreciar el color de ojos verdes cristalinos desde aquí. Lo que está claro es que está mucho mejor sin mí.

—Justin—dice mi hermana pequeña sosteniendo mi mano.
—¿Si? —digo cogiéndola en brazos.
—¿Qué haces aquí? —dice haciendo una mueca graciosa—Cómo mamá vea que estas en toalla en el balcón te va a regañar—carcajea.
—Acabo de salir de la ducha—digo dejándola encima de mi cama.
—Manito—dice mirando el corcho dónde tenía todas las fotos con Tara—Echas de menos a Tara ¿a que sí? —dice cabizbaja.
Sí, enana. Y mucho. —sonrió.

Mil mariposas recorren mi estómago. Cien mi punzadas electicas suben por mi columna vertebral. Miles de recuerdos están ahora mismo en mi mente. Aguanto las lágrimas. Cada vez que recuerdo aquella conversación, aquellas tres semanas el corazón se me encoje de tal manera que asfixia. De tal manera que ahoga.

—¿Por qué no se lo dices? Vivimos al lado. —dice ella poniéndose de pie y dando con la mano a alguien que parece saludarla desde la otra punta.
—¿A quién saludas, Jazzy?
—A Tara. —sonríe—No me has contestado, Justin—dice poniendo las manos en su cadera en forma de jarra y un puchero.
—Es más difícil de lo que crees, pequeña. Ya tendrás tiempo para comprenderlo. Son cosas de mayores. —digo dándole un tierno y virgen beso en la frente. —¿Por qué me has preguntado esto?
—Cada noche, cuando subo a dormir te veo sentado allí—dice señalando mi vieja butaca de madera—y sé que la miras a ella. Tengo seis años, pero no soy tonta, manito—carcajea.

Me da un beso en la mejilla, y un abrazo. Y sale de mi habitación bufando algo que no logro entender.  Me asomo a la puerta, y veo como baja las escaleras moviendo sus caderas de un lado a otro. Ella sí que será difícil de llevar, y sobre todo de entender. Tiene el mismo carácter que mamá, tranquila hasta que se cabrea, y es una mujer de los pies a la cabeza.


Abro el armario en busca de algo cómodo. Cojo el primer bañador que encuentro. Es negro con estampados en amarillo, una camiseta de pico amarilla, y las vans negras. Cojo las gafas de sol negras, y una gorra negra también. Me echo un par de gotas de colonia, meto una toalla, y comida en la mochila. Y ya estoy listo para pasar el día en la playa.

| Narra Tara |

Cuelgo la guitarra de nuevo en su sitio. Estoy sola en mi habitación. Me acerco al ventanal y me encuentro con la hermana pequeña de Justin, Jazzy. Me dedica una amplia sonrisa, y mueve su mano de un lado a otro esperando a que la vea. Le devuelvo la sonrisa, muevo mi mano a su ritmo, y le lanzo un beso. Carcajea. Y carcajeo. En realidad, echo de menos pasar tiempo con ella. Me recuerda mucho a mi cuando era pequeña.

Cierro la ventana, y abro el armario. Abro el primer cajón el biquini azul y blanco no está, abro el segundo y tampoco, a la tercera dicen que va la vencida pero nada. Pienso. ¿Dónde cojones estará el biquini?

—¡MAMÁ! —grito desde las escaleras.
—¿Qué? —dice asomándose.
—¿Has visto mi biquini azul y blanco? —digo ahora un poco más suave.
—No. Tú sabrás donde lo has dejado.
—¡JODER! —bufo.

Me tumbo en la cama pensando dónde podrá estar. Solo me quedan dos opciones, en casa de Alex y esa está completamente descartada porque la última vez que fui llevaba uno de color rosa chillón, la segunda opción es en casa de Justin. Esa es más probable. Necesito ese biquini, es uno de mis favoritos.
Pienso en cómo poder recuperarle sin encontrarme con él, pero no hay solución es su casa y seguro que está allí. Sigo buscando en mi armario uno que me convenza. Y al fondo encuentro uno blanco con lunares de color negro. Ese mismo.

Entro al baño y me pongo el biquini. Acto seguido el pantalón corto de color rosa, y mi camiseta blanca que pone ‘swag’ ancha que deja ver parte de mi biquini. Las chanclas, me hago una trenza dejando un mechón de mi pelo, me echo unas gotas de colonia, gafas de sol, coloco todo dentro del bolso, y estoy lista para pasar un día en la playa con mis amigos, los de siempre.

[…]

—Están allí al fondo, Michel. —Digo señalando a la famosa sombrilla que Marie traía siempre a la playa de color amarillo chillón. —¿No ves la sombrilla? —carcajeo.
—Sí—carcajea.

Caminamos con otra sombrilla, y los bolsos. Michel intenta decirme algo a base de gestos pero no le entiendo. Hace que me desquicie. Corro hasta donde están estos y me abalanzo encima de Ryan. Le echo de menos.

—¿Tara? —dice quitándose la arena de la cara.
—La misma—digo dando una vuelta sobre mi misma. —¿Qué haces aquí tan solo? —digo soltando las cosas.
—Están todos el agua—dice señalando.

Y siento una punzada en mi estómago, allí está él. Está Justin. Su sonrisa es amplia, y su moreno reluce. Está totalmente negro, su sonrisa se ve desde kilómetros, resalta con el moreno de su cara. Sus ojos miel brillan. Estoy acojolada, las mariposas vuelven a mi estómago. Me sudan las manos, y ahora mismo tengo miedo.

