· Capitulo 31.
|| Miami ||
· Narra Tara.
El cielo está más azul que de costumbre, y las nubes son blancas tanto
que apetece subirte en ellas y echar una siesta de esas en las que sueñas con
cosas increíbles y no quieres despertar de ellas. Estoy montada en el coche de
camino a casa de los abuelos, los nervios cada vez se apoderan más de mí. Estoy
sin uñas, y siento un cosquilleo y un mariposeo en mi estómago. Tengo un millón
de ganas de ver a Alexandra, y también un millón de ver a los abuelos, pero las
ganas que tengo de verte a ti aunque sea de lejos multiplican las miles de
ganas de ellos.
Necesito volver a cruzarme con tus ojos miel. Me hacen tener la cabeza
encima de los hombros, y los pies en el suelo. Me dan calma, y seguridad. Sé
que nuestra relación no irás más allá de dos palabras, pero sólo con tenerte
cerca me conformo.
Hemos llegado. Papá aparca el coche enfrente de la casa de los
abuelos, y toca dos veces el claxon para que ellos salgan. Mi mirada se desvía
a tu casa. Las persianas están levantadas, y el coche está aparcado enfrente de
la puerta. Es más, incluso escucho la risa de tu hermana pequeña mientras
alguien corre detrás de ella, y pongo la mano en el fuego y no me quemo que el
corre detrás de ella eres tú. Echaba de menos la sensación de ponerme nerviosa
mientras estás cerca.
Bajo del coche con un suspiro y corro hasta dónde están los abuelos.
- Hey Jon, sigues tan joven como siempre, los años no pasan en ti -
broma mi hermano con el abuelo.
- Michel, tu tampoco cambias, sigues igual de cazurro - carcajea
ambos.
A lo lejos sale la abuela. Ella si está un poco más cambiada. Su pelo
ya es blanco completamente, y su sonrisa parece un poco menos brillante. Ella
está bien, no tiene ninguna enfermedad, sólo que ya no es una jovencita.
- ¿No piensas venir a verme? - dice mi abuela mirándome con los brazos
abiertos.
No lo dudo. Corro hasta ella. Tenía tantas ganas de verla. Su sonrisa,
vuelve a cobrar brillo de un momento a otro, incluso juraría que las lágrimas
quieren escapar de sus ojos pero de felicidad.
- Estás preciosa, Tara.
- Igual que tú abuela, ese color blanco te sienta genial.
- ¿Y para mí no hay abrazo? - dice mi abuelo con los brazos en jarra.
- ¡Oh, Jon! Sigues siendo un jovenzuelo. Tú sí que no cambias. -
carcajeo.
Y tampoco lo dudo. Corro hasta él. Me coge en brazos y me da una
vuelta por el aire. Echaba de menos está sensación, y los echaba de menos a
ellos.
|| Narra Justin ||
Siento cómo un coche aparca en la puerta de enfrente, y algo me dices
que eres tú. Jazzy está haciéndome cosquillas, y yo estoy corriendo detrás de
ella. Me paro en la ventana, y puedo verte. Sigues cómo siempre. Sólo que ahora
llevas gafas, y tu cuerpo ha tomado un poco más de forma. Por lo demás, todo
sigue igual. Tus pantalones cortos, tus vans, tus camisetas, y tus gorras. Eres
tú, la de siempre. Tara Weasly. Mi estúpida.
-¿No vas a ver a tú amiga? - dice mi hermana con los brazos a la
altura del pecho. Y esto hace que carcajee. Es todo una señorita.
- No.
- ¿Por qué? - pregunta curiosa.
- Ella y yo, no nos hablamos Jazzy.
- ¿Por qué?
- No lo entenderás, aún eres una niña pequeña.
- Hey, Jus. No te pases. Ya tengo cinco añitos.
- Perdón, se me había olvidado. Anda, corre. Ve a jugar con Jaxon.
- Vale.
