sábado, 2 de febrero de 2013

· Capitulo XVII



· Capitulo XVII.

-Butler.
-Ah sí. Lo siento.
-No pasa nada.
-Tara, déjame hablar y no me cortes. Sé que hoy no es el día para decir estas cosas porque he tenido tres meses, pero no me he atrevido a decírtelo nunca, todo ha ido de buen rollo sin estas palabras de por medio, y sé que he sido un completo cabrón contigo, sé que no he tenido límites y que he sido demás de cabrón. Sólo quiero decirte antes de irme a Canadá, que lo siento por todo.
-Ryan.
-Es la primera vez que te escucho decir mi nombre desde hace un año y medio.
-Suena bien ¡eh! - carcajea Tara.
-Sí, demasiado bien.
-No te preocupes. Pasado pisado, ¿sí?
-Echo. Ahora me tengo que despedir, me espera un viaje largo.
-Cómo a todos, créeme. Nos pesa más el no volver a vernos en un tiempo, que las horas de viajes.
-Qué razón tiene. Espero que puedas seguir con Bieber, te quiere.
-Gracias Ryan. Cuídate ¿sí?
-Lo mismo.

Y Ryan sale de casa de Tara. Y ella siente que tiene que hacerlo, siente que tiene que abrazarle y decirle que le quiere, y que puede contar con ella para lo bueno y para lo malo.

-Hey, Ryan.
-¿Si?
-¿No me piensas dar un abrazo de despedida?
Y Ryan corre hacia ella, dándole un abrazo sincero. Ryan comienza a llorar, la echaba de menos.
-Te quiero Butler. Y recuerda que puedes contar conmigo.
-Lo mismo.

Y ahora sí. Tara ve cómo su amigo se aleja a lo lejos para coger camino hacia tierras Canadienses. Uno menos, sólo quedan ella y Justin.

[...]

Es la hora. Tara se acomoda su pelo y se coloca la gorra. Se echa un poco de colonia, y se repasa la raya del ojo y se echa un poco más de rímel. Coge las llaves, y el móvil. Lo necesario. No quiere más peso del que lleva ya. No por su cuerpo, si no por el dolor que tiene en el pecho de despedirse de él. Es lo que más le va a costar, además de la despedida con Alex.
Sólo tiene un pensamiento 'No llores, disfruta de las últimas horas'.
Por el otro lado está Justin, aunque cueste creerlo lleva llorando desde que Alex se ha pasado por su casa para despedirse. Esa morena de aparato le ha ayudado mucho estos meses, pero eso ahora no importa. Sólo importa que en menos de dos minutos, su novia esté llamando a su puerta para pasar la última tarde juntos.

-Hola idiota.
-Hola estúpida.
Y se besan. Un beso dulce pero apasionado, ambos piensan que quizás puede ser el último.
-¿Dónde vamos?
-¿Una de Starbucks?
-Sí.

Y Justin coge su chupa de cuero y sus llaves y cierra la puerta dejando su casa detrás de él.
Justin saca la moto del garaje, y Tara se sube con él, agarrándose fuerte a la cintura de este. Arrancan, dejando atrás el barrio. Su barrio. Y dirigiéndose hasta el centro comercial dónde pasarán la última tarde de sus veranos juntos.

[...]

Tras diez largos minutos ya han llegado. Justin aparca la moto, y agarrando de la mano a Tara la dirige hasta el centro comercial.

-¿Sabes que idiota?
-¿Qué estúpida? No leo las mentes, aún.
-Idiota.
-¿Que me iba a decir?
-Aún no tenemos ninguna foto juntos.
-Sí que tenemos Tara.
-¿Si?
-Sí.
-Bueno era una excusa, yo quería dedicar la tarde a hacernos fotos juntos. Ya sabes, cómo es la última.

-No pienses eso Tara. Vamos a tomar algo, y nos haremos fotos.
-¿Enserio?
-Sí.
-Te quiero.

Y se besan.
Se quieren pero no pueden estar juntos. El destino los une pero a la vez los separa. La vida juega con ellos cómo en un juego de azar, estás en lo más alto durante algunas partidas pero después ¡zas! lo pierdes todo y te quedas en el puesto más bajo.
Duele y hiere. Y lo peor es que esta herida tardará en cicatrizar.