—Tara, ¿estás bien?
—No, ahora mismo no lo estoy. Creía que si le veía estaría preparada de nuevo para enfrentarme a su sonrisa, pero Ryan no lo estoy. No estoy lista para volver a cruzar mi mirada con él. —digo sentándome a su lado.
—¿Le quieres?
—No—digo cogiendo aire—Estoy enamorada de él, hasta las trancas. —digo enciendo un malboro que he encontrado en mi bolso.
—¿Y cómo sabes que aun sigues amándole? Él te ha jodido demasiado. —dice estirando su mano para pasarme un mechero.
—Porque sé que en el momento que me roce, o me toque a posta para hacerse notar mi corazón cogerá la velocidad de un coche de fórmula 1 en la competición más importante, porque en el momento que me hable se formará una estúpida sonrisa en mi cara de forma inconsciente, porque cuando suena mi teléfono corro hasta donde está para ver si es él pidiéndome otra oportunidad, porque cada noche cuando me acuesto sueño con que nada ha pasado, que él sigue a mi lado, que estamos juntos comiéndonos el mundo, y comiéndonos con la mirada, porque estoy deseando que venga hasta aquí, y de un impulso me dé un beso, me coja y me vueltas por el aire y grite que me quiere para que todo el mundo nos mire y vea que aunque estemos separados por kilos de mierda y de orgullo aún seguimos enamorados. —digo desprendiéndome de mi ropa y dejando mi cuerpo al aire— Porque apreció de repente poniendo toda mi vida patas arriba y no me importó, porque me ha jodido mil veces pero si pudiera volver a pasar volvería con él desde el primer momento, atándole a mi sin dejarle a escapar, porque me muero por susurrarle al odio lo mucho que le quiero, y porque día a día aunque me haga la fuerte, nadie se imagina lo mucho que le echo de menos. —digo poniéndome en pie y caminando hasta la orilla.
—Sí, estás enamorada—dice mientras camina a mi lado hasta el agua.
­—Estoy enamorada con odio.

-Flashback-

Justin está sentando enfrente de mí en la arena. Me mira con un brillo especial para siempre. Agarra mi mano y la aprieta con fuerzas. Deja un beso suave, y virgen en mis labios. Sin lengua. Solo el roce de nuestros labios.

—No quiero que esto acabe nunca.
—Yo tampoco, pero sabes que los para siempre nunca se cumplen, Justin. —digo acomodándome entre sus piernas.
—Yo te prometo un para siempre, Tara, ¿y tú qué? ¿Tú que me prometes? —dice rodeando mi cuerpo con sus brazos.
—Eso es demasiado tiempo, Justin. Todo se puede torcer y puede que terminemos odiándonos, esta vez de verdad.
—Bueno, aunque te odie si me necesitas, iré. —dice dándome un tierno beso en la frente.
—No creo, Justin. Si me odias, no me querrás ver. No querrás saber nada de mí, deja de decir idioteces—carcajeo.
—Pues cerraré los ojos, e iré.
—No querrás oírme, mis problemas te importarán una mierda, y más si son con otro chico. Imagina que tú y yo lo dejamos, y yo me enamoro de otro y estoy mal por él, recuerdo esta conversación y te llamo, ¿escucharías mis problemas? Piensa bien lo que dices, estúpido—digo robándole un beso.
—Pues claro que iría, y te escucharía. Y no te dejaría a hablar.
— ¿Entonces? Esta conversación es algo absurda—carcajeo.
—Pues iré a tu casa, o a donde sea, correré hasta donde tu estés, y cuando esté  cerca cerraré los ojos, y te pondré el dedo en la boca en señal de silencio, te abrazaré fuerte absorbiendo el aroma a vainilla o mora que desprende tu cuerpo dependiendo del día, y te diré al odio ‘¿te acuerdas cuando te prometí esto hace tiempo? Tenía razón, y tú solo te negabas. Te prometí siempre aunque estemos separados’ y dejaré un tierno beso en tú mejilla.

Carcajeo ante su comentario. Me quedo con la mirada pérdida utilizando mi memoria a modo de cámara de fotos, ojalá el tiempo se congelara en este momento. Ojalá.

Te quiero, Justin.
Yo no te quiero Tara. —Su voz es algo más seria ahora —Yo estoy enamorado de ti hasta el punto, en el que si tú me faltas se me olvidaría hasta respirar. 

-Fin del flashback-

Sacudo mi cabeza de un lado a otro, y camino hasta donde se encuentran todos. Mi cabeza solo se repite para sí misma una y otra vez ‘evita el contacto visual, Weasly, evítalo’. Y así hago, paso por su lado sin cruzar mirada, y mucho menos una palabra.

Y ahí estas, mordiéndote el labio inferior y el interior de tú mejilla, con ese pelo despeinado de punta que te hace aún más sexy de lo que tú normalmente eres. Me muero por correr hacia a ti y devorarte los labios, que por cierto hoy los tienes más rojos y más hinchados de lo normal. Y ahí estas, sonriendo porque sabes que te observo por la rabadilla de mi ojo derecho. Y aquí estoy yo, echándote de menos.

| Narra Justin |

Estoy en el agua, y miro al fondo. Llegas tú. Esa trenza te queda realmente bien, y el moreno hace que tus ojos verdes resalten más. Esta realmente guapa, tu piel se ve más oscura, y tu sonrisa brilla más que de costumbre. Volvemos a lo de hace dos meses, tenerte cerca y echarte de menos. Correr hasta Ryan, y te le abrazas tan fuerte que puedo notar como ambos os estáis poniendo rojos a falta de aire. No sabes cómo le envidio, lo que daría por ser él. Te sientas a su lado, y comenzáis a hablar de algo que no logro entender, quizás por la distancia o por la rapidez en la que hablas. Y te pillo, me miras, te sonrojas sabes que te he pillado. Agachas tu cabeza y sacas un malboro de tu mochila, le enciendes, una calada tras otras, estas realmente sexy cuando fumas. Te deshaces de tu ropa, y comienza a caminar hasta aquí. Entras al agua, y pasas por mi lado ignorándome como si fuese un palo de seguridad, o una boya de distancia. Te pones justo a mi lado, y siento cómo tu mirada se clava en mis labios. Sé que deseas correr hacia a mi tanto cómo yo hacía a ti. Estas ahí, entre risas con tus amigas, y aquí estoy yo, echándote de menos.