Y se despide de mí dándome un tierno beso en la mejilla, y dedicándome
una sonrisa.
No puedo evitarlo, y saco el móvil del bolsillo necesito escribirte.
Algo dentro de mí me lo pide, y sabes cómo soy, sabes que vivo de impulsos.
Para Weasly:
Estúpida, sigues
igual de machorra que siempre, pero tú culo parece estar más apetecible, por
cierto, esas gafas te sientan genial.
De Weasly:
Tengamos la fiesta
en paz, no quiero amargarme por culpa de un gilipollas. Y sí, quizás mi culo
está más apetecible, pero te juro que te quedarás con las ganas de probarlo.
¿Yo para ti no estaba muerta?
Para Weasly:
No escupas tan alto
Weasly, te pasó lo mismo hace poco, yo que tú no jugaría con fuego. Y lo sigues
estando, pero si estás buena debería decírtelo.
De Weasly:
Piérdete Bieber.
Para Weasly:
En tus sueños.
Y guardo el teléfono en el bolsillo sin esperar respuesta alguna. Una
sonrisa estúpida se cuela en mi boca de forma imprevista. Esto me trae tantos
recuerdos. Si supieses las ganas que
tengo que ir corriendo a verte, cogerte en volandas, gritarle al mundo que te
quiero, y de comerte a besos.
|| Narra Tara ||
Estúpido. No juegues con fuego tú, te recuerdo que el que terminó
quemándose fuiste tú. Escupo una sonrisa inocente, y guardo mi teléfono en el
bolsillo. Será un verano demasiado largo, y más si no te tengo a mi lado.
[…]
Toda la ropa está colocada en el armario. Y mis guitarras siguen
colgadas ahí. En el sitio de siempre. Lo que más me gusta de volver a casa de
los abuelos cada año es que cuando vuelvo las cosas están tal y como yo las
dejé. Todo está en su sitio.
Cojo el teléfono y marco el número de Alex. Necesito salir de estas
cuatro paredes y hacer lo que más me gusta. Necesito hacer skate con Alex.
Después de tres toques, Alex se digna a cogerme el teléfono. Echaba de
menos eso de esperar impaciente a que la idiota de señales de vida.
- ¿Has llegado ya?
- Sí. Hace cómo una hora.
- ¿Y se puede saber por qué no me has llamado?
- Estaba colocando la ropa, Alex. ¿Dónde estás? Se escucha ruido.
- En el skate-park con los chicos, te espero aquí.
- En diez minutos estoy.
Y me cuelga el teléfono como siempre. Dejándome con la palabra en la
boca. Cojo el skate, y me echo un poco de colonia. Estoy preparada para volver
a quedarme colgada en tu sonrisa.
|| Narra Justin ||
Te escucho despedirte de tus abuelos y diciéndoles que volverás en un
rato para comer. Subo las escaleras corriendo, y me doy una ducha de esas
rápidas, me visto. Me coloco mis bermudas vaqueras rotas, con la camiseta verde
de pico y la gorra obey, y las vans. Unas gotas de mi colonia favorita. El
móvil, las llaves y esto listo.
- Mamá, me voy. Vuelvo en un rato.
- No tardes Justin, la comida estará preparada en media hora.
- Mamá, no seas pesadas. Adiós
Y le lanzo un beso al aire. Ella sonríe. Salgo de casa dejando la
puerta atrás, y comienzo a caminar nervioso. No puedo parar de pensar en cómo
reaccionarás cuándo me veas, en cómo será todo. Seguro que me quedo en shock.
Serán unas ganas locas de querer tenerte y no poder. Lo reconozco fui un
completo idiota contigo, es más mas idiota fui al acostarme con Sarah mientras
pensaba en ti. Hace un año, que te vi por primera vez en ese parque con Alex.
