domingo, 12 de enero de 2014

Capitulo tres.




· Capitulo 3.

| Narra Beth |

El pasillo del instituto se me hace inmensamente largo. Esquivo a algún que otro alumno de la ESO, y llego hasta mi taquilla. Dejo los libros allí, y cierro de un portazo sacando mi pequeña mochila de cuerdas. El móvil, los auriculares, el tabaco, mechero, llaves de casa y mi monedero.
Después sigo caminando hasta la puerta principal donde están Jade, y los demás. No conozco a nadie, y las manos me empiezan a sudar.

-¡Beth! —grita Jade.
-¿Qué pasa? —carcajeo y camino hasta ella.
-¿Qué tal el primer día de clase? —dice mientras saca una cigarrillo rubio de la cajetilla y lo prende con el mechero.
-¡Fatal! Me he sentido un bicho raro—digo mientras hago lo mismo que  acaba de hacer Jade hace dos segundos.
-Nos vamos a las cervezas, ¿te vienes?
-Espera un momento.

Camino entre la gente buscando a mi hermano pequeño, y al final consigo verle al fondo del todo con un grupo de chicos y chicas. Decidida, le agarro el brazo y le saco del corro en el que está.

-¡Me has hecho daño! —dice quejándose.
Esto provoca una sonrisa en mi boca, y una enorme carcajada.
-¿De qué te ríes? —dice haciéndose el indignado. —Bueno, mejor dicho ¿qué quieres Beth? —dice ahora riendo el también contagiado con mi risa.
-Me voy de cervezas con mis amigos, Ed. —digo dándole cinco euros—Si te pregunta por mí papá, tu no me has visto ¿vale?
-Está bien—dice guardándose el dinero.
-¡Gracias canijo!

Y removiéndole el pelo de un lado a otro vuelvo hasta donde están mis amigos. Jade me mira alegre, y yo me limito a sonreír.

-¡Chicos! —dice Jade gritando.
-¿Qué quieres pesada? —dice un castaño de ojos claros.
-Os quiero presentar a una amiga—dice Jade tirando de mi hacia adelante.
-¿Una de tus amigas especiales? —dice ahora un moreno con ojos oscuros.
-¡Cállate, estúpido! —grita Jade.
-¡Chicas! —grita ahora un moreno de ojos negros.
-¡Ya vamos! —dicen las cuatro al unísono.

Las chicas se acercan hasta donde estamos nosotros. Empiezo a sentirme un poco pérdida en lo que están hablando, y no entiendo nada de ‘amigas especiales’, ¿a qué están jugando?¿por qué Jade se ha puesto tan nerviosa? Estoy pérdida, ¿dónde cojones me he metido?
Jade se pone a mi lado, y las chicas forman un círculo junto con los chicos. Sonrío nerviosa. Y las típicas preguntas llenan mi cabeza, no sé si les caeré bien, no sé si les agradará que yo me haya acoplado de tal manera. Las manos me sudan, y las piernas me tiemblan, incluso estoy empezando a ver algo borroso, ¡tierra trágame!

-Ella es Beth, Beth Nelson—dice Jade a los demás—Llegó aquí hace tres meses, y un día por casualidad me encontré con ella—ríe.
-¡Encantada! —Dice una rubia de ojos oscuros—Mi nombre es Lucie.
-Yo soy Sam—dice ahora una morena con los ojos enormes y grises y una amplia sonrisa llena de alambres.
-Yo Bella, y ella de allí Clarie—dice la castaña con mechas de colores y ojos verdes haciendo referencia a la morena de ojos negros.
-Y estos son Ryan, Chaz, y Peter—dice un rubio de ojos castaños claros—Y yo soy Bart.
-Y yo Bryan dice el castaño de ojos grises.

Sonrio y me acerco a ellos para darles dos besos. El último de ellos me ha llamado la atención, no es cómo los demás. El bajito y no es el típico tío que te fijarías en una discoteca, ya que no tiene músculos y es un tío de los más normal.

[…]

Son las siete y media de la tarde. Sigo aquí en un bar de la calle principal de Ohio bebiendo cerveza, mi móvil no deja de sonar y es el estúpido de mi padre, es lo más pesado y agobiante del mundo. ¿Nunca os ha pasado que cuando os habla una persona os sentís agobiados al momento? A mí me pasa día a día desde que llegué a Ohio, y siempre es la misma persona, mi padre. Me sigue en cada paso que doy intentando recuperar el tiempo que perdió conmigo cuando se fue de casa dejándonos solos. Se cree que tiene todo el derecho del mundo a estar encima de mí porque en un simple papel ponga que es mi padre y mi responsable. Tengo dieciocho años, y no tengo porque dar explicaciones a nadie, solo le pido que me deje vivir día tras día, pero a él no le importa.