[…]

—Mike, necesito tu ayuda, bro—digo encendiendo un cigarro.
—Dime, Bieber. Ya sabes que lo que sea. —dice dándole un trago a la Coca-Cola.

Le explico todo a Mike, y el solo asiente con la cabeza. Una calada tras otra, término mi cigarro, y comienzo a morderme las uñas. Estoy nervioso, demasiado nervioso, creo que hacía tiempo que estas mariposa no revoloteaban por mi estómago. Me tiemblan las piernas, y me sudan las manos.

—Vale—asiente Mike.
—Te debo una, bro—digo dándole un abrazo.

| Narrador |

[…]

—Tara, ven un momento—dice Mike mientras entra al agua.
Tara solo asiente y camina hasta dónde su hermano está. Cruza sus brazos esperando a que este hable pero no obtiene palabra.
—¿Vas a hablar hoy o mañana? —Dice poniendo sus brazos en jarra— Es que empiezan a sonar mis tripas, ¿sabes? —carcajea.
—Sí, un momento.

Justin se acerca por detrás, pone las manos en sus ojos. Tara absorbe su aroma. Ese aroma a ‘one million’ que tanto le gusta. Sabe que es él. El tacto de sus manos le ha delatado desde el primer momento. Un escalofrió recorre su cuerpo, y está deseando sonreír. Esto es a lo que ella se refería cuando le ha dicho a Ryan porque sé que en el momento que me roce, o me toque a posta para hacerse notar mi corazón cogerá la velocidad de un coche de fórmula 1 en la competición más importante’. Es real. Su corazón va a una velocidad increíble, ella misma cree que desde Europa pueden escuchar sus latidos, y este es el efecto que Justin crea en ella.

| Narra Justin |

Veo que Mike aleja a Tara de los demás, y no hay conversación entre ellos. En un momento justo en el que Tara está despistada me hace un gesto con la mano. Camino sin hacer ruido, aunque dentro del agua es algo imposible. Y llego hasta ella, coloco mis manos encima de sus ojos, y siento como respira hondo absorbiendo el aroma de mi cuerpo, su corazón se escucha latir a una velocidad increíble, parece que el corazón se le va a salir del pecho.

Mike aprovecha para irse, haciéndome una mueca y deseándome buena suerte. Asiento y le doy otra vez las gracias. Pararía el tiempo en este momento. Congelaría todos los relojes del mundo solo por estar así contigo toda una vida. En este instante. Este ‘reencuentro’. Forzado, pero bonito. Quito las manos de tus ojos, y te rodeo quedándome ahora delante de ti.

—No te vas, por favor—digo suplicándole.
—Rápido, tengo hambre. —dice haciéndose la dura.
Sé que ahora mismo está como yo, le tiemblan todas las partes de su cuerpo e incluso esa sonrisa que lucha por salir pero por orgullo no saca.
—Si quieres, podemos ir fuera mejor, y así comes algo. —digo agarrándole la mano.
Se deshace de mi agarre, está enfadada aunque por dentro se muera de ganas por besarme y por estar conmigo.
—No me toques, Justin. —dice en un tono duro y serio.

Salimos del agua, y coge su toalla para alejarse de los demás, en realidad, solo se aleja de Ryan y Desirée que están dándose el lote debajo de aquella horrible sombrilla que acompaña a Marie en todos y cada uno de sus días de playa. Hago lo mismo que ella, cogiendo esta vez también mi móvil.

—Empieza a ladrar, Justin, no tengo todo el día—dice abriendo una bolsa de palomitas.
—Déjame explicarte todo, por favor.
—No hay nada que explicar, Justin. Pierdes el tiempo si crees que me voy a creer otra mentira más, te las follastes y ya. ¿Qué más hay que explicar? —dice con voz ronca. Sé que está aguantando sus lágrimas.
—Sí, me tiré a Lou. Me la follé, en mi cama, pero no sentí nada Tara. No fue especial, y mucho menos fue intencionado, simplemente perdí el control. En cada momento pensaba en ti.
—¿Entonces por qué lo hiciste? —dice cogiendo un malboro de su paquete de cigarrillos rubio, y lo enciende de la manera más sexy que puede haber. Exhala el humo una vez y sigue hablando—Yo si me follo a otro, y pienso en ti, lo dejo—termina diciendo.
—No lo sé, no tengo justificación para ello, sinceramente.
—Por lo menos, estas siendo sincero.
—¿Entonces? —digo acortando las distancias.
—Siempre llegas el momento más inesperado, siempre cuando estoy a punto de olvidarte llegas y me pateas el trasero una vez más, yo ya no sé qué hacer, Justin.

Acorto de nuevo la distancia, ahora estoy sentado enfrente de ella, tan solo cinco centímetros nos separan, puedo sentir su corazón ir rápido, y su aliento casi en mi cara. Y sonríe. Ha sonreído. Me acerco más a ella, y nuestros labios se rozan. Le doy un beso virgen en los labios, fugaz. Y justo suena mi móvil.






