· Capitulo 35.
· Al día siguiente…
A días en los que te arrepientes de haber dado algún paso hacia
delante, días en los que piensas que tus decisiones no son las correctas, días
en los que solo quieres quedarte encerrada en tu habitación y que todos los
recuerdos reboten en las cuatro paredes que la crean, días en los que sólo
quieres tumbarte en tu cama y ver cómo las lágrimas empapan tus mejillas. Días
en los que aunque el solo haya salido tú día está gris, oscuro, nublado y frío…
En los que sabes que no merece la pena sonreír sin motivo.
Tara tiene miedo. Tiene miedo de que esta vez no sea la definitiva.
Tiene miedo de volver a perderle para siempre, tiene miedo de volver a
enamorarse cómo ya lo hizo hace un año de la misma persona, Justin. Tiene miedo
al pensar que Septiembre llegará dentro de nada y volverán las despedidas, las
separaciones, los malos tragos, los malos ratos, el echar de menos, las
discusiones, las necesidades, llegará el día en el que dejarán una vez más de
ser uno para volver a ser dos. Que ya no será un ellos si no un él y ella.
Justin está ilusionado. La vuelve a tener, o eso piensa. Después de
todo lo que pasó ayer tiene más claro que nunca que no quiere volver a
perderla, aunque él también tiene miedo porque Septiembre asomará cuando menos
te lo esperes, y volverán a lo de siempre.
A veces, aunque el destino haga que pase dos veces el mismo tren, lo
terminamos perdiendo por estúpidos o por ilusos.
|| Narra Tara ||
Sé que es la hora de levantarme de la cama, pero mi cuerpo me pide que
no lo haga. Más bien mi mente. No sé cómo voy a reaccionar al verle. Sé que lo
que pasó ayer quizás parece el comienzo o la vuelta a lo que ya habíamos tenido
antes, pero no estoy segura de eso. No quiero volver a pasarlo mal. No quiero
volver a pasarme las noches llorando porque no le tengo a mi lado cuándo más lo
necesito. Sin sus abrazos. Sin sus besos. Sin sus te quiero. Sin él.
Es difícil hacerte a la idea de que algún día tendrás que separarte de
lo que más quieres, de que algún día todo esto se volverá a esfumar porque cada
uno volverá a su camino. Ahora, todo es bonito. Estamos juntos. Nos queremos.
Le puedo ver todos los días con tan solo levantar mi persiana cuándo me
despierto cada mañana, le puedo tener cuándo quiera para mí sola. Lo malo viene
después. La distancia.
La distancia. Eso que mata sin
existir. Eso que te hace sufrir sin apenas saber cómo expresarla o cómo
sentirla. Eso que no existe pero se te clava cómo tal cuchillo. Eso que te
separa de todo lo que realmente quieres. No es fácil mantener una relación a
distancia, aunque tampoco es imposible. Realmente, hoy no es mi día y tan solo
son las doce y media de la mañana.
Doy un
salto de la cama y en mi radio suena ‘always
be together de little mix’.
Ojala todo fuese para siempre. Ojalá no hubiese distancia, y ojalá las
despedidas y los finales no existiesen. Pero hay una gran verdad universal que todos debemos
afrontar queramos o no, al final todo se acaba. El último día de verano, el
último capítulo de un buen libro, separarte de una buena amiga, el café se
termina enfriando, el final de tú mejor fiesta, el cigarrillo que se consume en
tus manos. Todo termina para dar paso a algo mejor, o quizás no. El invierno
termina para dar paso al cálido otoño, el frío se acaba para dar paso al calor,
las clases terminan para dar paso a tu verano. Es algo inevitable, y aunque
duela todo tiene un final, todo termina para siempre, incluso algún día nuestra
propia vida.
Y es inevitable. Mis ojos están llenos de lágrimas que quieren salir,
y parecen una piscina. Aprieto los ojos fuerte, e intento aparentar una
sonrisa. Es tarde, siento cómo las lágrimas bajan por mis mejillas. Y yo me
hago una pregunta, ‘vida, ¿por qué eres
tan hija de puta?’
—
¿Tara? — dice mi madre mientras golpea
varias veces la puerta.
—
¿Si? —
Me limpio las
lágrimas. Sonrió.
—
¿Puedo pasar?
—
Claro, pasa. — digo ‘feliz’
Se acerca a mí y me da un tierno beso en la frente. Mi madre sabe cómo
me siento con tan solo mirarla. Ella me entiende. Mi relación con ella es cómo
si también fuese parte de mis amigas, una de mis mejores amigas. Mi madre lo
sabe todo de mí. Desde mi primer beso, hasta día de hoy.