Salimos del bar. Hace un frío de la hostia debido a que el otoño ya está encima nuestra. La gente camina con una chaqueta fina, pero que abrigue, y llevan algo caliente en sus manos. Ya es casi de noche, y el alcohol anda por el cuerpo de todos, incluso diría que estamos bastante afectados, hemos perdido la cuenta de los bares que hemos recorrido y también la cuenta de las cervezas que nos hemos podido beber. Río irónicamente pensando en la que me va a caer cuando llegue a casa, y la de tonterías que tendré que escuchar, por eso mismo no quiero irme a casa y me pasaría de bar en bar hasta la una de la madrugada que todos se hayan ido a dormir.


Los chicos ponen camino a casa y se van separando al final, solo quedamos, Jade, Peter, Bryan, Chaz y yo. El cuerpo me pesa, y la cabeza me va a explotar, no puedo dejar de reírme. El alcohol sigue en mi cuerpo, y sus efectos son claves.

-¡Hasta mañana! —dicen Jade, Peter y Bryan al unísono.
Me despido de ellos con un beso en la mejilla, y un hasta mañana y la sonrisa más sincera. Realmente, pensé que todo esto iba a ser peor, que iba a ser cómo siempre, que no encajaría por ser el bicho raro con pinta de malota que saca buenas notas, pero no, ellos son distintos a los demás.
-¡Hasta mañana, capullos! —dice Chaz.

El silencio se apodera del camino, Chaz no articula palabra y yo mucho menos. Realmente, la vergüenza corre por mi espina dorsal y mis mofletes cogen un color cálido, algo parecido al rojo. No sé si será el frío, o la vergüenza que me da caminar al lado de un tío que acabo de conocer.

-¿En qué piensas? —dice Chaz dándole una calada a su cigarrillo rubio. Está realmente sexy, y es realmente guapo.
Muerdo mi mejilla por dentro, y sonrío.
-En nada—río—o eso creo—digo haciendo el mismo gesto extraño que él.
-¿No sabes en qué piensas? —dice haciendo una mueca bastante graciosa.
-En realidad sí—digo escondiendo mi cara entre mis manos—pero no creo que quieras saberlo—digo en un tono divertido.
¿Qué cojones está diciendo Beth? El alcohol está hablando por ti, y seguro que mañana no querrás recordar todo esto.
-Quizás piensas lo mismo que yo—dice él parándose en seco.
-Pues no sé—digo parándome yo también—de momento no leo mentes ni nada por el estilo, y tampoco tengo telepatía—vacilo.
-Deberías aprender, sería realmente curioso—vacila el por encima de mí.
-No creo que fuese bueno, la verdad.
-Yo creo que sí—dice acercándose más a mí y rompiendo la poca distancia que había entre nosotros—ahora mismo sabrías lo que estoy pensando.
-No hace falta tener telepatía para saber lo que piensas, Somers—digo en un tono burlón—tu ojos y tu miembro hablan por sí solos—carcajeo.
-¿Y que pienso? —dice desafiante.
-Ahora mismo estás pensando en las maravillas que podrías hacerme si tuvieses una cama, pero como no la tienes en ponerme a cuatro patas detrás de ese arbusto y hacerme gritar tu nombre cómo una loca, mientras me besas apasionadamente—comienzo a reír—¡Qué pena que no vaya a pasar! —vacilo de nuevo.
-¡Chica lista!
-Lista, pero no fácil.

Doy la conversación por terminada y sigo caminando. Siento cómo sus dos ojos oscuros se clavan en mi trasero mientras camino, suelto una sonrisa tímida y a la vez mi corazón va a unas tres mil pulsaciones por segundo. Es la primera que un tío se interesa por mí después de saber que soy una empollona con una fachada de tía mala.

-¿No me esperas?
-Date prisa, Somers—digo mientras hago un gesto con mi mano—pero ten cuidado al venir, no vaya ser que te resbales con la baba que vas soltando—río de nuevo.

[…]

El camino a casa se está haciendo eterno. Chaz va caminando por detrás de mí y diciéndome cosas que realmente prefiero no escuchar. Mi móvil suena de nuevo, y es mi padre. Miro el reloj, y son las ocho y media de la tarde, cómo ha pasado el tiempo. Me paro en seco, y cuando le voy a coger siento cómo unas manos se acoplan en mi cintura, encajando de manera perfecta como si estuviésemos hablando de un puzle de dos mil piezas distintas. Sonrio al sentir su cálido aliento en mi nuca, y cierro los ojos sintiéndome especial por un momento, aunque todo esto se a causa del maldito alcohol.


Me giro y me quedo mirándole fijamente, él sonríe y recoge un mechón del flequillo que se ha escapado de la coleta poniéndolo detrás de mí oreja. Ante el tacto de su piel caliente, mi piel se eriza y siento un cosquilleo recorrer mi cuerpo, estoy caliente. Más caliente que el mango de un cazo ahora mismo. Acopla sus manos en mis mejillas, y poco a poco se va acercando a mí rompiendo los límites de distancia que yo misma había marcado, pero que me ha sido inútil. Y presiona sus gruesos labios de color rosado junto a los míos, un beso casto. Se separa de mí y sonríe, yo hago lo mismo.