2 comentarios:

  1. :O ME HA ENCANTADO *-*
    Pero que preciosidad de capitulo, enserio, esta genial.
    Me ha encantado la manera de la que han vuelto ha hablar, ha sido preciosa.
    SIGUIENTEE :))

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  2. Oh dios mio, habia olvidado comentar pero con el insti y todo he estado muy liada.
    Bien , empecemos.
    Me encanta la idea que ha tenido Justin, es que son tan jodidamente monos. Dijiste que ibamos a sufrir y estabas en lo cierto, estoy sufriendo de lo lindo con lo que esta pasando, por que es mas que obvio que Tara y Justin tienen que estar juntos, aunque el ha sido un cabron y ella hace bien en no ponerselo facil.
    Siempre llegas el momento más inesperado, siempre cuando estoy a punto de olvidarte llegas y me pateas el trasero una vez más, yo ya no sé qué hacer, Justin.
    Esa parte me ha matado, pero es que estaba siendo todo tan bonito, cuando de repente suena el movil y todo a la puta mierda, pues no, eso no me gusta, a saber quien es. Seguro que es la puta de Lou que va a joder y a meterse entre ellos y si es eso,arg, te mato, en serio que te mato si es esa idiota. Yo de Tara la mataba, por que es una falsa de cojones.
    Bueno tia, espero el siguiente.

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lunes, 23 de septiembre de 2013

41.



| Narrador |


Ha pasado un mes desde aquella conversación entre Justin y Tara. No han vuelto a saber nada de Lou. Sus vidas caminan por distintos senderos, hasta el punto en el que el grupo se ha vuelto a separar. Después de aquello los chicos discutieron entre ellos, imaginaros lo enorme que llegó a ser cuándo todos han decidido andar por separado. Alex, sigue su camino de la mano del que es su chico desde hace un año y bastantes meses, Chaz. Kels y Mike también viven por separado, y salen con los hermanos de Kels y alguno de los amigos de su barrio. Por otro lado, Nolan, sigue su día a día con Marie, y Ryan está enganchado a Desirée cómo el primer día. Y todos os preguntareis que ha sido de Tara y Justin. Tara se alejó del grupo mucho antes de que todos discutieran con todos, ella le repetía diariamente a su mejor amiga que no quería cruzarte con Justin, que no quería volver a verle, que le había jodido la vida. Tara ha entablado nuevas amistades con gente del barrio. Ahora camina por las calles de Miami con el grupo de skaters del parque, entre los que se encuentra Steve Blair. Justin, por su parte anda más perdido que antes. Adicciones. Drogas. Alcohol. Velocidad. Y el grupo de los ‘King’ del polígono de Miami. Su vida ha dado un giro de trescientos ochenta grados en tan solo un mes, y no tiene pinta de que todo vuelva a su cauce, y vuelva a ser como antes. Y el calendario sólo marca uno de Agosto.

| Narra Tara |

Queda justo un mes para volver a Nueva York. Volver a una nueva rutina. La universidad. Este año todo será diferente, y por fin he conseguido entrar en la facultad de audiovisuales, lo mejor de todo esto es que compartiré piso con Alexandra, cómo tanto tiempo llevamos deseando y soñando juntas, y viviré por fin alejada de aquella rutina que tanto me ahogaba, Atlanta. Lo peor de todo esto es que pasaré el resto de mi vida sin Caroline, que después de su accidente decidió mudarse a Europa, concretamente a España.

El día está bastante bien. El sol parece brillar con más ganas que nunca, y el calor es más agobiante que de costumbre, los pájaros canturrean cómo cada mañana posados en las ramas de los árboles, y el cielo está completamente despejado, sin ninguna nube.

Tara—dice Mike apoyado en el marco de mi puerta.
¿Sí? —digo dejando a un lado mi guitarra.
Me encanta cuando coges tu guitarracarcajea—me recuerda a cuando éramos críos y le cantabas el cumpleaños feliz a los abuelos en sus cumpleaños, o cuando eran las actuaciones de colegio e ibas con ella a todas partes—dice soltando un pequeño suspiro nostálgico.
Estúpido—digo haciendo a un lado cómo señal de que puede sentarse en la cama.
Oye, Tara—dice sentándose a mi lado. Ha pillado la indirecta.
Dime—digo afinando la guitarra. Suena bastante mal. —Me estas asustado, Michel—digo dándole un pequeño puñetazo en el hombro.
—Me ha llamado Kels.
—Es una novedad, la verdad—digo irónica.
—Estúpida—carcajea—Era por si querías venirte con nosotros hoy a la playa, hemos quedado todos juntos después de este largo mes—digo con algo de tristeza en sus palabras.

Asiento. Punzada en mi estómago. Echo de menos a las chicas, y a los chicos, en especial a Ryan. Echo de menos esas conversaciones sobre cómo no hacerte demasiado daño si caes de un doble salto en la u con el skate. Echo de menos pasarme las tardes muertas con él comiendo pipas. Ryan es más que un amigo, para mí es como mi segundo hermano. Y aun no entiendo porque el jodido destino ha vuelto a poner nuestras vidas patas arriba.

—¿Y? —dice haciendo una mueca bastante graciosa. Hace que ría. —¿Vienes? —Está esperando un ansioso sí, lo sé. Se lo noto en cómo me mira. —Justin no vendrá—sonríe.