Justin se acerca al mostrado y pide dos capuchinos con nata y caramelo. El café favorito de Tara, y con el que siempre se mancha y se deja un pequeño bigote blanco que produce demasiada risa a Justin, y eso a ella le encanta.
Ama verle sonreír pero más cuándo ella es el motivo. Cómo suelen decir, son cosas de enamorados.

Se sienta en la mesa junto al cristal. Desde ahí puedes ver a familias que vagan por el centro comercial de compras para la vuelta a la rutina, puedes ver a grupo de amigos que pasean por allí buscando algún hobby también ves a personas ancianas caminar y sentarse en un bar a tomarse algo, parejas de recién casados, y parejas jóvenes que se roban besos a cada tres pasos que dan. Parejas que no se separan porque viven en el mismo sitio, en el mismo lugar, bajo el mismo cielo, pero también bajo el mismo espacio. ¿Qué pasará con su relación? ¿Seguirán siendo uno?

-¿Vamos?
-¿Dónde?
-Al fin del mundo si tú quieres.
-Estúpido.
-Conozco un sitio perfecto dónde podemos ir.
-Te sigo.

Tara se monta en la moto de Justin, no sabe dónde va pero tampoco pone resistencia, se fía de él.
Tras diez minutos llegan al parque que hay detrás de sus casas. Un parque precioso, se bajan de la moto y juntos comienzan a correr por aquel césped de color verde chillón, y juntos se tiran en él.

-¿Por qué aquí?
-No sé, me gusta.
-Gracias.
-A ti, por existir.

Y comienza a echarse una foto tras de otra. En unas salen riendo, en otras salen besándose, en otras simplemente se miran, en otras salen haciendo el tonto, en otras corren, y en otras se muestran tristes porque ambos saben que está es la última tarde que pasarán juntos en Miami.

-Ala, ya son las siete y media.
-Contigo el tiempo se me pasa volando.
-Ojalá el tiempo fuese más despacio.
-Y ahora mismo estaríamos disfrutando juntos.
-El verano se ha esfumado.
-¿Sabes? Si pasa rápido es bueno, porque significa que te lo has pasado bien.
-En este caso es malo Justin, nos tendremos que separar.
-Créeme que no será por mucho tiempo, pequeña.
-Tomaré tu palabra.

Tara y Justin se abrazan. Lo tienen claro están hechos el uno para el otro. Aunque sus caminos se bifurquen y  se vean cada más pequeñitos, saben que estarán ahí el uno para el otro, y que ambos han prometido esperarse.

Es la hora. Son las nueve de la noche. Tara saldrá hacia Atlanta en una hora, y Justin también. Distintos destinos. Distinto aeropuertos. Distintas familias. Mismo sentimiento, nostalgia.

-Es la hora.
-Sí.
-Tara. Gracias, por estar ahí en los buenos momentos y en los malos, por aguantar tanto mis prepotencias cómo mis días de orgullo, por hacerme sonreír cuándo nadie más ha sido capaz, por tus abrazos, por tus besos, por tus te quiero, por tus ‘hasta el fin del mundo’, por ser cómo eres, por tu chulería.
Me has enseñado algo ¿sabes? Lo primero es que siempre en este mundo habrá alguien más chulo que tú, y lo segundo que las fachadas no son buenas. Gracias por poner mi vida patas arriba. Te amo Tara Weasly.
-Justin. No tengo palabras para ti, ya lo sabes todos. Día a día te he ido diciendo lo importante que eres para mí, y lo mucho que te quiero. No sé si podré vivir sin esos besos con sabor a menta. Sólo te pido una cosa, espérame. Te prometo que nadie ocupará tu lugar. Te echaré de menos Bieber.
-Te voy a esperar.
-Te quiero, mucho.

Y se besan. Enfrente de sus casas. Un beso sincero. Ellos están tristes y el cielo también. Comienza a llover. El otoño ha vuelto a Miami, y el invierno a sus corazones. Ambos se sienten fríos el uno, sin el otro.