-Mi móvil está sonando—digo intentando escapar de la situación.
-También sonaba antes y no has quitado—dice astuto.
-Me has pillado—río.

Se queda clisado en mis ojos, y yo río ante la cara de idiota que está poniendo, y vuelve a repetir el mismo proceso. El lucha contra mi boca, para poder juguetear con su lengua y la mía, pero no se lo pongo nada fácil, ríe en mi boca y yo en la suya, y aprovecha ese momento para introducir su lengua en mi boca. Nuestras lenguas juguetean, y así un minuto y medio. Se separa de mí para coger aire, pero me coge desprevenida y vuelve a hacer lo mismo.

[…]

-¡Hasta mañana, Beth! —dice mientras se despide de mí y poco después deja un beso mojado en mi cuello.
-¡Hasta mañana, Chaz! —digo dándole con la mano.

Busco en mi bolso las llaves de casa, y no las encuentro. ¡Genial, Beth! Ahora tendrás que llamar al timbre, o escalar por la pared como tal koala para poder entrar sin que te pille tu padre. Y esto me pasa por dejarme las llaves dentro de la taquilla.

Camino con cuidado, intentar hace el mínimo ruido posible para entrar por la ventana de atrás. Hay unos palés de madera colocados uno encima de otro, y con cuidado los cojo para montar una escalera. Coloco uno sobre otro, y cuando miro la altura que hay rezo para no caerme y matarme, y lo consigo. ¡Estoy dentro!

Asomo la cabeza por la ventana, e intento tirar los palés hacia abajo intentando no hacer ruido, pero misión fallida, unos chocan contra otros y casi hago una onda expansiva, de todos modos, no podría ir todo tan bien.

Suelto el bolso encima de la cama, y cierro la ventana de la habitación. Escucho como mi padre discute con Sindy sobre mí. Ella le dice algo así como que me dé mi propio espacio que ya no soy una niña, y él le replica que para el siempre seré su pequeña y que podría haberme pasado cualquier cosa. ¡Genial! Ahora soy la que provoca las discusiones entre mi padre y mi supuesta madrasta. Te coronas Beth, te coronas.

Estoy a punto de deshacerme del uniforme que huele a cerveza que tira para atrás cuando vuelve a sonar mi móvil, es mi padre. Cojo el teléfono mientras pienso una buena excusa para decirle que estoy en casa desde las cinco y media.

-¿Si? —digo mientas intento hacerme la indignada porque mi padre me ha despertado de una enorme siesta.
-¿Dónde estás?­—dice algo aliviado.
-En mi cuarto, papá. ¿Dónde voy a estar a estas horas? —digo irónica y río con picardía.
-Pero…—dice pensando que decir—yo no te he visto entrar.
-Liam, tu a estas horas sueles estar siempre a llevar a Alice a sus clases de ballet—digo segura de mi misma.
-¡Lo siento! —dice sincero.
-No pasa nada—río—Ahora, ¿puedo colgar? Me siento estúpida hablando contigo por teléfono teniéndote a unos pasos—río.
-Sí.

Cuelgo y suelto el teléfono encima de la cama. Entro al cuarto de baño y me despojo por fin del asqueroso uniforme. Quedándome en bragas y sujetador salgo al cuarto a encender la radio, y por suerte suena let it be de los Beatles. Entro al cuarto de baño y enciendo el grifo del agua caliente, mientras quito los restos de maquillaje de mi cara.

[…]

Mi padre no está muy seguro de lo que le he contado hace una hora por teléfono, y sigue insistiendo en que yo a las cinco y media no estaba en casa. Realmente me está poniendo de los nervios, y se me están quitando las ganas de seguir cenando. La situación es más incómoda de lo que todos creéis, el pequeño diablo pelirrojo está sentada enfrente de mí clavándome sus ojos verdes a cada movimiento que hago con el tenedor, mi hermano Ed me mira desde la otra punta de la mesa con cara de pocos amigos porque sabe que estoy mintiendo, mi padre con cara desesperación no para de hacerme preguntas, y Sindy que sabe que he llegado hace un rato me pone su más sincera sonrisa. ¿Estoy fumada o algo? Sindy debería ser la mala de todo esto y es justo todo lo contrario.

-¿Y dónde están tus llaves? —dice mi padre moviendo la sopa de un lado a otro.
-Arriba, papá—digo seca.
-Es imposible que hayas llegado a las cinco y media y yo no te haya visto entrar, Beth—dice en un tono de desesperación. —Cuando yo he llevado a Alice a ballet eran las seis menos cuarto.
-Sería un poco más tarde, papá. —Digo pinchando un trozo de filete—¡Yo que sé! —digo elevando un poco la voz.
-Sindy—dice mi padre mirando a su mujer que sonríe—¿Tú estabas aquí cuando ha llegado? —dice mi padre seco y serio.
-Sí, Liam—sonríe ella—Ha llegado poco después de que tú y Alice salierais—le sonríe de nuevo—yo la he abierto la puerta porque se ha dejado las llaves dentro de la taquilla.
-¿Y por qué mientes Beth?
-¡No te he mentido!
-Sobre tus llaves, ¡sí!
-Papá, es una tontería—digo levantándome de la mesa—Pretendes que todo vaya bien cuando no pones ni un poco de confianza en mí.