Y vuelve a cagarla. Cuatro edificios enteros se acaban de desplomar en mi espalda. Ese ‘Justin no vendrá’ pesa más que cuatro toneladas de hierro fundido. Duele más que una puñalada trapera, más que las mil y una puñaladas que Justin me ha pegado.  El silencio se apodera de mi habitación de paredes blancas y verde. Y solo suena en canturreo de los pájaros acompañado de tres acordes de mi canción favorita con mi guitarra acústica.


Es obvio que cuando estás enamorado de alguien, o de algo luchas por tenerlo a tu lado hasta el punto de desgarrarte las rodillas en cada arrastre, en cada pérdida de orgullo, pero llega una pérdida definitiva. Esa que sabes que ni por h, ni por b, volverás a conseguir. Aunque luches, aunque llores, aunque des todo día a día por volver a tener a esa personas para ti, que esa personas sea de tu propiedad otra vez. Esa que no cicatriza ni con una enorme cantidad de agua oxigenada, ni mucho menos con una tirita de esas que nuestras mamás nos poniendo cuándo éramos pequeñas, esas que eran de color rosa con princesas. Ni con el tierno beso que nuestras mamás daban en nuestra frente después de habernos pegado la hostia del siglo. Para mí, perder a Justin es cómo esa herida que aún sigue abierta, que se cierra en falso, que se hace la fuerte. Y es obvio, que sigue sangrando.

Cojo aire. Respiro. Pienso. Suelto otro suspiro, este algo más largo. Y miro de nuevo a mi hermano que está esperando una respuesta.

—Si queréis que venga, avisadle. Me da igual, en serio—digo sonriendo fríamente.
—Le ha llamado ya Ryan. —dice cabizbajo.
—¿Y? —soltando la guitarra y poniéndome en pie.
—No quiere venir, dice que tiene cosas mejores que hacer. Por lo visto, ya no somos tan importantes para él.
—Eh, no seas estúpido Mike. Claro que seguís siendo igual de importante, pero las cosas han cambiado. Conozco a Justin, y se bien el motivo por el que no viene, Mike.
—¿Por qué?
—Por mí.

Y suspiro.

Mi hermano coge la guitarra y comienza a tocar. Dos acordes, y sigue. Se lanza. Hace demasiado tiempo que no coge una guitarra, concretamente desde aquel día que se lesionó la mano derecha, y no podía agarrarla bien. Mi habitación está llena de notas sueltas, de música, acordes y sobre todo de recuerdos. Suena la base de ‘let it be’. Esta es nuestra canción favorita, de pequeños la cantábamos juntos. La mirada de mi hermano, y el sonido de la canción piden a gritos que alguien empiece a cantarla. Y me lanzo. Comienzo a cantar. Cierro los ojos y me dejo llevar por el momento. Los ojos se me llenan de lágrimas, lágrimas de felicidad. Las escaleras de mi casa retumban cómo si una manada de elefantes las subiera, y en mi casa solo se escucha el sonido de la guitarra y de mi voz. Abro los ojos, mi hermano se encuentra llorando de felicidad, y mis padres y mis abuelos nos aplauden desde la puerta. Sonrío.

—A las dos. —dice Mike.
—Vale, empiezo a cambiarme—rio.
—Te echaba de menos, así—carcajea.
—Te quiero, Mike.

| Narra Justin |

Entro en la ducha, y hoy me acompaña una melodía algo particular. Escucho una dulce voz acompañada de una guitarra acústica algo desafinada. No sé de donde viene esa canción, pero me relaja. Me gusta. Me siento cómodo escuchándola. Es tan pegadiza que termino tarareándola. Y cuando menos me quiero dar cuenta estoy acompañando a esa voz femenina formando un perfecto dueto, siendo sinceros.

Salgo de la ducha y me envuelvo una toalla en el cuerpo, y con mis manos sostengo una con la que secarme el pelo. Salgo al balcón. En frente está su casa, el ventanal de cortinas verdes está abierto de par en par. Está de pie cantando. Mike la acompaña tocando la guitarra. Es ella, es su voz. Hace un mes que todos los días me siento en la silla que tengo aquí para observar lo que hace. Realmente, y siendo sincero conmigo mismo últimamente está más guapa, más viva, más feliz. Su sonrisa brilla más, y puedo apreciar el color de ojos verdes cristalinos desde aquí. Lo que está claro es que está mucho mejor sin mí.

—Justin—dice mi hermana pequeña sosteniendo mi mano.
—¿Si? —digo cogiéndola en brazos.
—¿Qué haces aquí? —dice haciendo una mueca graciosa—Cómo mamá vea que estas en toalla en el balcón te va a regañar—carcajea.
—Acabo de salir de la ducha—digo dejándola encima de mi cama.
—Manito—dice mirando el corcho dónde tenía todas las fotos con Tara—Echas de menos a Tara ¿a que sí? —dice cabizbaja.
Sí, enana. Y mucho. —sonrió.

Mil mariposas recorren mi estómago. Cien mi punzadas electicas suben por mi columna vertebral. Miles de recuerdos están ahora mismo en mi mente. Aguanto las lágrimas. Cada vez que recuerdo aquella conversación, aquellas tres semanas el corazón se me encoje de tal manera que asfixia. De tal manera que ahoga.

—¿Por qué no se lo dices? Vivimos al lado. —dice ella poniéndose de pie y dando con la mano a alguien que parece saludarla desde la otra punta.
—¿A quién saludas, Jazzy?
—A Tara. —sonríe—No me has contestado, Justin—dice poniendo las manos en su cadera en forma de jarra y un puchero.
—Es más difícil de lo que crees, pequeña. Ya tendrás tiempo para comprenderlo. Son cosas de mayores. —digo dándole un tierno y virgen beso en la frente. —¿Por qué me has preguntado esto?
—Cada noche, cuando subo a dormir te veo sentado allí—dice señalando mi vieja butaca de madera—y sé que la miras a ella. Tengo seis años, pero no soy tonta, manito—carcajea.