Desde aquel momento supe que eras mía y que serías para mí, quizás la vida no
lo ha puesto un poco jodido, o mejor dicho quizás yo he complicado las cosas,
pero juro que volveré a tenerte entre mis brazos, y capturaré con mi boca tus
sonrisas, aunque sea el último día de verano, juro que tú volverás a ser mía.
Todos en esta vida metemos la pata alguna vez, y por imprudencias
perdemos todo lo que nos hacía fuerte. Yo, te perdí a ti. El empujón que me
hacía seguir adelante cuando algo me echaba hacia atrás, la pequeña risa que me
devolvía las ganas de vivir, el motivo por el cual levantarme todos los días,
la persona que me hizo cambiar de un día a otro, la que me mantenía con los
pies en el suelo. Es duro ver cómo pierdes algo, pero más duro cuándo sabes que
es culpa tuya. Es raro. Al principio te odiaba, después te quise, te volví a
odiar ¿qué coño digo? Nunca te he vuelto a odiar, siempre te he seguido
queriendo. Me traes loco, desde que te conozco ando perdido.
Estoy en la puerta del parque, y al fondo puedo visualizarte con los
chicos. Mil mariposas recorren mi estómago, sí estas cambiada desde la última
vez que te vi, estás más alta, y tu pelo es algo más oscuro, las gafas te
quedan genial. Saco el móvil del bolsillo, y mientras enciendo un cigarrillo
camino hasta dónde estás. Me muero de ganas por besarte, por volver a sentirte
mía.
|| Narra Tara ||
Dejo el skate a un lado y me siento al lado de Ryan. Miro fijamente a
la puerta y te veo caminar hacia nosotros. Un escalofrío recorre toda mi
columna, las piernas me tiemblan y las manos me están empezando a sudar.
Estás más alto, tu pelo es algo más rubio, tus labios son algo más
carnosos y tus ojos brillan cómo nunca. No sé qué estarás pensando, pero
también te noto nervioso. Sé que lo estás.
Ojalá pudiese levantarme ahora mismo e ir corriendo hacia a ti. Darte
un beso y volver a probar la esencia de tus labios. Ojalá.
- Tara, estás temblando.
- Somers, calla.
- ¿Sabes?
- No, ahora mismo no sé nada Chaz.
- Él también te ha echado de menos.
- No me hagas reír, Chaz. Él me dijo que para él estaba muerta, y tú
estabas con él.
- Lo sé, pero sabes cómo es, dice las cosas sin pensarlas, Justin vive
de impulsos.
- Sus impulsos pueden hacer demasiado daño.
- Estaba resentido, tía. Entiéndelo te estabas follando a su mejor
amigo ¿cómo te sentirías si él se acostase con Alex?
- Mal, le odiaría.
- ¿Entonces?
- Chaz, me he pasado noches llorando pensando en qué podría estar
haciendo o no. Noches enteras leyendo nuestros mensajes, mirando nuestras
fotos, noches marcando su número para llamarle y terminar bloqueando el móvil,
noches enteras esperando una llama suya. ¿Sabes lo mucho que le he echado de
menos? ¿Sabes las ganas que tengo de ir corriendo y decirle que le quiero? ¿Lo
sabes? Estoy segura de que solo puedes imaginarte una cuarta parte de todo lo
que le necesito, Chaz. No tienes ni idea.
- Hazlo, no seas orgullosa.
- No es orgullo, es resentimiento. Si me quiere, que luche por mí. No
voy a caer en su juego fácilmente, aunque me muera de ganas de besarle.
- Créeme el piensa igual.
- Pues, que gane el mejor Chaz.
|| Narrador ||
Justin camina rápido hacia el banco en el que se encuentra su
compañero de batallas y a la que él llama la mujer de su vida.
Tara se levanta del banco y camina hacia la fuente de camino a su
casa.
Lo reconoce. Hoy no está preparada para volver a chocarse con su
mirada. Mañana, Dios dirá.
No hay comentarios:
Publicar un comentario