Quitando mi plato de la mesa y depositándolo en el fregadero, siento cómo hay alguien por detrás de mí, es Sindy. Con esa sonrisa que consigue ponerme nerviosa. Ella camina hacia a mí y me hace un gesto para que me siente en un taburete de color gris que hay al lado de una pequeña mesa en la cocina. Asiento y me siento, no puedo hacer menos después de me ha cubierto.

-Dale tiempo, Beth. —dice Sindy colocando los platos.
-No es nada fácil, Sindy—digo sincera—Él cree que puede estar pendiente de mí cada dos pasos y no es así, no tengo diez años—reprocho.
-Ya—dice ella—pero entiende que hace mucho que no sentía que le pertenecieses y ahora, siente que tiene todo el poder.
-No manda en mí, o sea sí, porque vivo en su techo, pero no tiene derecho a estar vigilándome. —digo ahora algo enfadada.
-Tampoco puedes pretender que confíe en ti cuando le mientes cada dos por tres, Beth.
-Sobre eso, ¡gracias! —digo mostrándole una sonrisa.
-¿Sabes? Nunca te había visto sonreír. —dice ella sincera.
-Lo siento, supongo. No es fácil que te arrebaten tu vida, y que intenten manejártela. —digo sincerándome con ella—Yo no quiero estar aquí, yo quiero irme a Londres, con mi madre y mis amigos.
-Te acabarás acostumbrando, ¡venga! Sube a tu cuarto, mañana toca madrugar.
-¡Hasta mañana, Sindy!
-Por cierto, tienes el uniforme limpio en el armario de la habitación de Edward, en el tuyo no cogía con tanta ropa. —Dice dándome un cálido beso en la mejilla— Intentaré que esto sea más ameno para ti, Beth. Puedes contar conmigo, siempre. ¡Hasta mañana, guapa! —dice mostrándome una vez más una tierna sonrisa que hace que me ponga nerviosa.


Salgo de la cocina pensando en todo lo que acaba de pasar, y no asimilo nada. Se supone que yo debería adorar a mi padre y odiar a su mujer porque en todas las películas es la mala, pero aquí es al revés, a veces siento que vivo en un mundo paralelo a la realidad. Yo debería ser la empollona, y enamorarme de un malote y vivir un amor imposible, Sindy debería ser la mala y mi padre el buenazo, y Alice tiene el papel que tiene que tener la hermanastra toca pelotas, algo así como cenicienta. A veces, siento que mi vida se desmorona por segundos.

[…]

Me siento en la cama, y saco el móvil del cajón de las bragas. Entro en WhatsApp y veo que tengo un montón de mensajes nuevo de números que no tengo guardados. Mi corazón coge unas doscientas revoluciones por segundo, y después pienso y caigo en que son los chicos. Río aliviada, y comienzo a guardar números. Cuando estoy a punto de bloquear el móvil para irme a dormir, ya que mi día además de largo ha sido raro, una ventana de abre. Es Chaz.

-¿Cómo va esa resaca?
-Jodidamente, la verdad.
-¿Te acuerdas de todo no?
-Sí, Chaz.
Y pongo un emoticono con la lengua hacia afuera.
-Entonces, supongo que no hace falta que te lo recuerde.
-No, Chaz, no.
Digo poniendo una calara con los mofletes sonrojados. Y ante mi emoticono el pone una con las manos en la boca en forma de sorpresa. Río ante la conversación y suspiro. Uno más que te quiere para un quiqui, y si te he visto no me acuerdo.
-Bueno, mañana nos vemos.
-Sí, Chaz.
-¿Sabes decir otra cosa?
-Idiota.
-¡Hasta mañana, guapa!
-¡Hasta mañana, Chaz!

Y bloqueo el móvil. Le guardo en su sitio, y me arropo hasta arriba. Poco después, caigo dormida en un plácido sueño.

 ****

¡Hooooola! Cómo os prometí estoy aquí después de solos dos días, jjj. Nada, que gracias por leer y por tener tantísima paciencia conmigo, espero que os haya gustado el capitulo y poco a poco la cosa se empezará a poner interesante. No os vais a aburrir con la novela, eso os lo prometo.

También quería hacer un aclaración, me han llegado comentarios diciendo que mi novela es una plagio de '@ohdarlingbiebs' y no es un plagio para nada. Yo la idea la tenía desde hace mucho, y no me hace falta plagiar a nadie. Y bueno, eso. El martes o el miércoles subiré otro capitulo o al menos lo intentaré, porque entre semana ando mucho más liada que los fin de semana.

¡Os quiero!

Da RT al enlace -> aquí si quieres que te avise para el próximo capitulo.
¡Darme vuestra opinión abajo o en twitter @biebsdrauhl__ !¡Gracias!
Y por favor, recomendar mi novela a la gente que le guste leer fanfic que conozcáis.




