· Capitulo uno.
| Narra Beth |
¿Buenos días? Buenos días serían
si no estuviese metida en un maldito coche a las siete y media de la mañana de
camino a Ohio, y con el frío que hace. No sé porque mi madre tiene que irse de
Londres, y mucho menos sé porque no nos lleva con ella cómo ha hecho siempre,
pero realmente me da igual. Estoy harta de que siempre me oculte cosas, y ahora
para colmo me mande a la otra parte del mundo con un hombre que a pesar de ser
llamado ‘mi padre’ para mí es un tremendo desconocido, y es mucho más pesado
cuando tengo que aguantar a su adorable hija pequeña, Alice. La que
supuestamente es ‘mi hermana’. No, no son buenos días.
-¡Ed!—digo
quitándole los cascos.
-¿Qué?
-Tienes que hacerme una
promesa antes de montarnos en ese avión, —digo casi susurrándole para que mi madre no pueda
escucharnos.
-¡Suéltalo
ya! —dice mirándome a los ojos.
-Prométeme,
que no me dejarás sola, ¡por favor!
-Beth,
confía en mí—dice dándome un cálido abrazo—Nunca
te dejaría sola, créeme.
Sonrío
como una estúpida agarrada de la mano de mi hermano. Estoy realmente cagada de
miedo, para mí es un cambio total. Dejar mi vida, aunque no fuese la mejor,
aparcada aquí en Londres, para empezar una nueva vida en Ohio por no sé cuánto
tiempo.
-¡Venga, chicos! —Dice
mamá bajándose del coche.
-¿Preparada?—Dice Ed agarrándome la mano.
-Sí, obvio—escupo
con ironía—Para esto nunca estaré preparada.
-¡Venga, Beth! Me tienes a mí—dice
abandonando el coche.
Caminamos
hasta la sala donde tenemos que esperar nuestro vuelo. Mamá cogerá otro vuelo a
no sabemos dónde, pero le cogerá cinco minutos más tarde que el nuestro. Mamá,
mueve la pierna nerviosa de un lado hacia otro, Ed se come las uñas mientras
escucha música en su iPod, y
yo estoy sentada en estas sillas frías y duras con el móvil entre las manos
esperando un milagro del espíritu Santo que haga que no me tenga que mover de
Londres, pero mi esperanzas no sirven para nada, porque por la megafonía ya
suena el nombre de nuestro vuelo.
Me levanto del asiento y cojo
las maletas. Las facturamos. Ed se abraza a mama mientras llora cómo un niño
pequeño, y mamá le susurra una cosa al oído que seguramente sea mía. Camino
hasta donde están, y me uno al abrazo. El último abrazo familiar con mamá.
-Te echaré de menos, mamá—dice
Ed mientras pasa a facturar las maletas.
-Beth. —dice
ahora mirándome a los ojos.
-Dime,
mamá.
-Prométeme
que intentarás ser amable con tu padre, y su familia.
-Lo
intentaré, mamá.
-¡Ven
aquí! —dice envolviéndome en su brazos y depositando un
tierno beso en mi frente.
-Te
voy a echar tanto de menos—digo recogiendo mis lágrimas con los puños—incluso
echaré de menos cuando te pones pesada. —río.
-Mándame
un mensaje cuando estéis allí, tu padre irá a recogeros en coche.
-¡Te
quiero mamá! —digo lanzándola un beso con la mano.
[…]
El
avión por fin ha aterrizado, y Ed está totalmente dormido. Le tambaleo de un
lado hacia otro gritándole en el oído que hay turbulencias, y me sonríe de una
manera irónica. El miedo está en mi cuerpo otra vez, me sudan las manos y me
tiemblan las piernas. Con lo a gusto que podía estar yo en mi casa, tumbada en
mi habitación escuchando música.
-¡Ed,
Beth!¡Aquí! —Dice mi padre mientas mueve sus manos de un lado
a otro haciendo una mueca graciosa que haga que ría.
-Sin
duda es él—le digo a Ed arrastrando mis maletas.
-¡No
cambia! —dice Ed riendo.