Me da un beso en la mejilla, y un abrazo. Y sale de mi habitación bufando algo que no logro entender.  Me asomo a la puerta, y veo como baja las escaleras moviendo sus caderas de un lado a otro. Ella sí que será difícil de llevar, y sobre todo de entender. Tiene el mismo carácter que mamá, tranquila hasta que se cabrea, y es una mujer de los pies a la cabeza.


Abro el armario en busca de algo cómodo. Cojo el primer bañador que encuentro. Es negro con estampados en amarillo, una camiseta de pico amarilla, y las vans negras. Cojo las gafas de sol negras, y una gorra negra también. Me echo un par de gotas de colonia, meto una toalla, y comida en la mochila. Y ya estoy listo para pasar el día en la playa.

| Narra Tara |

Cuelgo la guitarra de nuevo en su sitio. Estoy sola en mi habitación. Me acerco al ventanal y me encuentro con la hermana pequeña de Justin, Jazzy. Me dedica una amplia sonrisa, y mueve su mano de un lado a otro esperando a que la vea. Le devuelvo la sonrisa, muevo mi mano a su ritmo, y le lanzo un beso. Carcajea. Y carcajeo. En realidad, echo de menos pasar tiempo con ella. Me recuerda mucho a mi cuando era pequeña.

Cierro la ventana, y abro el armario. Abro el primer cajón el biquini azul y blanco no está, abro el segundo y tampoco, a la tercera dicen que va la vencida pero nada. Pienso. ¿Dónde cojones estará el biquini?

—¡MAMÁ! —grito desde las escaleras.
—¿Qué? —dice asomándose.
—¿Has visto mi biquini azul y blanco? —digo ahora un poco más suave.
—No. Tú sabrás donde lo has dejado.
—¡JODER! —bufo.

Me tumbo en la cama pensando dónde podrá estar. Solo me quedan dos opciones, en casa de Alex y esa está completamente descartada porque la última vez que fui llevaba uno de color rosa chillón, la segunda opción es en casa de Justin. Esa es más probable. Necesito ese biquini, es uno de mis favoritos.
Pienso en cómo poder recuperarle sin encontrarme con él, pero no hay solución es su casa y seguro que está allí. Sigo buscando en mi armario uno que me convenza. Y al fondo encuentro uno blanco con lunares de color negro. Ese mismo.

Entro al baño y me pongo el biquini. Acto seguido el pantalón corto de color rosa, y mi camiseta blanca que pone ‘swag’ ancha que deja ver parte de mi biquini. Las chanclas, me hago una trenza dejando un mechón de mi pelo, me echo unas gotas de colonia, gafas de sol, coloco todo dentro del bolso, y estoy lista para pasar un día en la playa con mis amigos, los de siempre.

[…]

—Están allí al fondo, Michel. —Digo señalando a la famosa sombrilla que Marie traía siempre a la playa de color amarillo chillón. —¿No ves la sombrilla? —carcajeo.
—Sí—carcajea.

Caminamos con otra sombrilla, y los bolsos. Michel intenta decirme algo a base de gestos pero no le entiendo. Hace que me desquicie. Corro hasta donde están estos y me abalanzo encima de Ryan. Le echo de menos.

—¿Tara? —dice quitándose la arena de la cara.
—La misma—digo dando una vuelta sobre mi misma. —¿Qué haces aquí tan solo? —digo soltando las cosas.
—Están todos el agua—dice señalando.

Y siento una punzada en mi estómago, allí está él. Está Justin. Su sonrisa es amplia, y su moreno reluce. Está totalmente negro, su sonrisa se ve desde kilómetros, resalta con el moreno de su cara. Sus ojos miel brillan. Estoy acojolada, las mariposas vuelven a mi estómago. Me sudan las manos, y ahora mismo tengo miedo.

—Tara, ¿estás bien?
—No, ahora mismo no lo estoy. Creía que si le veía estaría preparada de nuevo para enfrentarme a su sonrisa, pero Ryan no lo estoy. No estoy lista para volver a cruzar mi mirada con él. —digo sentándome a su lado.
—¿Le quieres?
—No—digo cogiendo aire—Estoy enamorada de él, hasta las trancas. —digo enciendo un malboro que he encontrado en mi bolso.
—¿Y cómo sabes que aun sigues amándole? Él te ha jodido demasiado. —dice estirando su mano para pasarme un mechero.
—Porque sé que en el momento que me roce, o me toque a posta para hacerse notar mi corazón cogerá la velocidad de un coche de fórmula 1 en la competición más importante, porque en el momento que me hable se formará una estúpida sonrisa en mi cara de forma inconsciente, porque cuando suena mi teléfono corro hasta donde está para ver si es él pidiéndome otra oportunidad, porque cada noche cuando me acuesto sueño con que nada ha pasado, que él sigue a mi lado, que estamos juntos comiéndonos el mundo, y comiéndonos con la mirada, porque estoy deseando que venga hasta aquí, y de un impulso me dé un beso, me coja y me vueltas por el aire y grite que me quiere para que todo el mundo nos mire y vea que aunque estemos separados por kilos de mierda y de orgullo aún seguimos enamorados. —digo desprendiéndome de mi ropa y dejando mi cuerpo al aire— Porque apreció de repente poniendo toda mi vida patas arriba y no me importó, porque me ha jodido mil veces pero si pudiera volver a pasar volvería con él desde el primer momento, atándole a mi sin dejarle a escapar, porque me muero por susurrarle al odio lo mucho que le quiero, y porque día a día aunque me haga la fuerte, nadie se imagina lo mucho que le echo de menos. —digo poniéndome en pie y caminando hasta la orilla.
—Sí, estás enamorada—dice mientras camina a mi lado hasta el agua.
­—Estoy enamorada con odio.