[…]

Ya está todo listo en casa de los Weasly y de los Bieber. Las maletas están en los coches, la pequeña Jazzy está montada con Jaxon y Justin en el coche mientras Pattie y Jeremy terminan de colocar las últimas cosas y echan la llave a la casa.
Justo enfrente del coche de Justin está el de Tara. Ella ya se encuentra dentro mirando su cámara mientras derrama lágrimas, Mike que está a su lado la consuela con un triste abrazo. Ambos verán cómo se van de ahí, cómo se separan. Cómo dejaran de ser uno.
Los padres de Tara se montan en el coche siendo los últimos en despedirse de sus abuelos, los padres de Justin igual.
Tres,dos,uno..Ambos coche arrancan a la vez. Ahora sí, ahora ya no hay marcha atrás, dentro de nada uno estará en Nueva York, y otro en Atlanta.
Tara está en el avión cuando su móvil vibra de momento. Es un mensaje de él, es un mensaje de Justin.

<<De estúpido>>

Te he dejado un regalo en la maleta. Ayer mientras comías me colé en tu casa para dejarte algo que te recordase a mí. Y yo te cogí prestado un pañuelo, ese morado que tanto me gusta. Le llevaré siempre en la mano. No te olvides de mí, y espero que cumplas nuestra promesa. Hasta pronto, idiota.

<<Para estúpido>>

Estoy a diez minutos de mi casa. Cuándo llegue a casa te mando un mensaje ¿sí?
Confía en mí, lo cumpliré. Te quiero mucho, estúpido.


Y Tara por fin está en su casa. Sólo quiere ponerse sus cascos y dejar de pensar en todo por un momento, su cabeza va a estallar. No se lo puede creer, hace tan solo diez horas estaba abrazada a él, bajo aquel árbol, tumbadas en el césped verde del parque haciéndose mil y un fotos. Y ella se pregunta, ¿destino por qué eres tan hijo de puta?

Se levanta de la cama y abre la maleta corriendo. Y allí está el regalo, allí está la sudadera favorita de Justin, esa que el tanto adora. Y ahora es suya, está en su poder.

<<Para estúpido>>

Gracias. Me voy a dormir Justin. Pasa buena noche, sé que ya has llegado porque son las mismas horas. Hablamos mañana, te quiero mucho.

Y ahí termina su ‘relación’ veraniega. Y mañana empezará su rutina.
Una rutina, sin él.

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sábado, 2 de febrero de 2013

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· Capitulo XVII.

-Butler.
-Ah sí. Lo siento.
-No pasa nada.
-Tara, déjame hablar y no me cortes. Sé que hoy no es el día para decir estas cosas porque he tenido tres meses, pero no me he atrevido a decírtelo nunca, todo ha ido de buen rollo sin estas palabras de por medio, y sé que he sido un completo cabrón contigo, sé que no he tenido límites y que he sido demás de cabrón. Sólo quiero decirte antes de irme a Canadá, que lo siento por todo.
-Ryan.
-Es la primera vez que te escucho decir mi nombre desde hace un año y medio.
-Suena bien ¡eh! - carcajea Tara.
-Sí, demasiado bien.
-No te preocupes. Pasado pisado, ¿sí?
-Echo. Ahora me tengo que despedir, me espera un viaje largo.
-Cómo a todos, créeme. Nos pesa más el no volver a vernos en un tiempo, que las horas de viajes.
-Qué razón tiene. Espero que puedas seguir con Bieber, te quiere.
-Gracias Ryan. Cuídate ¿sí?
-Lo mismo.

Y Ryan sale de casa de Tara. Y ella siente que tiene que hacerlo, siente que tiene que abrazarle y decirle que le quiere, y que puede contar con ella para lo bueno y para lo malo.

-Hey, Ryan.
-¿Si?
-¿No me piensas dar un abrazo de despedida?
Y Ryan corre hacia ella, dándole un abrazo sincero. Ryan comienza a llorar, la echaba de menos.
-Te quiero Butler. Y recuerda que puedes contar conmigo.
-Lo mismo.

Y ahora sí. Tara ve cómo su amigo se aleja a lo lejos para coger camino hacia tierras Canadienses. Uno menos, sólo quedan ella y Justin.

[...]