— ¿Estás bien pequeña? — dice acomodándose a mi lado. Mientras me acaricia la
cabeza de esa forma tan peculiar que ella tiene.
—Sí, no es nada — finjo un sonrisa — es sólo que no
me encuentro bien — añado — de verdad, no te preocupes. — termino diciendo
mientras la doy un tierno beso en la mejilla.
—Tara, ¿por qué me mientes? — Dice
sonriéndome — te conozco genial. Sé que
no estás bien.
—No puedo más, mamá — estallo — ayer
Justin y yo nos besamos, pero tengo miedo de seguir dando pasitos, no quiero
volver a pasarlo mal cómo este invierno — y rompo de nuevo a llorar.
—Eh, cielo. Tranquila. ¿Sabes? Quien no arriesga no gana Tara. De todos
modos, tú al año que viene vas a nueva york, y Justin vive allí ¿recuerdas?
—Sí mamá, pero es distinto. Yo tengo una universidad, el otra. — sonrío más aliviada.
—Sí Tara, pero ya no os separaran tantos kilómetros. Quizás uno, o dos.
Él te quiere cielo, se le nota en cómo te mira.
—Gracias mamá, eres increíble — digo dándole un tierno abrazo.
|| Narra Justin ||
Es la una y media de la mañana, y aun no sé nada de Tara. Su persiana
sigue bajada, y no ha hablado nada por el grupo. Es increíble la necesidad que
siento de saber algo de ella. Cómo está, o cómo ha dormido, quizás si ha soñado
conmigo. Estoy perdido, estoy enamorado. Y, en serio jamás pensé enamorarme de
alguien cómo ella.
Mi tipo siempre han sido las chicas rubias, plásticas sin cerebro.
Tara, es distinta a las demás. Si se lo propone puede dejarte mal las veces que
quiera, es cabezota incluso más que yo, es prepotente y orgullosa, es
inteligente, es todo lo que yo odiaba hace un tiempo, hay un dicho que dice ‘puedes odiar mil cosas hasta que llega
alguien que te hace amar todo lo que odiabas’ y eso ha sido lo que me ha
pasado con ella.
Para Weasly:
¡Buenos días, idiota! He soñado contigo. Te echo
de menos.
De Weasly:
¿Buenos días? Es algo irónico. No son buenos
días, Justin. Yo también te echo de menos.
Para Weasly:
Es obvio que no serán buenos días hasta que no
vea tú sonrisa. Te quiero.
De Weasly:
Que idiota puedes llegar a ser, Justin. Yo te
quiero más.
Para Weasly:
Eso había que comprobarlo, lo de quién quiere más
a quien. Sí, soy un idiota. Pero un
idiota que te tiene pérdida.
De Weasly:
No sabes lo pérdida que me tienes, desde que has
llegado a mí vida la tienes pata arribas. Un poquito más de constancia, por
favor. Si no, terminaré volviéndome loca.
Para Weasly:
Yo ya estoy loco por ti.
De Weasly:
Estúpido.
Para Weasly:
Sube la persiana, anda. Quiero verte.
Por cierto, ¿Qué planes tienes para esta tarde?
De Weasly:
Los de siempre ¿y tú?
Para Weasly:
¿Te vienes conmigo?
De Weasly:
¿Esto es una cita? Bieber, estás perdiendo
facultades, jaja.
Para Weasly:
¿Quién es la idiota ahora? Contesta, sí o no.
De Weasly:
No, es que ya tengo planes ¿sabes? He quedado con
mi vecino. El de la acera de enfrente, está de bueno… Ya quizás otro día,
¿vale?
Para Weasly:
Vale. Tú vecino te pasará a recoger a las cuatro y
media ¿no? O eso tengo entendido…
De Weasly:
A las cuatro y media me viene bien. Te amo,
Justin.
||
Narra Tara||
Son las tres y media. Y aún no he comido. Odio comer cuándo mi padre
está en casa. Mi padre tiene problemas con el juego y el alcohol, e incluso ha
hecho sufrir demasiado a nuestra familia, aunque la única que sabe toda esa
mierda soy yo.
· Dos años atrás...
Eran las doce de la noche, y Carolina y yo veníamos de la fiesta del
Blair. Estefanía Blair. La chica más popular de nuestro instituto. Caminábamos
por la calles de Atlanta entre risas y carcajadas, y algún que otro tropezón.
El alcohol era dueño del cuerpo de Carol. No podía mantenerse en pie.