-Flashback-

Justin está sentando enfrente de mí en la arena. Me mira con un brillo especial para siempre. Agarra mi mano y la aprieta con fuerzas. Deja un beso suave, y virgen en mis labios. Sin lengua. Solo el roce de nuestros labios.

—No quiero que esto acabe nunca.
—Yo tampoco, pero sabes que los para siempre nunca se cumplen, Justin. —digo acomodándome entre sus piernas.
—Yo te prometo un para siempre, Tara, ¿y tú qué? ¿Tú que me prometes? —dice rodeando mi cuerpo con sus brazos.
—Eso es demasiado tiempo, Justin. Todo se puede torcer y puede que terminemos odiándonos, esta vez de verdad.
—Bueno, aunque te odie si me necesitas, iré. —dice dándome un tierno beso en la frente.
—No creo, Justin. Si me odias, no me querrás ver. No querrás saber nada de mí, deja de decir idioteces—carcajeo.
—Pues cerraré los ojos, e iré.
—No querrás oírme, mis problemas te importarán una mierda, y más si son con otro chico. Imagina que tú y yo lo dejamos, y yo me enamoro de otro y estoy mal por él, recuerdo esta conversación y te llamo, ¿escucharías mis problemas? Piensa bien lo que dices, estúpido—digo robándole un beso.
—Pues claro que iría, y te escucharía. Y no te dejaría a hablar.
— ¿Entonces? Esta conversación es algo absurda—carcajeo.
—Pues iré a tu casa, o a donde sea, correré hasta donde tu estés, y cuando esté  cerca cerraré los ojos, y te pondré el dedo en la boca en señal de silencio, te abrazaré fuerte absorbiendo el aroma a vainilla o mora que desprende tu cuerpo dependiendo del día, y te diré al odio ‘¿te acuerdas cuando te prometí esto hace tiempo? Tenía razón, y tú solo te negabas. Te prometí siempre aunque estemos separados’ y dejaré un tierno beso en tú mejilla.

Carcajeo ante su comentario. Me quedo con la mirada pérdida utilizando mi memoria a modo de cámara de fotos, ojalá el tiempo se congelara en este momento. Ojalá.

Te quiero, Justin.
Yo no te quiero Tara. —Su voz es algo más seria ahora —Yo estoy enamorado de ti hasta el punto, en el que si tú me faltas se me olvidaría hasta respirar. 

-Fin del flashback-

Sacudo mi cabeza de un lado a otro, y camino hasta donde se encuentran todos. Mi cabeza solo se repite para sí misma una y otra vez ‘evita el contacto visual, Weasly, evítalo’. Y así hago, paso por su lado sin cruzar mirada, y mucho menos una palabra.

Y ahí estas, mordiéndote el labio inferior y el interior de tú mejilla, con ese pelo despeinado de punta que te hace aún más sexy de lo que tú normalmente eres. Me muero por correr hacia a ti y devorarte los labios, que por cierto hoy los tienes más rojos y más hinchados de lo normal. Y ahí estas, sonriendo porque sabes que te observo por la rabadilla de mi ojo derecho. Y aquí estoy yo, echándote de menos.

| Narra Justin |

Estoy en el agua, y miro al fondo. Llegas tú. Esa trenza te queda realmente bien, y el moreno hace que tus ojos verdes resalten más. Esta realmente guapa, tu piel se ve más oscura, y tu sonrisa brilla más que de costumbre. Volvemos a lo de hace dos meses, tenerte cerca y echarte de menos. Correr hasta Ryan, y te le abrazas tan fuerte que puedo notar como ambos os estáis poniendo rojos a falta de aire. No sabes cómo le envidio, lo que daría por ser él. Te sientas a su lado, y comenzáis a hablar de algo que no logro entender, quizás por la distancia o por la rapidez en la que hablas. Y te pillo, me miras, te sonrojas sabes que te he pillado. Agachas tu cabeza y sacas un malboro de tu mochila, le enciendes, una calada tras otras, estas realmente sexy cuando fumas. Te deshaces de tu ropa, y comienza a caminar hasta aquí. Entras al agua, y pasas por mi lado ignorándome como si fuese un palo de seguridad, o una boya de distancia. Te pones justo a mi lado, y siento cómo tu mirada se clava en mis labios. Sé que deseas correr hacia a mi tanto cómo yo hacía a ti. Estas ahí, entre risas con tus amigas, y aquí estoy yo, echándote de menos.

[…]

—Mike, necesito tu ayuda, bro—digo encendiendo un cigarro.
—Dime, Bieber. Ya sabes que lo que sea. —dice dándole un trago a la Coca-Cola.

Le explico todo a Mike, y el solo asiente con la cabeza. Una calada tras otra, término mi cigarro, y comienzo a morderme las uñas. Estoy nervioso, demasiado nervioso, creo que hacía tiempo que estas mariposa no revoloteaban por mi estómago. Me tiemblan las piernas, y me sudan las manos.