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domingo, 12 de enero de 2014

Capitulo tres.




· Capitulo 3.

| Narra Beth |

El pasillo del instituto se me hace inmensamente largo. Esquivo a algún que otro alumno de la ESO, y llego hasta mi taquilla. Dejo los libros allí, y cierro de un portazo sacando mi pequeña mochila de cuerdas. El móvil, los auriculares, el tabaco, mechero, llaves de casa y mi monedero.
Después sigo caminando hasta la puerta principal donde están Jade, y los demás. No conozco a nadie, y las manos me empiezan a sudar.

-¡Beth! —grita Jade.
-¿Qué pasa? —carcajeo y camino hasta ella.
-¿Qué tal el primer día de clase? —dice mientras saca una cigarrillo rubio de la cajetilla y lo prende con el mechero.
-¡Fatal! Me he sentido un bicho raro—digo mientras hago lo mismo que  acaba de hacer Jade hace dos segundos.
-Nos vamos a las cervezas, ¿te vienes?
-Espera un momento.

Camino entre la gente buscando a mi hermano pequeño, y al final consigo verle al fondo del todo con un grupo de chicos y chicas. Decidida, le agarro el brazo y le saco del corro en el que está.

-¡Me has hecho daño! —dice quejándose.
Esto provoca una sonrisa en mi boca, y una enorme carcajada.
-¿De qué te ríes? —dice haciéndose el indignado. —Bueno, mejor dicho ¿qué quieres Beth? —dice ahora riendo el también contagiado con mi risa.
-Me voy de cervezas con mis amigos, Ed. —digo dándole cinco euros—Si te pregunta por mí papá, tu no me has visto ¿vale?
-Está bien—dice guardándose el dinero.
-¡Gracias canijo!

Y removiéndole el pelo de un lado a otro vuelvo hasta donde están mis amigos. Jade me mira alegre, y yo me limito a sonreír.

-¡Chicos! —dice Jade gritando.
-¿Qué quieres pesada? —dice un castaño de ojos claros.
-Os quiero presentar a una amiga—dice Jade tirando de mi hacia adelante.
-¿Una de tus amigas especiales? —dice ahora un moreno con ojos oscuros.
-¡Cállate, estúpido! —grita Jade.
-¡Chicas! —grita ahora un moreno de ojos negros.
-¡Ya vamos! —dicen las cuatro al unísono.

Las chicas se acercan hasta donde estamos nosotros. Empiezo a sentirme un poco pérdida en lo que están hablando, y no entiendo nada de ‘amigas especiales’, ¿a qué están jugando?¿por qué Jade se ha puesto tan nerviosa? Estoy pérdida, ¿dónde cojones me he metido?
Jade se pone a mi lado, y las chicas forman un círculo junto con los chicos. Sonrío nerviosa. Y las típicas preguntas llenan mi cabeza, no sé si les caeré bien, no sé si les agradará que yo me haya acoplado de tal manera. Las manos me sudan, y las piernas me tiemblan, incluso estoy empezando a ver algo borroso, ¡tierra trágame!

-Ella es Beth, Beth Nelson—dice Jade a los demás—Llegó aquí hace tres meses, y un día por casualidad me encontré con ella—ríe.
-¡Encantada! —Dice una rubia de ojos oscuros—Mi nombre es Lucie.
-Yo soy Sam—dice ahora una morena con los ojos enormes y grises y una amplia sonrisa llena de alambres.
-Yo Bella, y ella de allí Clarie—dice la castaña con mechas de colores y ojos verdes haciendo referencia a la morena de ojos negros.
-Y estos son Ryan, Chaz, y Peter—dice un rubio de ojos castaños claros—Y yo soy Bart.
-Y yo Bryan dice el castaño de ojos grises.

Sonrio y me acerco a ellos para darles dos besos. El último de ellos me ha llamado la atención, no es cómo los demás. El bajito y no es el típico tío que te fijarías en una discoteca, ya que no tiene músculos y es un tío de los más normal.

[…]

Son las siete y media de la tarde. Sigo aquí en un bar de la calle principal de Ohio bebiendo cerveza, mi móvil no deja de sonar y es el estúpido de mi padre, es lo más pesado y agobiante del mundo. ¿Nunca os ha pasado que cuando os habla una persona os sentís agobiados al momento? A mí me pasa día a día desde que llegué a Ohio, y siempre es la misma persona, mi padre. Me sigue en cada paso que doy intentando recuperar el tiempo que perdió conmigo cuando se fue de casa dejándonos solos. Se cree que tiene todo el derecho del mundo a estar encima de mí porque en un simple papel ponga que es mi padre y mi responsable. Tengo dieciocho años, y no tengo porque dar explicaciones a nadie, solo le pido que me deje vivir día tras día, pero a él no le importa.