Cruzábamos la calle dónde están todos los restaurantes de lujos, y en
ellos podíamos ver a parejas reglándose la mejor de sus sonrisas. Pasando por
el ‘truffa’ al fondo vi a un hombre bastante parecido a mi padre.
—Carol, ese es mi padre — dije aguantándome las lágrimas.
—No seas estúpida, Tara. Tu padre debe
estar en casa durmiendo, mira la hora que es.
—Carol, reconocería a mi padre en cualquier
parte del mundo. Y esa forma tan peculiar de arrugar la nariz mientras sonríe.
Es él. No hay duda.
—Llámale por teléfono, y si lo coge
estarás segura de que es él.
Y no dudé. Necesitaba salir de dudas. Cogí mi teléfono móvil y marqué
el número de mi padre. Un tono. Dos tontos. Tres tonos y cuando está a punto de
saltarme el contestador, lo coge.
— ¿Si?
— ¿Dónde estás, papá?
—Estoy en casa, Tara. ¿Dónde voy a estar?
— ¿Puedes venir a por mí? Estoy enfrente
del ‘truffa’
—No Tara, ahora mismo no puedo — dice
algo nervioso.
Las lágrimas caían de mis mejillas.
No cabía duda, era él. Él estaba sentado en aquella mesa al fondo del
restaurante con otra mujer, haciéndole caricias y quizás regalándole algún que
otro ‘te quiero’
Entré en el bar y le busqué con la
mirada. No se había levantado de aquella mesa. Corrí hasta dónde estaba, y
comencé a bufar de rabia y a llorar. Todo el mundo nos miraba y sé que estaba
haciendo un espectáculo pero aquel cabrón, el que decía llamarse mi padre,
estaba agarrado a las manos de otra mujer, y no era ningún familiar. Conozco a
toda mi familia a la perfección.
—Eres un grandísimo hijo de puta
¿sabías?
—Controla tu lenguaje, señorita.
—No te mereces mi más mínimo respeto.
Tienes una familia, mujer e hijos. ¿Qué haces con esta perra aquí?
—Controla tu lenguaje Tara Weasly.
— ¿O qué? ¿Me vas a pegar? No será la
primera vez que lo haces.
—Cállate, estúpida. Estas formando un
numerito.
—Es lo mínimo que te mereces, por cabrón.
—Mañana hablaremos sobre el tema,
Tara.
—Yo no tengo nada que hablar contigo. Yo no
tengo padre.
Y en aquel momento sentí como su mano, ardiente, llena de odio tocaba
mi piel. Estaba furioso, pero yo lo estaba más. Agarré a Carol fuerte de la
mano, y salimos corriendo de allí. Fue, el peor día de mi vida.
|| Narra Tara ||
Desde aquel día no puedo mirar a mi padre a la cara. Mamá sabe que mi
relación con él nunca ha sido perfecta. Yo nunca he sido la hija pija que él
esperaba, ni una chica de sobresalientes alto. Siempre he sido la típica chica
que usa vaqueros y vans, y de notables. Para él, el claro ejemplo a seguir es
mi hermano Michel, o hasta hace tiempo lo era.
— ¿Tara no vas a comer? — pregunta el estúpido desde el otro lado de la puerta.
—Mientras estés tú no, ya comeré algo por
ahí, ahora largo. Déjame vivir.
—Te comportas cómo una cría.
—Me comporto cómo yo quiero, tú no eres
nadie en mi vida ¿recuerdas? Te lo dejé muy claro el día que te vi dándote el
lote con otra.
—Cállate.
— ¡Olvídame! Que para mí, estás muerto.
Y se hace el silencio. Por el silencio sé que ha bajado a comer con
los demás. Sólo me queda media hora para prepararme, he quedado con Justin en
media hora, y aún no sé ni que ponerme, sinceramente hoy es uno de esos días en
los que es mejor no levantarse de la cama.
|| Narra Justin ||
Son las cuatro y media. Salgo de casa y en un minuto estoy en casa de
Tara. Estoy nervioso. Hoy no saldremos con los demás. Hoy haremos algo
especial, sólo de nosotros.
Llamo al timbre, un toque. Y espero a que abran la puerta. Una mujer
de estatura media, pelo moreno y ojos azul cielo está enfrente de mí. Tiene una
sonrisa amplia, y en sus ojos se refleja la humildad. Es la madre de Tara.
—Pasa, cielo — dice dejándome paso —
Tara bajará en unos cinco minutos. Michel está en el salón.
—Gracias Alisson — digo devolviéndole
la sonrisa.