Es la hora. Tara se acomoda su pelo y se coloca la gorra. Se echa un poco de colonia, y se repasa la raya del ojo y se echa un poco más de rímel. Coge las llaves, y el móvil. Lo necesario. No quiere más peso del que lleva ya. No por su cuerpo, si no por el dolor que tiene en el pecho de despedirse de él. Es lo que más le va a costar, además de la despedida con Alex.
Sólo tiene un pensamiento 'No llores, disfruta de las últimas horas'.
Por el otro lado está Justin, aunque cueste creerlo lleva llorando desde que Alex se ha pasado por su casa para despedirse. Esa morena de aparato le ha ayudado mucho estos meses, pero eso ahora no importa. Sólo importa que en menos de dos minutos, su novia esté llamando a su puerta para pasar la última tarde juntos.

-Hola idiota.
-Hola estúpida.
Y se besan. Un beso dulce pero apasionado, ambos piensan que quizás puede ser el último.
-¿Dónde vamos?
-¿Una de Starbucks?
-Sí.

Y Justin coge su chupa de cuero y sus llaves y cierra la puerta dejando su casa detrás de él.
Justin saca la moto del garaje, y Tara se sube con él, agarrándose fuerte a la cintura de este. Arrancan, dejando atrás el barrio. Su barrio. Y dirigiéndose hasta el centro comercial dónde pasarán la última tarde de sus veranos juntos.

[...]

Tras diez largos minutos ya han llegado. Justin aparca la moto, y agarrando de la mano a Tara la dirige hasta el centro comercial.

-¿Sabes que idiota?
-¿Qué estúpida? No leo las mentes, aún.
-Idiota.
-¿Que me iba a decir?
-Aún no tenemos ninguna foto juntos.
-Sí que tenemos Tara.
-¿Si?
-Sí.
-Bueno era una excusa, yo quería dedicar la tarde a hacernos fotos juntos. Ya sabes, cómo es la última.

-No pienses eso Tara. Vamos a tomar algo, y nos haremos fotos.
-¿Enserio?
-Sí.
-Te quiero.

Y se besan.
Se quieren pero no pueden estar juntos. El destino los une pero a la vez los separa. La vida juega con ellos cómo en un juego de azar, estás en lo más alto durante algunas partidas pero después ¡zas! lo pierdes todo y te quedas en el puesto más bajo.
Duele y hiere. Y lo peor es que esta herida tardará en cicatrizar.

Justin se acerca al mostrado y pide dos capuchinos con nata y caramelo. El café favorito de Tara, y con el que siempre se mancha y se deja un pequeño bigote blanco que produce demasiada risa a Justin, y eso a ella le encanta.
Ama verle sonreír pero más cuándo ella es el motivo. Cómo suelen decir, son cosas de enamorados.

Se sienta en la mesa junto al cristal. Desde ahí puedes ver a familias que vagan por el centro comercial de compras para la vuelta a la rutina, puedes ver a grupo de amigos que pasean por allí buscando algún hobby también ves a personas ancianas caminar y sentarse en un bar a tomarse algo, parejas de recién casados, y parejas jóvenes que se roban besos a cada tres pasos que dan. Parejas que no se separan porque viven en el mismo sitio, en el mismo lugar, bajo el mismo cielo, pero también bajo el mismo espacio. ¿Qué pasará con su relación? ¿Seguirán siendo uno?

-¿Vamos?
-¿Dónde?
-Al fin del mundo si tú quieres.
-Estúpido.
-Conozco un sitio perfecto dónde podemos ir.
-Te sigo.

Tara se monta en la moto de Justin, no sabe dónde va pero tampoco pone resistencia, se fía de él.
Tras diez minutos llegan al parque que hay detrás de sus casas. Un parque precioso, se bajan de la moto y juntos comienzan a correr por aquel césped de color verde chillón, y juntos se tiran en él.

-¿Por qué aquí?
-No sé, me gusta.
-Gracias.
-A ti, por existir.

Y comienza a echarse una foto tras de otra. En unas salen riendo, en otras salen besándose, en otras simplemente se miran, en otras salen haciendo el tonto, en otras corren, y en otras se muestran tristes porque ambos saben que está es la última tarde que pasarán juntos en Miami.

-Ala, ya son las siete y media.
-Contigo el tiempo se me pasa volando.
-Ojalá el tiempo fuese más despacio.
-Y ahora mismo estaríamos disfrutando juntos.
-El verano se ha esfumado.
-¿Sabes? Si pasa rápido es bueno, porque significa que te lo has pasado bien.
-En este caso es malo Justin, nos tendremos que separar.
-Créeme que no será por mucho tiempo, pequeña.
-Tomaré tu palabra.