Salimos del bar. Hace un frío de la hostia debido a que el otoño ya está encima nuestra. La gente camina con una chaqueta fina, pero que abrigue, y llevan algo caliente en sus manos. Ya es casi de noche, y el alcohol anda por el cuerpo de todos, incluso diría que estamos bastante afectados, hemos perdido la cuenta de los bares que hemos recorrido y también la cuenta de las cervezas que nos hemos podido beber. Río irónicamente pensando en la que me va a caer cuando llegue a casa, y la de tonterías que tendré que escuchar, por eso mismo no quiero irme a casa y me pasaría de bar en bar hasta la una de la madrugada que todos se hayan ido a dormir.


Los chicos ponen camino a casa y se van separando al final, solo quedamos, Jade, Peter, Bryan, Chaz y yo. El cuerpo me pesa, y la cabeza me va a explotar, no puedo dejar de reírme. El alcohol sigue en mi cuerpo, y sus efectos son claves.

-¡Hasta mañana! —dicen Jade, Peter y Bryan al unísono.
Me despido de ellos con un beso en la mejilla, y un hasta mañana y la sonrisa más sincera. Realmente, pensé que todo esto iba a ser peor, que iba a ser cómo siempre, que no encajaría por ser el bicho raro con pinta de malota que saca buenas notas, pero no, ellos son distintos a los demás.
-¡Hasta mañana, capullos! —dice Chaz.

El silencio se apodera del camino, Chaz no articula palabra y yo mucho menos. Realmente, la vergüenza corre por mi espina dorsal y mis mofletes cogen un color cálido, algo parecido al rojo. No sé si será el frío, o la vergüenza que me da caminar al lado de un tío que acabo de conocer.

-¿En qué piensas? —dice Chaz dándole una calada a su cigarrillo rubio. Está realmente sexy, y es realmente guapo.
Muerdo mi mejilla por dentro, y sonrío.
-En nada—río—o eso creo—digo haciendo el mismo gesto extraño que él.
-¿No sabes en qué piensas? —dice haciendo una mueca bastante graciosa.
-En realidad sí—digo escondiendo mi cara entre mis manos—pero no creo que quieras saberlo—digo en un tono divertido.
¿Qué cojones está diciendo Beth? El alcohol está hablando por ti, y seguro que mañana no querrás recordar todo esto.
-Quizás piensas lo mismo que yo—dice él parándose en seco.
-Pues no sé—digo parándome yo también—de momento no leo mentes ni nada por el estilo, y tampoco tengo telepatía—vacilo.
-Deberías aprender, sería realmente curioso—vacila el por encima de mí.
-No creo que fuese bueno, la verdad.
-Yo creo que sí—dice acercándose más a mí y rompiendo la poca distancia que había entre nosotros—ahora mismo sabrías lo que estoy pensando.
-No hace falta tener telepatía para saber lo que piensas, Somers—digo en un tono burlón—tu ojos y tu miembro hablan por sí solos—carcajeo.
-¿Y que pienso? —dice desafiante.
-Ahora mismo estás pensando en las maravillas que podrías hacerme si tuvieses una cama, pero como no la tienes en ponerme a cuatro patas detrás de ese arbusto y hacerme gritar tu nombre cómo una loca, mientras me besas apasionadamente—comienzo a reír—¡Qué pena que no vaya a pasar! —vacilo de nuevo.
-¡Chica lista!
-Lista, pero no fácil.

Doy la conversación por terminada y sigo caminando. Siento cómo sus dos ojos oscuros se clavan en mi trasero mientras camino, suelto una sonrisa tímida y a la vez mi corazón va a unas tres mil pulsaciones por segundo. Es la primera que un tío se interesa por mí después de saber que soy una empollona con una fachada de tía mala.

-¿No me esperas?
-Date prisa, Somers—digo mientras hago un gesto con mi mano—pero ten cuidado al venir, no vaya ser que te resbales con la baba que vas soltando—río de nuevo.

[…]

El camino a casa se está haciendo eterno. Chaz va caminando por detrás de mí y diciéndome cosas que realmente prefiero no escuchar. Mi móvil suena de nuevo, y es mi padre. Miro el reloj, y son las ocho y media de la tarde, cómo ha pasado el tiempo. Me paro en seco, y cuando le voy a coger siento cómo unas manos se acoplan en mi cintura, encajando de manera perfecta como si estuviésemos hablando de un puzle de dos mil piezas distintas. Sonrio al sentir su cálido aliento en mi nuca, y cierro los ojos sintiéndome especial por un momento, aunque todo esto se a causa del maldito alcohol.


Me giro y me quedo mirándole fijamente, él sonríe y recoge un mechón del flequillo que se ha escapado de la coleta poniéndolo detrás de mí oreja. Ante el tacto de su piel caliente, mi piel se eriza y siento un cosquilleo recorrer mi cuerpo, estoy caliente. Más caliente que el mango de un cazo ahora mismo. Acopla sus manos en mis mejillas, y poco a poco se va acercando a mí rompiendo los límites de distancia que yo misma había marcado, pero que me ha sido inútil. Y presiona sus gruesos labios de color rosado junto a los míos, un beso casto. Se separa de mí y sonríe, yo hago lo mismo.

