· Capitulo XVII.
-Butler.
-Ah
sí. Lo siento.
-No
pasa nada.
-Tara,
déjame hablar y no me cortes. Sé que hoy no es el día para decir estas cosas
porque he tenido tres meses, pero no me he atrevido a decírtelo nunca, todo ha
ido de buen rollo sin estas palabras de por medio, y sé que he sido un completo
cabrón contigo, sé que no he tenido límites y que he sido demás de cabrón. Sólo
quiero decirte antes de irme a Canadá, que lo siento por todo.
-Ryan.
-Es
la primera vez que te escucho decir mi nombre desde hace un año y medio.
-Suena
bien ¡eh! - carcajea Tara.
-Sí,
demasiado bien.
-No
te preocupes. Pasado pisado, ¿sí?
-Echo.
Ahora me tengo que despedir, me espera un viaje largo.
-Cómo
a todos, créeme. Nos pesa más el no volver a vernos en un tiempo, que las horas
de viajes.
-Qué
razón tiene. Espero que puedas seguir con Bieber, te quiere.
-Gracias
Ryan. Cuídate ¿sí?
-Lo
mismo.
Y
Ryan sale de casa de Tara. Y ella siente que tiene que hacerlo, siente que
tiene que abrazarle y decirle que le quiere, y que puede contar con ella para
lo bueno y para lo malo.
-Hey,
Ryan.
-¿Si?
-¿No
me piensas dar un abrazo de despedida?
Y
Ryan corre hacia ella, dándole un abrazo sincero. Ryan comienza a llorar, la
echaba de menos.
-Te
quiero Butler. Y recuerda que puedes contar conmigo.
-Lo
mismo.
Y
ahora sí. Tara ve cómo su amigo se aleja a lo lejos para coger camino hacia
tierras Canadienses. Uno menos, sólo quedan ella y Justin.
[...]
Es
la hora. Tara se acomoda su pelo y se coloca la gorra. Se echa un poco de
colonia, y se repasa la raya del ojo y se echa un poco más de rímel. Coge las
llaves, y el móvil. Lo necesario. No quiere más peso del que lleva ya. No por
su cuerpo, si no por el dolor que tiene en el pecho de despedirse de él. Es lo
que más le va a costar, además de la despedida con Alex.
Sólo
tiene un pensamiento 'No llores, disfruta de las últimas horas'.
Por
el otro lado está Justin, aunque cueste creerlo lleva llorando desde que Alex
se ha pasado por su casa para despedirse. Esa morena de aparato le ha ayudado
mucho estos meses, pero eso ahora no importa. Sólo importa que en menos de dos
minutos, su novia esté llamando a su puerta para pasar la última tarde juntos.
-Hola
idiota.
-Hola
estúpida.
Y
se besan. Un beso dulce pero apasionado, ambos piensan que quizás puede ser el
último.
-¿Dónde
vamos?
-¿Una
de Starbucks?
-Sí.
Y
Justin coge su chupa de cuero y sus llaves y cierra la puerta dejando su casa
detrás de él.
Justin
saca la moto del garaje, y Tara se sube con él, agarrándose fuerte a la cintura
de este. Arrancan, dejando atrás el barrio. Su barrio. Y dirigiéndose hasta el
centro comercial dónde pasarán la última tarde de sus veranos juntos.
[...]
Tras
diez largos minutos ya han llegado. Justin aparca la moto, y agarrando de la
mano a Tara la dirige hasta el centro comercial.
-¿Sabes
que idiota?
-¿Qué
estúpida? No leo las mentes, aún.
-Idiota.
-¿Que
me iba a decir?
-Aún
no tenemos ninguna foto juntos.
-Sí
que tenemos Tara.
-¿Si?
-Sí.
-Bueno
era una excusa, yo quería dedicar la tarde a hacernos fotos juntos. Ya sabes,
cómo es la última.
-No
pienses eso Tara. Vamos a tomar algo, y nos haremos fotos.
-¿Enserio?
-Sí.
-Te
quiero.
Y
se besan.
Se
quieren pero no pueden estar juntos. El destino los une pero a la vez los
separa. La vida juega con ellos cómo en un juego de azar, estás en lo más alto
durante algunas partidas pero después ¡zas! lo pierdes todo y te quedas en el
puesto más bajo.
Duele
y hiere. Y lo peor es que esta herida tardará en cicatrizar.
Justin
se acerca al mostrado y pide dos capuchinos con nata y caramelo. El café
favorito de Tara, y con el que siempre se mancha y se deja un pequeño bigote
blanco que produce demasiada risa a Justin, y eso a ella le encanta.
Ama
verle sonreír pero más cuándo ella es el motivo. Cómo suelen decir, son cosas
de enamorados.
Se
sienta en la mesa junto al cristal. Desde ahí puedes ver a familias que vagan
por el centro comercial de compras para la vuelta a la rutina, puedes ver a
grupo de amigos que pasean por allí buscando algún hobby también ves a personas
ancianas caminar y sentarse en un bar a tomarse algo, parejas de recién
casados, y parejas jóvenes que se roban besos a cada tres pasos que dan.
Parejas que no se separan porque viven en el mismo sitio, en el mismo lugar, bajo
el mismo cielo, pero también bajo el mismo espacio. ¿Qué pasará con su
relación? ¿Seguirán siendo uno?
-¿Vamos?
-¿Dónde?
-Al
fin del mundo si tú quieres.
-Estúpido.
-Conozco
un sitio perfecto dónde podemos ir.