Ed
camina hasta papá y se envuelven en un cálido abrazo, un abrazo con sabor a te
he echado de menos. Papá limpia las lágrimas de sus ojos, esperando a que mi
recibimiento sea igual o parecido al de Ed, pero mi cuerpo y mi mente no me
dejan. Tengo demasiado rencor guardado, demasiadas cosas en la recamara, y una
parte de mi quiere salir corriendo de nuevo hacia Londres, pero otra quiere
aprender a querer algo que algún día quiso y por circunstancias de la vida, la llama
se apagó.
Camino
erguida, y arrastro mis maletas. Intento mantenerme en pie, pero mis piernas
que han comenzado a temblar me lo impiden. Acelero el ritmo en mis piernas, y
me paro en frente del que según dicen es mi padre. Sonríe y tira de mi para
depositas más tarde un beso en mi frente, le sonrío de manera forzada, al igual
que su mujer y el pequeño diablo vestido de niña, Alice.
[…]
Ya
hemos llegado a casa de mi padre, la casa es bastante grande comprada con el
pequeño piso que teníamos en Londres. Tiene un amplio salón, con sofás de color
marrón de piel, y un mueble que ocupa casi toda la pared frontal. En el mueble
hay muchísimas fotos, y entre ellas sonrío al encontrarme una foto mía con
papá, y Ed cuando este último tan solo tenía un año. Él se sigue acordando de
nosotros, y nos tiene presente en su día a día, pero es difícil entender por
qué se fue dejándonos allí solos.
Es
difícil volver a querer a alguien cuando te has dado realmente cuenta de que no
es necesario en tu vida, y tu creías que sí. Después de haber pasado unos trece
cumpleaños sin él, trece navidades, trece años sin un padre que te dé su apoyo
cuando lo necesitas, que se haya perdido la edad del pavo, tu primer suspenso,
tu primer amor, tu primer beso. Esa persona a la que has echado de menos en
cada abrazo familiar, cada cena, cada comida, cada desayuno. Es duro darte cuenta
que no has tenido un padre que te de las buenas noches, ni lo buenos días, ni
que te ponga las cosas claras cuando la has cagado, y pensar que tu madre ha hecho
ambos papeles, siendo duro para ella. Duro verla sufrir cada noche desde que el
desapareció de nuestras vida, yo nunca dije que fuera imposible volver a
recuperarme, lo único que le advertí a mi madre antes de irme fue que no sería
fácil, pero que por ella le daría la oportunidad de que me recuperase, esa
segunda oportunidad que según la ley ética todos merecemos.
-¿Te
gusta la casa? —dice Liam, mi padre, detrás de mí.
-Sí,
está muy bien decorada y es amplia—digo soltando el marco que tenía entre mis manos.
-Tu
habitación está arriba—dice señalando las escaleras—la
última puerta.
-¡Gracias,
Liam! —digo subiendo las maletas cómo buenamente puedo.
La
cara de mi padre se vuelve pálida al escuchar ese Liam, pero me dedica una
sonrisa. Sé que él me entiende, y sé que él sabe que para mí esto no es fácil.
Termino
de subir las escaleras, y camino hasta el final del pasillo. En la puerta pone
mi nombre con figuras graciosas, y río. Abro la puerta y me encuentro una
habitación enorme. Las paredes pintadas de verde pistacho, y los muebles rosas
fucsias. La cama es grande, de matrimonio, y tiene una colcha de ambos colores.
En las paredes hay fotos mías pegadas, fotos con mis amigas, y en el techo una foto
de mi grupo favorito, Little mix. Sonrío. Mamá ha tenido que ayudar a Liam a
hacer esto, y me tumbo en la cama riendo.
Observo
cada rincón, y me doy cuenta de que al final en la pared pegada a la ventana
hay un radiocasete enorme, y una guitarra de color rosa. La música siempre ha
sido mi vía de escape, desde pequeña.
Quizás
había exagerado y la convivencia aquí no
iba a ser del todo mala…
****
¡Hola! Os habia prometido una novela nueva, por la otra y aquí estoy. Espero que os haya gustado el capitulo uno y la sinopsis. Mañana intentaré subir capitulo si me da tiempo. ¡GRACIAS!
DEJAME VUESTRO COMENTARIO O AQUI ABAJO O EN TWITTER @BIEBSDRAUHL__
Y DAD RT AQUÍ. SI QUIERES LEER EL CAPITULO DOS. ♥