-Mi móvil está sonando—digo intentando escapar de la situación.
-También sonaba antes y no has quitado—dice astuto.
-Me has pillado—río.

Se queda clisado en mis ojos, y yo río ante la cara de idiota que está poniendo, y vuelve a repetir el mismo proceso. El lucha contra mi boca, para poder juguetear con su lengua y la mía, pero no se lo pongo nada fácil, ríe en mi boca y yo en la suya, y aprovecha ese momento para introducir su lengua en mi boca. Nuestras lenguas juguetean, y así un minuto y medio. Se separa de mí para coger aire, pero me coge desprevenida y vuelve a hacer lo mismo.

[…]

-¡Hasta mañana, Beth! —dice mientras se despide de mí y poco después deja un beso mojado en mi cuello.
-¡Hasta mañana, Chaz! —digo dándole con la mano.

Busco en mi bolso las llaves de casa, y no las encuentro. ¡Genial, Beth! Ahora tendrás que llamar al timbre, o escalar por la pared como tal koala para poder entrar sin que te pille tu padre. Y esto me pasa por dejarme las llaves dentro de la taquilla.

Camino con cuidado, intentar hace el mínimo ruido posible para entrar por la ventana de atrás. Hay unos palés de madera colocados uno encima de otro, y con cuidado los cojo para montar una escalera. Coloco uno sobre otro, y cuando miro la altura que hay rezo para no caerme y matarme, y lo consigo. ¡Estoy dentro!

Asomo la cabeza por la ventana, e intento tirar los palés hacia abajo intentando no hacer ruido, pero misión fallida, unos chocan contra otros y casi hago una onda expansiva, de todos modos, no podría ir todo tan bien.

Suelto el bolso encima de la cama, y cierro la ventana de la habitación. Escucho como mi padre discute con Sindy sobre mí. Ella le dice algo así como que me dé mi propio espacio que ya no soy una niña, y él le replica que para el siempre seré su pequeña y que podría haberme pasado cualquier cosa. ¡Genial! Ahora soy la que provoca las discusiones entre mi padre y mi supuesta madrasta. Te coronas Beth, te coronas.

Estoy a punto de deshacerme del uniforme que huele a cerveza que tira para atrás cuando vuelve a sonar mi móvil, es mi padre. Cojo el teléfono mientras pienso una buena excusa para decirle que estoy en casa desde las cinco y media.

-¿Si? —digo mientas intento hacerme la indignada porque mi padre me ha despertado de una enorme siesta.
-¿Dónde estás?­—dice algo aliviado.
-En mi cuarto, papá. ¿Dónde voy a estar a estas horas? —digo irónica y río con picardía.
-Pero…—dice pensando que decir—yo no te he visto entrar.
-Liam, tu a estas horas sueles estar siempre a llevar a Alice a sus clases de ballet—digo segura de mi misma.
-¡Lo siento! —dice sincero.
-No pasa nada—río—Ahora, ¿puedo colgar? Me siento estúpida hablando contigo por teléfono teniéndote a unos pasos—río.
-Sí.

Cuelgo y suelto el teléfono encima de la cama. Entro al cuarto de baño y me despojo por fin del asqueroso uniforme. Quedándome en bragas y sujetador salgo al cuarto a encender la radio, y por suerte suena let it be de los Beatles. Entro al cuarto de baño y enciendo el grifo del agua caliente, mientras quito los restos de maquillaje de mi cara.

[…]

Mi padre no está muy seguro de lo que le he contado hace una hora por teléfono, y sigue insistiendo en que yo a las cinco y media no estaba en casa. Realmente me está poniendo de los nervios, y se me están quitando las ganas de seguir cenando. La situación es más incómoda de lo que todos creéis, el pequeño diablo pelirrojo está sentada enfrente de mí clavándome sus ojos verdes a cada movimiento que hago con el tenedor, mi hermano Ed me mira desde la otra punta de la mesa con cara de pocos amigos porque sabe que estoy mintiendo, mi padre con cara desesperación no para de hacerme preguntas, y Sindy que sabe que he llegado hace un rato me pone su más sincera sonrisa. ¿Estoy fumada o algo? Sindy debería ser la mala de todo esto y es justo todo lo contrario.

-¿Y dónde están tus llaves? —dice mi padre moviendo la sopa de un lado a otro.
-Arriba, papá—digo seca.
-Es imposible que hayas llegado a las cinco y media y yo no te haya visto entrar, Beth—dice en un tono de desesperación. —Cuando yo he llevado a Alice a ballet eran las seis menos cuarto.
-Sería un poco más tarde, papá. —Digo pinchando un trozo de filete—¡Yo que sé! —digo elevando un poco la voz.
-Sindy—dice mi padre mirando a su mujer que sonríe—¿Tú estabas aquí cuando ha llegado? —dice mi padre seco y serio.
-Sí, Liam—sonríe ella—Ha llegado poco después de que tú y Alice salierais—le sonríe de nuevo—yo la he abierto la puerta porque se ha dejado las llaves dentro de la taquilla.
-¿Y por qué mientes Beth?
-¡No te he mentido!
-Sobre tus llaves, ¡sí!
-Papá, es una tontería—digo levantándome de la mesa—Pretendes que todo vaya bien cuando no pones ni un poco de confianza en mí.