-Te
sigo.
Tara
se monta en la moto de Justin, no sabe dónde va pero tampoco pone resistencia,
se fía de él.
Tras
diez minutos llegan al parque que hay detrás de sus casas. Un parque precioso,
se bajan de la moto y juntos comienzan a correr por aquel césped de color verde
chillón, y juntos se tiran en él.
-¿Por
qué aquí?
-No
sé, me gusta.
-Gracias.
-A
ti, por existir.
Y
comienza a echarse una foto tras de otra. En unas salen riendo, en otras salen
besándose, en otras simplemente se miran, en otras salen haciendo el tonto, en
otras corren, y en otras se muestran tristes porque ambos saben que está es la
última tarde que pasarán juntos en Miami.
-Ala,
ya son las siete y media.
-Contigo
el tiempo se me pasa volando.
-Ojalá
el tiempo fuese más despacio.
-Y
ahora mismo estaríamos disfrutando juntos.
-El
verano se ha esfumado.
-¿Sabes?
Si pasa rápido es bueno, porque significa que te lo has pasado bien.
-En
este caso es malo Justin, nos tendremos que separar.
-Créeme
que no será por mucho tiempo, pequeña.
-Tomaré
tu palabra.
Tara
y Justin se abrazan. Lo tienen claro están hechos el uno para el otro. Aunque
sus caminos se bifurquen y se vean cada
más pequeñitos, saben que estarán ahí el uno para el otro, y que ambos han
prometido esperarse.
Es
la hora. Son las nueve de la noche. Tara saldrá hacia Atlanta en una hora, y
Justin también. Distintos destinos. Distinto aeropuertos. Distintas familias.
Mismo sentimiento, nostalgia.
-Es
la hora.
-Sí.
-Tara.
Gracias, por estar ahí en los buenos momentos y en los malos, por aguantar
tanto mis prepotencias cómo mis días de orgullo, por hacerme sonreír cuándo
nadie más ha sido capaz, por tus abrazos, por tus besos, por tus te quiero, por
tus ‘hasta el fin del mundo’, por ser cómo eres, por tu chulería.
Me
has enseñado algo ¿sabes? Lo primero es que siempre en este mundo habrá alguien
más chulo que tú, y lo segundo que las fachadas no son buenas. Gracias por
poner mi vida patas arriba. Te amo Tara Weasly.
-Justin.
No tengo palabras para ti, ya lo sabes todos. Día a día te he ido diciendo lo
importante que eres para mí, y lo mucho que te quiero. No sé si podré vivir sin
esos besos con sabor a menta. Sólo te pido una cosa, espérame. Te prometo que
nadie ocupará tu lugar. Te echaré de menos Bieber.
-Te
voy a esperar.
-Te
quiero, mucho.
Y
se besan. Enfrente de sus casas. Un beso sincero. Ellos están tristes y el
cielo también. Comienza a llover. El otoño ha vuelto a Miami, y el invierno a
sus corazones. Ambos se sienten fríos el uno, sin el otro.
[…]
Ya
está todo listo en casa de los Weasly y de los Bieber. Las maletas están en los
coches, la pequeña Jazzy está montada con Jaxon y Justin en el coche mientras
Pattie y Jeremy terminan de colocar las últimas cosas y echan la llave a la
casa.
Justo
enfrente del coche de Justin está el de Tara. Ella ya se encuentra dentro
mirando su cámara mientras derrama lágrimas, Mike que está a su lado la
consuela con un triste abrazo. Ambos verán cómo se van de ahí, cómo se separan.
Cómo dejaran de ser uno.
Los
padres de Tara se montan en el coche siendo los últimos en despedirse de sus
abuelos, los padres de Justin igual.
Tres,dos,uno..Ambos
coche arrancan a la vez. Ahora sí, ahora ya no hay marcha atrás, dentro de nada
uno estará en Nueva York, y otro en Atlanta.
Tara
está en el avión cuando su móvil vibra de momento. Es un mensaje de él, es un
mensaje de Justin.
<<De
estúpido>>
Te
he dejado un regalo en la maleta. Ayer mientras comías me colé en tu casa para
dejarte algo que te recordase a mí. Y yo te cogí prestado un pañuelo, ese
morado que tanto me gusta. Le llevaré siempre en la mano. No te olvides de mí,
y espero que cumplas nuestra promesa. Hasta pronto, idiota.
<<Para
estúpido>>
Estoy
a diez minutos de mi casa. Cuándo llegue a casa te mando un mensaje ¿sí?
Confía
en mí, lo cumpliré. Te quiero mucho, estúpido.
Y
Tara por fin está en su casa. Sólo quiere ponerse sus cascos y dejar de pensar
en todo por un momento, su cabeza va a estallar. No se lo puede creer, hace tan
solo diez horas estaba abrazada a él, bajo aquel árbol, tumbadas en el césped
verde del parque haciéndose mil y un fotos. Y ella se pregunta, ¿destino por
qué eres tan hijo de puta?
Se
levanta de la cama y abre la maleta corriendo. Y allí está el regalo, allí está
la sudadera favorita de Justin, esa que el tanto adora. Y ahora es suya, está
en su poder.
<<Para
estúpido>>
Gracias.
Me voy a dormir Justin. Pasa buena noche, sé que ya has llegado porque son las
mismas horas. Hablamos mañana, te quiero mucho.
Y
ahí termina su ‘relación’ veraniega. Y mañana empezará su rutina.
Una
rutina, sin él.
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