—Vale—asiente Mike.
—Te debo una, bro—digo dándole un abrazo.

| Narrador |

[…]

—Tara, ven un momento—dice Mike mientras entra al agua.
Tara solo asiente y camina hasta dónde su hermano está. Cruza sus brazos esperando a que este hable pero no obtiene palabra.
—¿Vas a hablar hoy o mañana? —Dice poniendo sus brazos en jarra— Es que empiezan a sonar mis tripas, ¿sabes? —carcajea.
—Sí, un momento.

Justin se acerca por detrás, pone las manos en sus ojos. Tara absorbe su aroma. Ese aroma a ‘one million’ que tanto le gusta. Sabe que es él. El tacto de sus manos le ha delatado desde el primer momento. Un escalofrió recorre su cuerpo, y está deseando sonreír. Esto es a lo que ella se refería cuando le ha dicho a Ryan porque sé que en el momento que me roce, o me toque a posta para hacerse notar mi corazón cogerá la velocidad de un coche de fórmula 1 en la competición más importante’. Es real. Su corazón va a una velocidad increíble, ella misma cree que desde Europa pueden escuchar sus latidos, y este es el efecto que Justin crea en ella.

| Narra Justin |

Veo que Mike aleja a Tara de los demás, y no hay conversación entre ellos. En un momento justo en el que Tara está despistada me hace un gesto con la mano. Camino sin hacer ruido, aunque dentro del agua es algo imposible. Y llego hasta ella, coloco mis manos encima de sus ojos, y siento como respira hondo absorbiendo el aroma de mi cuerpo, su corazón se escucha latir a una velocidad increíble, parece que el corazón se le va a salir del pecho.

Mike aprovecha para irse, haciéndome una mueca y deseándome buena suerte. Asiento y le doy otra vez las gracias. Pararía el tiempo en este momento. Congelaría todos los relojes del mundo solo por estar así contigo toda una vida. En este instante. Este ‘reencuentro’. Forzado, pero bonito. Quito las manos de tus ojos, y te rodeo quedándome ahora delante de ti.

—No te vas, por favor—digo suplicándole.
—Rápido, tengo hambre. —dice haciéndose la dura.
Sé que ahora mismo está como yo, le tiemblan todas las partes de su cuerpo e incluso esa sonrisa que lucha por salir pero por orgullo no saca.
—Si quieres, podemos ir fuera mejor, y así comes algo. —digo agarrándole la mano.
Se deshace de mi agarre, está enfadada aunque por dentro se muera de ganas por besarme y por estar conmigo.
—No me toques, Justin. —dice en un tono duro y serio.

Salimos del agua, y coge su toalla para alejarse de los demás, en realidad, solo se aleja de Ryan y Desirée que están dándose el lote debajo de aquella horrible sombrilla que acompaña a Marie en todos y cada uno de sus días de playa. Hago lo mismo que ella, cogiendo esta vez también mi móvil.

—Empieza a ladrar, Justin, no tengo todo el día—dice abriendo una bolsa de palomitas.
—Déjame explicarte todo, por favor.
—No hay nada que explicar, Justin. Pierdes el tiempo si crees que me voy a creer otra mentira más, te las follastes y ya. ¿Qué más hay que explicar? —dice con voz ronca. Sé que está aguantando sus lágrimas.
—Sí, me tiré a Lou. Me la follé, en mi cama, pero no sentí nada Tara. No fue especial, y mucho menos fue intencionado, simplemente perdí el control. En cada momento pensaba en ti.
—¿Entonces por qué lo hiciste? —dice cogiendo un malboro de su paquete de cigarrillos rubio, y lo enciende de la manera más sexy que puede haber. Exhala el humo una vez y sigue hablando—Yo si me follo a otro, y pienso en ti, lo dejo—termina diciendo.
—No lo sé, no tengo justificación para ello, sinceramente.
—Por lo menos, estas siendo sincero.
—¿Entonces? —digo acortando las distancias.
—Siempre llegas el momento más inesperado, siempre cuando estoy a punto de olvidarte llegas y me pateas el trasero una vez más, yo ya no sé qué hacer, Justin.

Acorto de nuevo la distancia, ahora estoy sentado enfrente de ella, tan solo cinco centímetros nos separan, puedo sentir su corazón ir rápido, y su aliento casi en mi cara. Y sonríe. Ha sonreído. Me acerco más a ella, y nuestros labios se rozan. Le doy un beso virgen en los labios, fugaz. Y justo suena mi móvil.






2 comentarios:

  1. :O ME HA ENCANTADO *-*
    Pero que preciosidad de capitulo, enserio, esta genial.
    Me ha encantado la manera de la que han vuelto ha hablar, ha sido preciosa.
    SIGUIENTEE :))

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  2. Oh dios mio, habia olvidado comentar pero con el insti y todo he estado muy liada.
    Bien , empecemos.
    Me encanta la idea que ha tenido Justin, es que son tan jodidamente monos. Dijiste que ibamos a sufrir y estabas en lo cierto, estoy sufriendo de lo lindo con lo que esta pasando, por que es mas que obvio que Tara y Justin tienen que estar juntos, aunque el ha sido un cabron y ella hace bien en no ponerselo facil.
    Siempre llegas el momento más inesperado, siempre cuando estoy a punto de olvidarte llegas y me pateas el trasero una vez más, yo ya no sé qué hacer, Justin.
    Esa parte me ha matado, pero es que estaba siendo todo tan bonito, cuando de repente suena el movil y todo a la puta mierda, pues no, eso no me gusta, a saber quien es. Seguro que es la puta de Lou que va a joder y a meterse entre ellos y si es eso,arg, te mato, en serio que te mato si es esa idiota. Yo de Tara la mataba, por que es una falsa de cojones.
    Bueno tia, espero el siguiente.

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