Tara y Justin se abrazan. Lo tienen claro están hechos el uno para el otro. Aunque sus caminos se bifurquen y  se vean cada más pequeñitos, saben que estarán ahí el uno para el otro, y que ambos han prometido esperarse.

Es la hora. Son las nueve de la noche. Tara saldrá hacia Atlanta en una hora, y Justin también. Distintos destinos. Distinto aeropuertos. Distintas familias. Mismo sentimiento, nostalgia.

-Es la hora.
-Sí.
-Tara. Gracias, por estar ahí en los buenos momentos y en los malos, por aguantar tanto mis prepotencias cómo mis días de orgullo, por hacerme sonreír cuándo nadie más ha sido capaz, por tus abrazos, por tus besos, por tus te quiero, por tus ‘hasta el fin del mundo’, por ser cómo eres, por tu chulería.
Me has enseñado algo ¿sabes? Lo primero es que siempre en este mundo habrá alguien más chulo que tú, y lo segundo que las fachadas no son buenas. Gracias por poner mi vida patas arriba. Te amo Tara Weasly.
-Justin. No tengo palabras para ti, ya lo sabes todos. Día a día te he ido diciendo lo importante que eres para mí, y lo mucho que te quiero. No sé si podré vivir sin esos besos con sabor a menta. Sólo te pido una cosa, espérame. Te prometo que nadie ocupará tu lugar. Te echaré de menos Bieber.
-Te voy a esperar.
-Te quiero, mucho.

Y se besan. Enfrente de sus casas. Un beso sincero. Ellos están tristes y el cielo también. Comienza a llover. El otoño ha vuelto a Miami, y el invierno a sus corazones. Ambos se sienten fríos el uno, sin el otro.

[…]

Ya está todo listo en casa de los Weasly y de los Bieber. Las maletas están en los coches, la pequeña Jazzy está montada con Jaxon y Justin en el coche mientras Pattie y Jeremy terminan de colocar las últimas cosas y echan la llave a la casa.
Justo enfrente del coche de Justin está el de Tara. Ella ya se encuentra dentro mirando su cámara mientras derrama lágrimas, Mike que está a su lado la consuela con un triste abrazo. Ambos verán cómo se van de ahí, cómo se separan. Cómo dejaran de ser uno.
Los padres de Tara se montan en el coche siendo los últimos en despedirse de sus abuelos, los padres de Justin igual.
Tres,dos,uno..Ambos coche arrancan a la vez. Ahora sí, ahora ya no hay marcha atrás, dentro de nada uno estará en Nueva York, y otro en Atlanta.
Tara está en el avión cuando su móvil vibra de momento. Es un mensaje de él, es un mensaje de Justin.

<<De estúpido>>

Te he dejado un regalo en la maleta. Ayer mientras comías me colé en tu casa para dejarte algo que te recordase a mí. Y yo te cogí prestado un pañuelo, ese morado que tanto me gusta. Le llevaré siempre en la mano. No te olvides de mí, y espero que cumplas nuestra promesa. Hasta pronto, idiota.

<<Para estúpido>>

Estoy a diez minutos de mi casa. Cuándo llegue a casa te mando un mensaje ¿sí?
Confía en mí, lo cumpliré. Te quiero mucho, estúpido.


Y Tara por fin está en su casa. Sólo quiere ponerse sus cascos y dejar de pensar en todo por un momento, su cabeza va a estallar. No se lo puede creer, hace tan solo diez horas estaba abrazada a él, bajo aquel árbol, tumbadas en el césped verde del parque haciéndose mil y un fotos. Y ella se pregunta, ¿destino por qué eres tan hijo de puta?

Se levanta de la cama y abre la maleta corriendo. Y allí está el regalo, allí está la sudadera favorita de Justin, esa que el tanto adora. Y ahora es suya, está en su poder.

<<Para estúpido>>

Gracias. Me voy a dormir Justin. Pasa buena noche, sé que ya has llegado porque son las mismas horas. Hablamos mañana, te quiero mucho.

Y ahí termina su ‘relación’ veraniega. Y mañana empezará su rutina.
Una rutina, sin él.

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