Camino hasta el salón. Y escucho como
Alisson avisa a Tara de qué ya he llegado. Michel está sentando mientras juega
con sus primos pequeños. Sus abuelos miran el telediario, y su padre se fuma un
cigarrillo rubio mientras le da un trago a una copa de whisky.
— ¿Tú debes ser el amigo de Tara no? —
dice la viejecita.
—Sí, soy yo. Encantado. — sonrió tímidamente.
—Trátala bien, Tara se merece lo
mejor del mundo.
—Sí, señora. Tara es increíble,
créeme. La cuidaré cómo si de oro se tratara.
—Llámame, Marta, por favor. Ahora
eres cómo de la familia — carcajea.
—Marta, no molestes al chico — dice
esta vez el hombre calvo con pinta de veinteañero.
—Tranquilo, señor. No molesta.
— ¿Señor? ¡Oh, no! Aunque no fueses
parte de esta familia, llámame John.
—Vale, John — y carcajeo.
La situación es algo incómoda. El
padre de Tara me mira de arriba abajo, y me estoy empezando a incomodar
demasiado. La madre de Tara, Ali, cómo le llaman en su casa entra al salón.
—Justin, veo que ya conoces a los
abuelos. Aquel, el de la mesa con cara de perro ahora mismo, es el padre de
Tara, se llama Marco.
—Ajá — asiento y luego sonrió — no le
tomes en cuenta sus caras, ya sabes…
—Sí, Tara me contó algo hace tiempo.
—Y bueno a Michel ya le conoces, y
aquellas dos pequeñas son Marie y Jade. — dice sonriendo.
—Está bien, gracias Alisson. Ahora,
me quedo mucho más tranquilo — bromeo.
Y en ese momento aparece mi salvación.
Tara baja las escaleras con unos shorts vaqueros desgastados, una camiseta de ‘chicago
23’ y unas vans. Esta preciosa.
|| Narra Tarra ||
—¿Dónde me llevas?
—Es una sorpresa, Tara.
—No me gustan las sorpresas.
—Sí, te encantan.
—De este tipo no, y encima pretendes
que me suba en la moto.
—Sí.
—Me niego.
—Venga, Tara. No seas aguafiestas.
—Pf — bufa — es que me da miedo.
—Mira, tú te montas delante y yo iré
detrás. Yo conduciré, pero así estarás más segura, ¿de acuerdo?
—Si no queda más remedio.
Justin se acerca a mí y deja un beso
mojado en mis labios. Sabe cómo hacerme sentirme bien cuando mi día estás más
nublado que la vista de un tipo que camina sin gafas por miedo a que se rían de
él.
— ¿Estás lista?
—Ajá — sonríe — confío en ti. Espero que me guste el lugar
que sea.
—Te encantará, estúpida.
Y vuelve a besar mis labios. Parad el
tiempo por favor. Me quedaría en este momento el resto de mi vida.
*********************
Hola. Bueno, primero de todo quería pedir perdón por tardar tanto en subir, pero es que con esto del verano, pues salgo más de casa y por las mañanas estudio para Septiembre, y a penas tengo tiempo de escribir. Intento subir lo antes que puedo. Enserio.
Y después, lo siento, sé que este capitulo no ha sido gran cosa por mi imaginación está por los suelos, os compensaré con uno mucho mejor, os lo prometo.
Gracias por leer. Sí queréis opinar sobre mi novela, ya sabéis.
Y si no podéis dejarme un comentario ahí abajo.
Dad RT a este tweet y así podré avisaros.
¡GRACIAS POR LEER UN CAPITULO MÁS! <3
¡DIOS QUE CABRON DE MIERDA EL PADRE DE TARA! QUE TIO MAS HIJO PUTA EN SERIO.
ResponderEliminarJODER me ha indignado muchísimo eso. Creo que Tara debería contarselo a su madre y ponerlo en su sitio de una vez. Es preferible que sufra a que viva una mentira la pobre mujer.
AMO ver a Tara & Justin así. Son demasiado monosos en serio. QUIERO SABER YA LA SORPRESA QUE LE HA PREPARADO BIEBER.
Dios mio, espero que no se separen más. Eso no lo aguantaría. Necesito que sigan juntos. Que se amen. Que se den cariñito. Si ella se va a NY hasta pueden irse a vivir juntitos. oh sioehgoehgoehgoebhgoehgeo.
Vale ya, me he motivado pero es que muero de amor cuándo estan de ese modo.
Esos mensajes, el verse por la ventana.
Dios mio, escribes jodidamente bien y por tu culpa me creo Tara y pienso que estoy en brazos de Bieber. MALA.
ATTE: ALYSA BIEBER SMILER UNBROKEN