Quitando mi plato de la mesa y depositándolo en el fregadero, siento cómo hay alguien por detrás de mí, es Sindy. Con esa sonrisa que consigue ponerme nerviosa. Ella camina hacia a mí y me hace un gesto para que me siente en un taburete de color gris que hay al lado de una pequeña mesa en la cocina. Asiento y me siento, no puedo hacer menos después de me ha cubierto.

-Dale tiempo, Beth. —dice Sindy colocando los platos.
-No es nada fácil, Sindy—digo sincera—Él cree que puede estar pendiente de mí cada dos pasos y no es así, no tengo diez años—reprocho.
-Ya—dice ella—pero entiende que hace mucho que no sentía que le pertenecieses y ahora, siente que tiene todo el poder.
-No manda en mí, o sea sí, porque vivo en su techo, pero no tiene derecho a estar vigilándome. —digo ahora algo enfadada.
-Tampoco puedes pretender que confíe en ti cuando le mientes cada dos por tres, Beth.
-Sobre eso, ¡gracias! —digo mostrándole una sonrisa.
-¿Sabes? Nunca te había visto sonreír. —dice ella sincera.
-Lo siento, supongo. No es fácil que te arrebaten tu vida, y que intenten manejártela. —digo sincerándome con ella—Yo no quiero estar aquí, yo quiero irme a Londres, con mi madre y mis amigos.
-Te acabarás acostumbrando, ¡venga! Sube a tu cuarto, mañana toca madrugar.
-¡Hasta mañana, Sindy!
-Por cierto, tienes el uniforme limpio en el armario de la habitación de Edward, en el tuyo no cogía con tanta ropa. —Dice dándome un cálido beso en la mejilla— Intentaré que esto sea más ameno para ti, Beth. Puedes contar conmigo, siempre. ¡Hasta mañana, guapa! —dice mostrándome una vez más una tierna sonrisa que hace que me ponga nerviosa.


Salgo de la cocina pensando en todo lo que acaba de pasar, y no asimilo nada. Se supone que yo debería adorar a mi padre y odiar a su mujer porque en todas las películas es la mala, pero aquí es al revés, a veces siento que vivo en un mundo paralelo a la realidad. Yo debería ser la empollona, y enamorarme de un malote y vivir un amor imposible, Sindy debería ser la mala y mi padre el buenazo, y Alice tiene el papel que tiene que tener la hermanastra toca pelotas, algo así como cenicienta. A veces, siento que mi vida se desmorona por segundos.

[…]

Me siento en la cama, y saco el móvil del cajón de las bragas. Entro en WhatsApp y veo que tengo un montón de mensajes nuevo de números que no tengo guardados. Mi corazón coge unas doscientas revoluciones por segundo, y después pienso y caigo en que son los chicos. Río aliviada, y comienzo a guardar números. Cuando estoy a punto de bloquear el móvil para irme a dormir, ya que mi día además de largo ha sido raro, una ventana de abre. Es Chaz.

-¿Cómo va esa resaca?
-Jodidamente, la verdad.
-¿Te acuerdas de todo no?
-Sí, Chaz.
Y pongo un emoticono con la lengua hacia afuera.
-Entonces, supongo que no hace falta que te lo recuerde.
-No, Chaz, no.
Digo poniendo una calara con los mofletes sonrojados. Y ante mi emoticono el pone una con las manos en la boca en forma de sorpresa. Río ante la conversación y suspiro. Uno más que te quiere para un quiqui, y si te he visto no me acuerdo.
-Bueno, mañana nos vemos.
-Sí, Chaz.
-¿Sabes decir otra cosa?
-Idiota.
-¡Hasta mañana, guapa!
-¡Hasta mañana, Chaz!

Y bloqueo el móvil. Le guardo en su sitio, y me arropo hasta arriba. Poco después, caigo dormida en un plácido sueño.

 ****

¡Hooooola! Cómo os prometí estoy aquí después de solos dos días, jjj. Nada, que gracias por leer y por tener tantísima paciencia conmigo, espero que os haya gustado el capitulo y poco a poco la cosa se empezará a poner interesante. No os vais a aburrir con la novela, eso os lo prometo.

También quería hacer un aclaración, me han llegado comentarios diciendo que mi novela es una plagio de '@ohdarlingbiebs' y no es un plagio para nada. Yo la idea la tenía desde hace mucho, y no me hace falta plagiar a nadie. Y bueno, eso. El martes o el miércoles subiré otro capitulo o al menos lo intentaré, porque entre semana ando mucho más liada que los fin de semana.

¡Os quiero!

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Y por favor, recomendar mi novela a la gente que le guste leer fanfic que conozcáis.




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